Nadie sabe dónde quedó la Croacia que le peleaba el mote de candidato a Brasil, Bélgica o Inglaterra. Esa que humilló a Argentina y ganó su grupo. Contra Dinamarca, en Nizhni Nóvgorod, llegó un equipo vacío del que solo un nombre se salvó: Subašić.

Porque fue en la tanda de penales donde el portero se redimió de su complicidad ante el inocente y sorpresivo primer tanto danés. Tras un lateral al área, a la manera islandesa, vino la viveza de Jorgensen para aprovechar el rebote y abrir el marcador, todo avalado por el guardameta del Mónaco.

Por primera vez en el torneo el equipo de Zlatko Dalic estaba realmente en apuros. La madurez y las ganas de conseguir el pase a los cuartos de final se ponían a prueba como nunca. Como demostración, el empate llegó tan solo tres minutos después, con Mandzukic estrenándose en el Mundial.

El problema es que ni el ariete o sus compañeros hicieron mucho más. Si algo en común tuvieron los dos partidos de la jornada de ayer, aparte de los penales, fue la carencia de fútbol y la falta de ocasiones de gol.

Lo que a los 5' auguraba ser un partido de antología terminó siendo una decepción que solo entregó algo recién a los 115', ya en el tiempo extra, cuando Jorgensen derribó a Rebic en el área. El penal que aseguraba la clasificación croata fue errado por su figura y principal responsable de la campaña que entusiasmaba hasta a los más cautos: Luka Modric.

Peter Schmeichel no sólo le adivinó el tiro, también le enrostró el mal partido que el multicampeón de la Champions League estaba haciendo. Si bien a jugadores como Modric solo les basta un momento de brillantez para arreglarlo todo -como lo fue el pase a Rebic antes del penal-, la imagen dejada ayer en la eliminatoria no estuvo a la altura de lo que se espera de él.

A su rescate tuvo que salir Rakitic y Rebic, dos sobresalientes en medio de una mediocridad generalizada.

Los escandinavos también compartieron el desdén por el buen jugo, aunque a medida que el reloj avanzaba se impregnaban de las mejores ocasiones. Las ganas y la incredulidad de ver tan disminuida y errática a una selección que en el papel era superior les dio motivación para ir a ganar el partido. Sin embargo, a pesar de sitiar a Croacia por largos pasajes, nunca lograron amenazar por completo a su rival.

En ocasiones los penales vienen a coronar un gran partido, pero ayer trajeron la emoción faltante a un compromiso soporífero. Inyectaron su primera dosis con el de Modric, para luego desatar el paquete completo con una errática aunque infartante definición.

Allí aparecieron los porteros, tan poco visitados durante 120' jugados. Schmeichel ya se había probado a sí mismo: faltaba Subašić, quien venía bajo la presión por haber sido partícipe en la apertura de la cuenta. Pero encontró su expiación. Detuvo tres remates y mandó a su escuadra a unos cuartos de final que no conseguía desde Francia '98. Croacia avanza, pero deja su favoritismo en octavos.