Siete días, 25 series y 73 partidos después; con 18 selecciones participantes y 75 jugadores utilizados, terminó ayer la primera Copa Davis del nuevo formato, el inventado por Piqué. Aquí un balance.

Formato

El torneo ganó en espectacularidad. Más dinámico e interesante que la vieja fórmula. A los jugadores, en general, les gustó el nuevo formato. Los nostálgicos del viejo formato siguen teniendo muchas reservas. Dicen que se ha perdido mística.

Los espectadores

Con un promedio de asistencia a la Caja Mágica de 15.100 espectadores (durante los seis primeros días, de los que se tienen datos oficiales), y una pista central con capacidad para albergar a 12.442, los números globales de concurrencia de aficionados a la Davis resultaron aceptables, pero no del todo rotundos (salvo en los encuentros de España y la final) considerando el nivel de los tenistas congregados. "Era el primer año y mucha gente no sabía qué esperar, prefería ver qué iba a pasar primero con este nuevo formato. Todos los países desplazaron gente, pero estamos seguros de que conseguiremos atraer todavía a más fans en el futuro", afirmaba Piqué ayer. En su opinión, las cifras son "respetables", pero "mejorables".

Los apenas 3.000 aficionados que poblaban las tribunas de la cancha central durante la disputa de la primera semifinal entre Canadá y Rusia, o las butacas vacías que se convirtieron en una estampa habitual de las series clasificatorias celebradas en los estadios 2 y 3 del recinto (con capacidades, respectivamente, para 2.923 y 1.712 personas) y entre semana sí llamaron la atención por lo vacío. No es por comparar, pero el sábado la exhibición entre Federer y Zverev en México se convirtió en el partido con más espectadores de la historia: 42.517 espectadores.

Los horarios

Tratar de condensar un evento con 18 selecciones en liza, series de tres partidos, fase de grupos y eliminatorias de definición desde la ronda de cuartos en apenas siete días parece una quimera. Y puede que lo sea. Al menos sin condicionar el descanso de los jugadores. Los horarios de la Davis 2.0 no dejaron de estar en ningún momento en el centro de la polémica. El duelo de dobles que cerró la serie entre Italia y Estados Unidos concluyó rebasadas las cuatro de la madrugada. El segundo encuentro más tardío de la historia del tenis. Ilustrativo. Se obstinaron desde la organización en corregir el desfase adelantando los horarios media hora a partir de la fase de cuartos, pero los trasnoches no cesaron. Canadá, primero, y Australia, un día más tarde, se negaron a jugar los últimos puntos de sus series aduciendo problemas físicos pero estando ya clasificadas, regalando un doble 6-0 a sus adversarios de turno. Algo inadmisible en un formato en el que cada juego cuenta para definir a los mejores segundos. "Creo que va un poco en contra del espíritu del torneo", manifestaba al respecto el capitán alemán Michael Kohlmann.

Los números

"Hace un año la Davis tenía cuatro sponsors y ahora tenemos 11 y más de 20 partners. Hay más de 650 periodistas de 25 países, la competición ha sido seguida en 121 países y hemos tenido en el recinto a lo largo de esta semana más de 130.000 personas. Ha sido un éxito absoluto". La frase corresponde a Piqué, el padre de la criatura. Su balance ve el vaso más medio lleno que medio vacío. Como lo fue también el de tenistas y federaciones, al menos en términos económicos. Pues a falta de puntos ATP, la nueva Davis repartió en Madrid un total de 22 millones de euros a sus protagonistas (siete para los entes federativos y 15 para los jugadores). El chileno, por ejemplo, se embolsó 256.000 por disputar la fase de grupos y repartió otros 515.000 entre los miembros de su equipo. El campeón percibió entre ambas variables más de tres millones. Una forma de compensar quizás que nunca llueva a gusto de todos.