Curicó Unido y Magallanes debutan en pocos días en la Copa Libertadores, el torneo en el que los clubes chilenos se ven cada vez más acotados. Consecutivas decepciones en los últimos años que tienen como único logro los cuartos de final de Colo Colo, en 2018.
Un rasgo sintomático respecto de lo que pasa en el campeonato nacional. Porque los números no mienten. Según el último ranking de la IFFHS, Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol de la FIFA, el torneo nacional es el octavo entre las diez ligas de la región. Un contrasentido para un fútbol que es lejos el tercero que más recibe dinero por derechos de TV en este lado del mundo.
“Esto pasa porque la competencia chilena es de muy bajo nivel y queda de manifiesto cuando los equipos van a jugar al extranjero. Basta ver donde hemos llegado y en las fases en las que quedamos eliminados. Equipos que antes les hacías tres o cuatro goles y hoy te pelean, de vencen acá y te dejan afuera”, dice Rubén Martínez, campeón con Colo Colo en el ‘91.
Asimismo, el exdelantero sostiene que “hay que mejorar la calidad de los jugadores. Llegan extranjeros no con la calidad de los que llegaban antes. El nacional no se impone en puestos gravitantes. Por ejemplo, los goleadores del fútbol chileno ahora son todos foráneos”.
Anualmente, el balompié chileno se lleva más de US$ 90 millones por derechos de TV. Una cifra importante que, de ninguna manera, soluciona el problema de la calidad del torneo.
“Nos falta infraestructura. Nunca el fútbol chileno tuvo tanto dinero, el tema es qué están haciendo con esa plata, en qué se invierte. Solo para el bolsillo de los dueños, parece. No lo hacen siquiera en el fútbol joven, donde la mayoría de los equipos no tienen campo para entrenar. Ni hablar con lo que pasa en primera, los cuadros de Santiago tienen que jugar como local en otras ciudades”, asegura Martínez.
Las soluciones
Una vez diagnosticado el problema, solo queda conocer cuáles son los elementos que se tienen a mano para elevar el nivel de un campeonato que tiene escasa trascendencia internacional.
“Uno de sus fundamentos es el gran trabajo de scouting y también el análisis de datos para hacer sus contrataciones, también para estudiar a sus rivales. Hay que tener una visión más moderna, no enredarse en el tema del marketing, de traer a grandes estrellas. En el último tiempo esa no es la ecuación, sobre todo en Sudamérica”, dice Claudio Coronel, ex director de programación de Fox para Latinoamérica y gerente del Grupo Nación de Paraguay.
Una opinión muy similar a la que tiene Fernando Ferreira, economista de la consultora Pluri, una de las instituciones más importantes de Brasil en el análisis de datos deportivos y financieros.
“El negocio de scouting y de utilización de la tecnología extremadamente sofisticada es uno de los caminos. Tienes que mapear un gran territorio para encontrar a esas grandes figuras emergentes. Si no tienes esa capacidad para hacer grandes contrataciones, debes gastar tus recursos en la captación. Tienes que pelear con las armas que tiene. Sin embargo, tienes que mejorar tu competición, sino no llegarás a ningún lado”, aclara el consultor.
Uno de los grandes paradigmas de los clubes más pequeños de Sudamérica es Independiente del Valle. Un cuadro ecuatoriano que, con un gran trabajo de inferiores, ya logró dos títulos en la Copa Sudamericana (2019 y 2022), además de la final de la Libertadores de 2016.
“Como son un club nuevo, no tienen la presión de los equipos históricos y puedes implementar un proyecto. No son como Colo Colo, la U o la UC en Chile; que necesitan resultados inmediatos y viven bajo otra presión. Los proyectos a largo plazo son muchos más difíciles”, confirma Coronel.
Supremacía brasileña
Los últimos cuatro campeones de la Libertadores son del país más grande de Sudamérica. Su éxito, en gran parte, coincide con la excelente salud financiera que hoy exhiben los elencos brasileños.
“Encima, hay países como Colombia que tienen unos ingresos de derechos muy bajos en el fútbol, una situación que no se condicen con la envergadura de su economía. Por ejemplo, un club grande ese país tiene una facturación que se asemeja a un club de la segunda división de Brasil. Lo mismo que pasa con los clubes chilenos”, explica Ferreira.
Así también insiste en que “en Brasil, los clubes están siendo comprados por extranjeros, tal como las privatizaciones que tuvo el país a inicios de los noventa. Entonces, ese desequilibrio va a aumentar. Encima, la liga va a inyectar 500 millones de dólares que irán directamente a los clubes brasileños. Otro factor que harán más grande el abismo entre esos equipos y el resto de la región”.
Las diferencias son gigantes en cuanto a poderío económico entre la nación del samba y el resto de la región. Sin embargo, Coronel reconoce que el dinero no es lo principal en la ecuación.
“El fútbol, a diferencia de otra industria, es muy complicado prever los resultados. Si tienes una fábrica de zapatos, por ejemplo, puedes manejar tus costos y pronosticar las ganancias. En el fútbol hay muchos imponderables. Si fuera solo por dinero, Manchester City o PSG ganarían todos los años la Champions. No es solo cuestión de inyectar dinero”, explica el argentino.
Pese a ello, reconoce que “hay un predomino demasiado importante de los clubes brasileños, que logra repatriar a jugadores y pagarles salarios europeos, como pasa con Flamengo, con Éverton Cebolinha o Arturo Vidal”.
En ese sentido, lo esencial es buscar nuevas fórmulas para atraer nuevos inversores. Sin embargo, el objetivo es cómo se concentran los recursos y cuál es la mejor manera de ocuparlos.
“Tal vez, una salida para los clubes chilenos es buscar más capital y nuevos inversores para tener un mayor poder económico. Pero el dinero no resuelve el problema por sí solo”, agrega Ferreira.