"Ya tengo escrito el libro y tengo muchas fotos. En algún momento de la vida se publicará", revela a La Tercera Domingo Cristián Leiva, el Flaco, el ex espía de Jorge Sampaoli (aunque a él no le guste llamarlo así), el jugador "discreto", según propias palabras. El entrenador que de golpe se encontró con un Mundial a la vuelta de la esquina.

El libro al que hace mención el exdefensa tiene relación con sus mil y una historias de "análisis de rivales", como a él le gusta detallarlo, de cuando trabajó en los staffs de Sampaoli, Juan Antonio Pizzi y ahora, aunque en otra lides, con Reinaldo Rueda. "Hay muchas historias que ahora no se pueden contar. Es secreto de sumario. Algún día todo eso lo van a tener que leer, de seguro", afirma con un tono cómplice consigo mismo.

Las historias deben ser miles, como cuando en octubre de 2015 fue portada de los principales medios deportivos de Perú, al ser descubierto en su faceta de analista de rivales, "y no de espía", recalca. "Yo cumplía un trabajo. Esto se caricaturizó por la prensa. Lo que yo hacía era un trabajo como cualquier otro", cuenta.

Y otras tantas en que pasó desapercibido, con Pizzi o Rueda. Sea como sea, el Flaco agradece haber trabajado con ellos. Dice que todos aportaron en su formación como DT y que hoy lo tiene a menos de dos meses de enfrentar el desafío del Mundial Sub 17 de Brasil. "La experiencia de haber convivido en esos grupos de trabajo fue maravillosa. Estoy muy agradecido de los tres. Poder trabajar con entrenadores de elite, con un grupo muy selecto, no pueden decirlo muchos. Para mí eso fue un premio", dice sobre sus ex jefes.

¿Por qué no le gusta que lo hayan tildado de espía? "Es que la palabra no es 'espía'. Uno hace un trabajo de análisis. Y todos los entrenadores analizan. La palabra 'espía' es para otras cosas", comenta, y se apresura en aclarar que "el analista no gana partidos", pero que sí da detalles de cómo funciona un equipo rival, dado que "uno ve comportamientos si analiza diez o doce partidos de un mismo equipo".

Paradójicamente (o no), Leiva intentaba averiguar lo que sus rivales no querían mostrar y a esos tres entrenadores con los que trabajó en Chile no les gusta abrir sus puertas. Él, sin embargo, dice no haberse contagiado con esa característica. "Nosotros hacemos nuestros entrenamientos abiertos. Mira cómo está esto acá. Son todos así", asegura mientras muestra las canchas de Quilín donde hace poco terminó una nueva práctica de la Sub 17. "Tengo que hacer lo mismo si mañana me toca dirigir al Real Madrid. ¿Por qué tengo que cambiar dirigiendo a jugadores de 15 años o adultos?", agrega.

¿Por qué lo hace? La respuesta es aclaratoria: "Si alguien me pregunta, comento qué hice, porque uno tiene que compartir con la gente. La experiencia es única. Yo estoy siempre abierto a que entrenadores jóvenes sepan lo que uno está haciendo", detalla. Justamente, esa es una de las razones que hace cuatro años lo tienen dictando un curso para formar analistas en el INAF.

El estratega se muestra tranquilo con el desafío que le toca asumir. "Llevo siete años en la Federación y he hecho de todo. No dudé nunca. La Federación tampoco. Todo se alineó para hoy poder estar en este lugar. Y nosotros con estos jugadores llevamos trabajando dos años y medio, eso es importante", expone. Y claro, si a la mayoría de los jóvenes que hoy alista para el Mundial los dirigía en la Sub 15.

Y aunque la cita planetaria es un torneo gigante, el Flaco no olvida que sus jugadores están en una instancia en que aún no son profesionales. Que todavía los está formando. Por eso, dice, el foco macro es su preparación para ser deportistas de alto rendimiento.

"Yo no transo con la disciplina", lanza como premisa. "Para mí es fundamental, porque es la base", argumenta, aunque advierte que la teoría dice que en el proceso de enseñanza a niños de 15 y 16 años "está prohibido el castigo". Y explica: "Todos, y más ellos a esta edad, se pueden equivocar. Por eso digo que estamos educando. Tratamos de corregir, que es muy distinto a lo otro". Dice también que cuando era parte de los staffs en la Roja y ocurrieron actos de indisciplina, pensaba igual. Pero claro, ahí el no era el mandamás.

Durante el diálogo el ex zaguero con pasos por la U, Iquique, San Felipe y Huachipato, entre otros, se va soltando. Y se sincera sobremanera cuando se le pide que él mismo describa al Leiva jugador. "Tuve una carrera discreta en lo que es el alto rendimiento. Lo mío fue mucho sacrificio", revela, aunque aclara que su historia como futbolista fue siempre "muy consecuente, clara y simple en lo que respecta al juego".

"Nunca tuve representante", dice, casi con humor, justo después de recordar su carrera como jugador. Ahora tampoco lo tiene. Se maneja por sus propios medios. Y quizás por eso tampoco se mete con ellos en un campo en el que los agentes están intentando levantar sobre todo a los futbolistas de la edad que él dirige. "No los dejamos. Nos relacionamos con los jugadores y sus familias directamente", dice con fuerza.

En ese sentido, Leiva insiste en que junto a su cuerpo técnico están "abocados en la enseñanza de los jugadores", aunque no quita la vista de Brasil 2019, torneo en el que, asegura, no se pone pisos mínimos, aunque sí dice que se contentaría con que Chile sea "extremadamente competitivo".

Por eso mismo es claro respecto de la valoración que el medio haga de sus dirigidos, logren o no puestos de avanzada en el Mundial de Brasil: "Para mí, la palabra recambio no hay que usarla. Nosotros trabajamos en la preparación y después el tiempo decidirá".

Y con esa misma forma de reflexionar, el Flaco, el ex espía de Sampaoli, el jugador discreto, el entrenador que de golpe se encontró con un Mundial, cierra el diálogo proyectando, con mucha calma, su carrera como DT: "Uno se acostumbra a vivir el presente. Si uno trabaja bien y con convicciones, el fútbol te va a poner en un buen lugar. Pero mi forma no va a cambiar. Hoy estoy muy bien acá. Estoy participando en todas las selecciones. Estoy colaborando con mi granito de arena para que el fútbol chileno crezca".