Contra viento y marea
Los albos pisaron Sao Paulo esperanzados de clasificar a la próxima ronda de la Copa Libertadores. Sin convencer en el torneo local, según Héctor Tapia - su entrenador - era el partido más importante del club en 21 años. Preparó su plan contra viento y marea. Fue fiel al verbo dosificar. Recibió un alud de críticas por despreciar el campeonato nacional (incluyendo las de quien escribe esta columna). Y así, puntada tras puntada, fue tejiendo su propio chaleco antibalas.
El técnico conoce el sentir del hincha albo. Sabe que la gran deuda a pagar se centra en el ámbito internacional. Para sumar otra estrella más en Chile es costumbre zurcirla en el banderín.
Le sacó brillo a los 11 ideales, los dosificó y preparó para una hazaña. No es fácil entristecer a los brasileños en la tierra de la samba.
El partido comenzó electrizante. Mucho roce, acciones desmedidas que Pitana, el árbitro, fue manejando con astucia animal. Dejó morder.
Presionó Corinthians con determinación. No aparecía la magia del Mago. Baeza y Carmona luchaban y cortaban. Arriba, Paredes y Barrios no tenían espacio para dialogar. El andamiaje sólido era su defensa, incluyendo a Orión. Opazo intentaba lastimar y Pérez, contener.
Mientras Colo Colo desconocía a Cassio, el dueño de casa presionaba con locura. En esa ignorancia, surgió el infeliz penal de Baeza que el portero alcanzó a rasguñar.
Aguijoneado el Cacique. Asomó el talento del Mago, apareció Opazo, con más veneno que perfume, para desbordar en serio. Y Barrios, divorciado con el gol, a los 30 minutos rompió su sequía y cabeceó el centro de Pérez marcando la paridad.
Al inicio del segundo tiempo, Roger puso la ventaja. Los paulistas pudieron aumentar el marcador. Pitana empezó a fallar. La permisividad dio paso a los codazos que volaban y la sinfonía de faltas crecía. Se sumaron las amarillas y cayó una roja para Avelar. Los albos escondieron la pelota, el reloj hizo lo suyo aprovechándose de la impotencia local. Entraron Fierro, Pavés y Campos para ponerle candado al arco de Orión.
Un triunfo con perfil de hazaña, bajo el expediente de la atención plena, coraje, voluntad y nada más. Misión cumplida para un plan perfecto. De tigres de circo pobre pasaron a leones de la Metro Goldwyn Mayer. La flecha de la historia sigue su curso. Y Tito Tapia se afianza, contra viento y marea.
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