No existen los jugadores jóvenes o viejos, sólo los buenos o malos. Muchos se equivocan en hacer esta diferencia y suelen despreciar a quienes pasan los 30 años pensando en que su rendimiento va a declinar. No es cierto. Nunca lo ha sido. Paredes es un buen ejemplo.
A los casi 38 años, vive uno de los mejores instantes de su carrera y busca convertirse en leyenda rompiendo todos los récords de goles de nuestro campeonato. Su actual momento invita al debate y la discusión en varios aspectos. El primero tiene que ver con su tardío despertar en el alto rendimiento y los varios años perdidos en los comienzos de una carrera que parecía promisoria pero no lograba plasmarse. Si se hubiera dedicado al cien por ciento desde los 20 años, seguramente ya habría roto todos los registros. O quizás no habría jugado gran parte de su carrera en Chile. Es difícil saberlo.
Como también, si su actual rendimiento tiene que ver con un extraordinario jugador o con un medio mediocre que permite que jugadores con varios años en el cuerpo brillen en un alto nivel. Lo del delantero de Colo Colo no es excepcional. Se repite con Jaime Valdes, figura todos los años; David Pizarro, titular en la U, y el propio Abreu, que en Audax juega con 41 años. Entre otros.
¿Es el torneo chileno una especie de paraíso para profesionales con más de 15 años de actividad? ¿Podrían estos futbolistas tener los actuales rendimientos en otros mercados? La respuesta es clara y también demoledora. Por ningún motivo.
La mayoría de ellos tendría muchas dificultades para imponerse y jugar en un alto nivel. Sin embargo, me animo a pensar que lo de Paredes es distinto. Su actual momento obedece a la gran categoría de jugador que expresa desde hace mucho. Hay pocos en la historia del fútbol chileno que ofrezcan lo que el capitán de Colo Colo tiene. Su inteligencia para moverse dentro de la cancha y adaptarse a los momentos del equipo y los propios, y su gran técnica a la hora de definir, hacen pensar que su estado de forma va mucho más allá de la mediocridad del campeonato.
Su relevancia y liderazgo son indispensables dentro de un cuadro que poco a poco va mejorando. Tiene que ver con los años, que en este caso le han sumado virtudes a su juego lleno de riqueza técnica. Además, para llegar así a esta etapa de su carrera, Paredes ha debido trabajar y mucho. Su profesionalismo se expresa en la cancha, pero seguramente también fuera de ella. Jugar así a los 38 años, requiere de alimentación y descansos muy rigurosos.
El medio chileno vive un momento de crisis, es cierto, pero no sólo por eso este goleador de raza destaca. Más bien todo lo contrario, Esteban Paredes es una de las pocas luces del medio y juega a ese nivel ahora porque demuestra, a cada rato, que el fútbol no tiene edades. Sólo rendimiento.