El título nacional es uno de los máximos objetivos en la planificación de una temporada. Al margen de ser un honor, es la esencia plena del fútbol, la razón de ser de los futbolistas y de los clubes. Sin embargo, hace casi 31 años, Colo Colo decidió no recibir el trofeo que le correspondía como campeón del torneo en Coquimbo.

Hecho paradójico y anecdótico. La única vez que una escuadra decidió motu proprio no ser halagado con la copa que le correspondía. Los protagonistas de ese capítulo cuentan a La Tercera las motivaciones y el caos que provocó la controvertida decisión tomada por todos los estamentos jerárquicos, desde dirigentes hasta funcionarios.

Tal como ocurre en el presente torneo, el equipo de Macul puede bordar una nueva estrella en el principal puerto de la región. Claro que, en situaciones completamente opuestas, ya que el éxito del principal aspirante al título redundará en el fracaso del elenco local. Si los albos son campeones en esta ciudad, será la segunda vez que lo lograrán en el puerto nortino. De las 32 estrellas que ha logrado el equipo chileno, solo cuatro fueron alcanzadas fuera de la capital: la ya mencionada en la Cuarta Región, dos en Concepción y otra en Valparaíso. El resto, 16 se obtuvieron en el Nacional, otras 10 en el Monumental, una en Santa Laura y la primera (1937) en el estadio de Carabineros.

Hecho inédito

En el campeonato de 1991, el Colo Colo de Mirko Jozic y el cuadro pirata conducido por José Sulantay llegaban peleando el título hasta las fechas finales. El caprichoso calendario de ese torneo enfrentó a ambos clubes en la penúltima fecha con tres puntos de diferencia, en aquella época en la que el triunfo premiaba con dos unidades.

A dos fechas del epílogo del torneo, el 18 de diciembre, el club santiaguino sumaba 40 puntos y los del Norte Chico tenían 37. El partido se jugó una semana después del resto de la fecha, ya que el cuadro popular recién llegaba desde Japón, donde cayó en la final de la Copa Intercontinental frente a Estrella Roja de la ex Yugoslavia, el monarca de la Copa de Campeones de Europa.

El estadio porteño era un escenario propicio para el éxito del Cacique, ya que con solo una igualdad agregaría la décimo octava estrella en su palmarés. Bueno, así ocurrió, el resultado sin goles entregó el campeonato a los albos que, por propia decisión, decidieron no recibir la copa.

“Nosotros, después de ese partido, éramos campeones. Lo que queríamos era recibir la copa en nuestra casa, en el Monumental. Teníamos la posibilidad de celebrarlo después, no antes”, recuerda Gabriel Mendoza, referente de ese plantel.

Así también lo recuerda Leonel Herrera hijo: “Don Eduardo Menichetti habló con nosotros para no recibir el trofeo en el estadio Francisco Sánchez Rumoroso. Entonces, la decisión fue unánime, todo estaba consensuado”, rememoró el Leo.

Juan Carlos Peralta, otro de los miembros de ese glorioso plantel, aporta otro dato sobre el mismo suceso. De acuerdo con lo que relata el ex jugador de Colchagua, la intención de todo el equipo fue siempre celebrar la obtención en Macul.

“Fue algo concertado. Nosotros queríamos recibir la copa en el Monumental. Los dirigentes no quisieron cambiar la fecha. Así que cuando terminó el partido nos fuimos rajados al camarín”, dijo el ex jugador.

Así también concuerda Mendoza, quien aclara que “Menichetti habló con nosotros. Queríamos celebrar en nuestra casa, con nuestra gente. Queríamos arruinar la fiesta que había preparado la federación”, reconoce el ex lateral de O’Higgins.

Desaire a la federación

La dirigencia del fútbol chileno, en ese entonces encabezada por el vasco Abel Alonso ya había hecho los preparativos para lograr que el equipo más popular de Chile recibiera el correspondiente trofeo. Sin embargo, la negativa fue rotunda.

El dirigente Aurelio González tomó la copa y golpeó varias veces la puerta del vestuario visitante. Sin embargo, nadie respondió. Repitió la operación en varias ocasiones, pero la reacción del plantel al mando de Jozic fue siempre la misma.

“Nos pusimos de acuerdo y los dejaron afuera del camarín. Finalmente, alguien tomó el trofeo y se lo llevó. Nos empezaron a golpear la puerta del camarín, mientras todos estábamos adentro, incluso los dirigentes del club. Pero nuestra decisión estaba tomada. Finalmente, no hubo ceremonia. Nosotros veníamos de ser campeones de la Libertadores, estábamos agrandados, teníamos mucho más poder. Nos aprovechamos de esa situación”, dice el Coca.

Una versión que ratifica Herrera, quien asegura que toda la plantilla hizo caso omiso a las pretensiones de la federación chilena. La determinación estaba tomada y ninguna de las razones que propusieran las autoridades del balompié nacional cambiaría la opinión del equipo.

“La idea siempre era celebrarlo en casa. Obviamente que la federación quería hacer todo de manera protocolar, como se debía. Nosotros queríamos terminar el año de esa manera, con un nuevo título, después de conseguir la Copa Libertadores para Chile por única vez en la vida. La copa estaba ahí, la tenía un dirigente de la ANFP. Prácticamente, nos estaban siguiendo con el trofeo y nosotros no queríamos recibirlo. La federación tuvo que hacerse cargo de la copa. Hay que considerar que han pasado más de treinta años, eran tiempos distintos”, argumenta el hijo del homónimo Chuflinga, destacado zaguero histórico del mismo club.

Asimismo, Peralta confirma que “la copa quedó en la puerta del camarín”. “Al final, tengo entendido que los carabineros se la trajeron a Santiago. En ese tiempo, la ANFP no quiso que recibiéramos la copa en el Monumental. Prácticamente, salimos arrancando. Cuando salimos del vestuario, el trofeo estaba al lado, nadie la miró, nadie la tocó. Quizás por un tema de superstición. Estábamos todos de acuerdo”, añade.

Rápida salida a Santiago

A la luz de los hechos, el equipo albo se salió con la suya. Nunca tomaron el trofeo y menos hicieron caso a las advertencias ni reclamos de los dirigentes del fútbol nacional. Tras terminar el encuentro, el equipo tomó el chárter rumbo a la capital para celebrar en la última fecha.

“Cuando terminó el partido en Coquimbo, viajamos inmediatamente a Santiago. Veníamos contentos, porque éramos campeones. Después, en la fecha siguiente, dimos la vuelta con nuestro público en la victoria frente a Antofagasta”, dice Peralta.

Fue tanta la conmoción que causó el incidente que hasta el gabinete presidencial, tuvo que ver con el destino del trofeo. Así lo detalló este diario en una publicación de la época.

“El problema de la posesión de la copa resultó tan misterioso, que al iniciarse el jueves el consejo de gabinete, el Presidente de la República, Patricio Aylwin, le consultó sobre el trofeo a Enrique Krauss. El ministro del interior, hincha fanático de Colo Colo, sólo pudo encogerse de hombros”, escribió este diario.

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