De amor a primera vista e evitar la exposición pública: la metamorfosis de Ricardo Gareca en la Roja
El Tigre no lo está pasando bien y no lo esconde. En los últimos días, se tomó unas extensas vacaciones, que también fueron cuestionadas. El técnico se jugará la vida ante Perú y Venezuela.
Ricardo Gareca es anunciado por los altoparlantes del Estadio Nacional y, de vuelta, su nombre recibe pifias. El romance que había nacido cuando el Tigre asumió la banca de la Selección, en reemplazo de Eduardo Berizzo, quien se fue entre abucheos, está terminado. Lo fulminaron los malos resultados que el estratega ha conseguido, primero en la Copa América y, luego, en las Eliminatorias. La gira por Europa, con la victoria ante Albania y la prometedora actuación frente a Francia, y el contundente triunfo ante Paraguay, justo en la previa del viaje a Estados Unidos, donde se extraviaron las victorias y los goles, son ahora un recuerdo que incluso parece lejano.
Después de la caída ante Brasil y Colombia, que aleja un poco más a Chile del Mundial, el entrenador llegó a aludir a esas presentaciones como una suerte de espejismo que alimentó expectativas desmesuradas, sobre las que hoy se mediría equivocadamente su gestión.
Gareca muestra su peor cara. Se le nota enojado. Incluso antes de la caída ante la Canarinha había dado muestras de esa sensación. En septiembre, había dado luces concretas. “No la estoy pasando bien”, admitió. Se siente cuestionado, pero, de la misma forma, invalida a sus críticos. Dice que acepta las opiniones de todos, pero, paralelamente, reduce el espectro y le atribuye una potencial superioridad a su condición de entrenador. Desde ella, se anima a invalidar a los detractores que su gestión empieza a sumar.
“Uno puede criticar, lo pueden hacer. Ahora, yo no puedo debatir con ustedes porque no son directores técnicos, no saben lo que es estar en un vestuario con jugadores que, de pronto, son figuras, millonarios y que se dedican y uno tiene que tomar decisiones”, fue una de las frases con la que se enfrentó a los medios en la conferencia previa a la caída ante la escuadra de Dorival Júnior. En Perú, su palabra era ley. En Chile se la rebaten.
Vacaciones cuestionadas
El entrenador optó por aislarse. El 18 de octubre viajó a Argentina. La explicación fue que pasaría el Día de la Madre con su familia. Sin embargo, permaneció por 9 días en Buenos Aires, lo que profundizó las críticas que ha recibido por el rendimiento de la Roja. Figuras como Claudio Borghi y Nicolás Peric, ambos con pasado en la Roja, cuestionaron la decisión del estratega y reclamaron que en las actuales condiciones de la Selección, lo más prudente habría sido permanecer en Chile.
“Si tú trabajas acá y eres entrenador de la selección chilena, tienes que estar en Juan Pinto Durán todos los días. Es tu trabajo. Después él verá qué hace, si ve partidos o se pone a jugar cartas, pero tienes que estar ahí”, dijo el Bichi. El exarquero se animó, incluso, con una teoría. “Me parece insólito. Creo que está aburrido y no quiere renunciar porque hay mucha plata”, sentenció.
Gareca volvió el lunes al país. Dice que junto a sus seres queridos logró el impulso que necesitaba para buscar la recuperación con la Roja. “Estuve con la familia, por el Día de la Madre y el cumpleaños de uno de mis hijos. Aproveché esta semana. Llego con energías renovadas, la situación la trataremos de resolver cuanto antes (...) Son todas finales las que jugamos”, dijo a su retorno. Lo que se juega no es poco: la dirigencia de la ANFP le exigió obtener cuatro de los próximos seis puntos en disputa, ante Perú y Venezuela.
El DT le restó importancia a las críticas que ha recibido. “Eso forma parte de nuestra profesión y de que no se han dado los resultados. Ojalá podamos revertir esta situación”, se limitó a consignar. Durante los últimos días, Pablo Milad lo visitó en Juan Pinto Durán.
Precauciones
El estratega nunca se ha mostrado especialmente simpático, pero ahora exhibe una faceta más frontal. “Es lo mismo que yo quiera opinar de medicina. Puedo decir ‘estás engripado, toma algo’. No puedo hablar con propiedad, puedo opinar simplemente. Nadie de ustedes sabe lo que es estar frente a un plantel y tomar decisiones. Los técnicos sabemos este tipo de cosas. Ustedes no son técnicos, yo sí”, insistió, en su descarga con los medios, antes del partido con Brasil que, por cierto, la Roja perdió. “Te habla un técnico que vivió un proceso de siete años y medio y que le tocó poner a jugadores sin experiencia. Y esa selección logró objetivos importantes. De una posición de ranking FIFA de 50 o 60, llegó a estar en 2017 en el puesto 10 del mundo. Ustedes tienen esa información, como lo saben todo. No te está contestando cualquiera”, reforzó, a modo de validación.
Con los hinchas, también se muestra distanciado. “Si tengo que hablar de Chile, tengo que decir que me tratan muy bien. Las críticas son razonables, las acepto, pero en todo lo demás, perfecto”, dijo, inicialmente, respecto de la relación con el país. Sin embargo, tarda poco en reconocer que ha tomado ciertas medidas. “No soy de salir mucho en este momento. Paso más en el departamento y en el trabajo. A veces el termómetro me indica que es difícil en este momento. Soy respetuoso del momento”, apuntó, en relación a la percepción que puede estar generando su trabajo. Por el momento, a diferencia de lo que les sucedió a algunos de sus antecesores, no ha recibido reproches demasiado significativos o, concretamente, amenazas. Pero el rechazo tampoco le genera indiferencia.
El duro presente no flexibilizó a Gareca. Ni en sus palabras ni en el rictus. Al pesimismo ambiental lo enfrentó con una postura categórica. “Yo sigo pensando en este (Mundial). Reconozco que los tiempos se acortan, pero todavía tengo fe. De parte nuestra, me encantaría continuar un proceso, pero no está a mi alcance. Creo que lo necesita. Más allá de eso, tengo expectativas. Creo en los muchachos. Tengo esperanza en el jugador chileno. Podemos tener actuaciones mejores que esta, ir creciendo como equipo. Todavía hay mucho rodaje. Después, Chile necesita un proceso. Si nosotros somos los indicados o no, a nosotros nos toca esto. Nos toca vivir este momento. Creemos que es necesario que vayan viendo otras alternativas, que puede ser importante”, estableció.
En la parte final de la misma intervención, se hastió de tener que responder repetidamente sobre su futuro. “En ningún momento usted me escuchó decir que yo me bajo. Estamos en condiciones de hilvanar rachas. Necesita ir encontrando figuras, valores. No le puedo asegurar que sea yo, pero yo no me bajo de ninguna manera. No cambio el discurso. De ninguna manera me bajo de la posibilidad de un Mundial. Perder me aleja, soy consciente. Pero mientras los números me dan, sigo teniendo fe y confianza”, responde frente a una consulta. Otra vez, parecía sulfurado. Con el ceño más fruncido que nunca.
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