Después de semanas de espera se pudo jugar finalmente la final de vuelta de la Copa Libertadores. En una cancha extraordinaria, pero siendo un escenario poco adecuado, River Plate fue capaz de darle otro título internacional a los más de 70 mil hinchas que se quedaron sin ver este partido en Buenos Aires.
El partido en sí fue una montaña rusa de emociones, con dos equipos que se cuidaron mucho en el primer tiempo, pero que sacaron a relucir lo mejor (y lo peor) en la segunda etapa.
Boca Juniors es puro músculo, con futbolistas de mucho empuje y que además tienen mucho gol. Barros Schelotto se da el lujo de dejar fuera a Tevez, Abila y Zarate. El exdelantero optó por agrandarle la cancha a su tradicional rival, pero sin contar con la versatilidad del equipo de Gallardo, que no sólo le empata el partido. Además le quitó el vértigo que necesitaban los xeneizes. En esa dinámica, River supo enfriar el encuentro con jugadores de gran movilidad y sobretodo de extraordinaria técnica.
Y como suele suceder en estas finales fueron los detalles los que definieron este encuentro. Primero, la gran definición de Lucas Pratto; Y segundo, con la expulsión de Wilmar Barrios, que condenó a Boca a jugar en un escenario no planificado y que le dio a River la posibilidad de jugar casi sin contrapeso cerca del área de Andrada. Algo que le facilitó la tarea para llegar al gol de Quintero, tras una gran triangulación.
El partido, de manera analítica, tiene muchas aristas, sin embargo esta última edición de ida y vuelta será recordada con vergüenza no solamente por el manejo de la Conmebol para poder jugar una final inolvidable entre Boca y River. Es cosa de recordar toda la ayuda que recibieron los millonarios durante el torneo para llegar a una final soñada frente a su eterno rival. Será recordada por un presidente de Conmebol que se vendió al mejor postor y traicionó un fiesta sudamericana. De paso, la entregó a quienes nos menosprecian y miran por debajo del hombro.
Esta no solo será una final especial por jugarse fuera del continente. También se escribirá en la historia que Europa además de venir a comprar los mejores jugadores del mundo, también puede comprar partidos y finales. La vergüenza, una vez más, tocas las puertas dela Conmebol. Bienvenidos a la Copa Conquistadores.