Hoy, en Saransk, los caminos de Carlos Queiroz (65) y Cristiano Ronaldo (33) volverán a cruzarse. Lo harán, esta vez, para dirimir una plaza en los octavos, una instancia que hace ocho años alcanzaron juntos, cuando el hoy seleccionador iraní dirigía Portugal y el hoy capitán luso era su mejor discípulo. Pero España, en su inolvidable verano de Sudáfrica, terminó por arruinar aquel idilio.

Fue en las filas del Sporting de Lisboa y a comienzos del presente siglo donde entraron en contacto por primera vez, Queiroz, nacido en Nampula (Mozambique), tenía entonces una importante reputación como técnico de las divisiones inferiores de la federación portuguesa y acababa de volver después de haber dado su primera vuelta al fútbol. El DT había decidido explorar nuevos horizontes futbolísticos, terminando de curtirse como DT en Estados Unidos, Japón, Sudáfrica y Emiratos Árabes Unidos.

Que los caminos de Cristiano (un fantástico proyecto futbolístico) y Queiroz (un hombre con olfato para detectar el talento) acabasen convergiendo en Lisboa en los primeros años de la década era sólo cuestión de tiempo, pero la aparición de un tercer actor (en rigor, un superagente) terminó por precipitar los acontecimientos. Se trataba del poderoso Jorge Mendes, quien logró colocar al técnico en Manchester como ayudante de Alex Ferguson para que éste gestionara el desembarco en Old Trafford de un jovencísimo CR7. Un negocio redondo para todos, un plan perfecto.

La experiencia como mano derecha de Ferguson en los Diablos Rojos -y la pericia titiritera de Mendes- catapultaron un año después a Carlos Queiroz, que se convirtió -por sorpresa y en reemplazo de Del Bosque- en el técnico presuntamente modernizador del Real Madrid de los Galácticos, un equipo lleno de estrellas y empachado de egos.

Pero apenas 11 meses duró finalmente su viaje intergaláctico y, despachado por Florentino, el estratega volvió a encontrar su lugar en el fútbol en el nuevo United de Cristiano. Es decir, otra vez a la sombra de Ferguson, a quien no abandonó más hasta 2008, cuando tomó las riendas de la selección portuguesa de fútbol.

De manera que aquel verano de Sudáfrica, aquel citado fracaso del Portugal de Cristiano y Queiroz ante la España (ironías del destino) de Del Bosque en los octavos que ahora buscan lusos y persas, el que marcó la ruptura definitiva entre el DT y el jugador, entre el inventor y su criatura, entre el discípulo y el maestro. Hasta hoy. "Pregúntele a Queiroz", fue la respuesta de CR7 cuando un periodista le preguntó por la derrota.

La posición del técnico en el eterno y sensible debate entre Messi y Cristiano no ayudóa las relaciones. "Cristiano es el mejor del mundo, pero Messi no es humano. No debería ser autorizado para jugar por la FIFA", afirmó el pasado febrero. Y para el último premio The Best, su voto como seleccionador iraní también fue para el argentino por delante del luso.

Por las vueltas caprichosas que describe el balompié y porque se conocen perfectamente, que el plan anti-Cristiano de Carlos Queiroz suscita hoy tanto interés en Rusia. Porque en su segunda cita mundialista consecutiva como seleccionador del combinado iraní (el que había anunciado que abandonaría en 2014 pero del que jamás llegó a moverse), el de Nampula no quiere quedarse, como en Brasil, a las puertas de la segunda ronda. Por ello tejerá ante Portugal (su selección, el equipo de sus padres, de su tierra adoptiva) la misma tela de araña que a punto estuvo de convertir a España hace algunos días en su primera gran presa. Una estrategia de la que los pupilos de Hierro alcanzaron a escapar apenas por la rodilla salvadora de Diego Costa y que esta tarde tendrá a Cristiano Ronaldo como el objetivo a neutralizar, el propietario de la llave maestra.

A un solo punto de distancia, en la tabla clasificatoria del Grupo B, del combinado portugués al que dirigió tantas veces, la empresa de Queiroz de hacer historia con los Príncipes de Persia no asoma hoy tan descabellada como pareciera, pero pasa inevitablemente por romper con el pasado y hundir al cuadro luso en el frente a frente. Un conjunto que se presentará esta tarde en el Mordovia Arena con su formación de gala, la compuesta por Cristiano y diez más, por el monstruo creado por Queiroz y su ejército de siempre.