En marzo de 2019, Natalie Lubascher (30 años), sin ser despedida ni mucho menos, dejó su trabajo en la Viña San Pedro Tarapacá. Su profesión y desempeño como agrónoma enóloga le permitió escalar al cargo de export manager Caribe de la empresa, pero nada le importó al presentar la renuncia. Abandonaba los vinos por dedicarse cien por ciento a su pasión, el nado sincronizado.
Sin ingresos, pero con el bolsillo lleno de ahorros y el espíritu lleno de sueños, la seleccionada nacional se dedicó a dar todo por su bandera en el periodo desde que dejó de trabajar hasta el inicio de la pandemia. El World Series de Barcelona, el Mundial de Deportes Acuáticos y los Juegos Panamericanos de Lima en 2019, sumado al Open de París este año, fueron las competencias donde participó junto a sus compañeras. Solo quedaba el Sudamericano y el Preolímpico a Tokio para cerrar la etapa que planificó monetariamente, pero la irrupción del Covid-19 aplazó competencias y desordenó su precisa agenda, dejándola en una posición crítica. Se acaban sus suministros, la situación país complica las chances de encontrar trabajo y el incierto futuro de las competencias la tiene a la deriva y al borde de la renuncia a la selección.
“Si no se cancelaban las competencias, en este punto yo ya estaría buscando trabajo o trabajando. Hasta acá tenía presupuestado quemar mis ahorros… El primer golpe fue que después de un año de apelaciones nos confirmaron que no nos van a dar el Proddar, uno que ya se hubiese terminado porque era el del periodo pasado. Pensé que me iba a llegar retroactivo ahora, pero nos dijeron que no. Entonces es súper duro, hay muchos deportistas que renuncian por esa razón. En la selección hemos perdido a varias por esa razón. Yo contaba con esa plata, lo había dado por hecho, porque es ridículo que no nos lo hayan renovado. Igual desde el IND se han portado bien y nos han estado apoyando. Por otro lado la ministra nos mandó kit de gimnasio a varios deportistas que estamos tratando de clasificar a Tokio. Tengo como un mini gimnasio en mi casa y sirve para entrenar, pero en temas de lucas no tengo ningún ingreso. Francamente no tengo de qué vivir y seguir entrenando es difícil. Y si me pongo a buscar trabajo ahora es súper difícil que encuentre por cómo está la situación país desde octubre. Es complicado”, declara la nadadora artística desde su encierro en Las Condes, donde arrienda departamento junto a dos amigas.
Dejar su trabajo por dedicarse a un deporte sin recibir paga, mantenerse con sus ahorros, y ahora estar al borde de los bolsillos vacíos puede sonar a mala decisión; aunque no para Natalia Lubascher. “No me arrepiento, aunque me hubiesen dicho todo lo que se iba a venir. Esto del coronavirus me pone más en contexto todavía. Me queda claro que hay que perseguir lo que uno quiere hacer y no quedarse con las ganas. Imagínate que ahora el mundo cambia para siempre y no podamos volver nunca a la normalidad. Con mayor razón me queda claro que lo más valioso es tener la libertad de hacer lo que uno quiere. Mi tema de plata es terrible, no te voy a mentir, pero nadie me va a quitar el año que tuve de representar a Chile”, dice.
Su tope en la selección admite que podría llegar en dos o tres meses, si no vuelve la normalidad para buscar una solución. Por el momento, no queda más que seguir con los entrenamientos online, los que ocupan sus días. “Entrenar sin agua es terrible. Por suerte nuestras entrenadoras han sido movidas y nos han conseguido clases distintas una vez a la semana. De baile, expresión corporal, yoga, y de otras áreas. Una vez a la semana también nos juntamos con América completa a entrenar. Nos turnamos y una selección de un país distinto dirige el entrenamiento. Estados Unidos, Canadá, México, nosotras, y así. Por el momento no hay ninguna opción de entrenar en piscina. En otros países sí lo hacen. Perú volvió a entrenar, en Europa hace rato, Estados Unidos también. Todos nos están sacando ventaja”, cuenta.
Actualmente, su compañera en dupla es Isidora Letelier, quien también estudia y colabora en una clínica en combate ante el Covid-19. Aunque Lubascher tocó el éxito y se dio a conocer junto a Kelley Kobler, quien es su pareja en marketing y amistad. “Yo con Kelley siempre seremos el primer dueto de Chile que profesionalizó un poco más esto. También conseguimos muchos recursos. Fuimos a unos Juegos Panamericanos después de que Chile no clasificaba hace ocho años. Con ella fuimos a un Preolímpico después de que Chile no iba hace 16 años. Y en equipo conseguimos plata sudamericana después de 24 años. También estamos metidas full en nuestro Instagram (@kelleynata), que es la plataforma que tenemos para dar a conocer el nado sincronizado. Generamos contenido y hacemos clases en vivo”, comenta. La dupla se disolvió en 2016 cuando ambas dieron tiempo a sus vidas. Kobler a la universidad y Lubascher al trabajo.
Quemando lo poco que le queda de sus ahorros y sin apoyos, Natalie Lubascher continúa su vida deportiva con el futuro en la incertidumbre. En caso de dejar el nado, ya se imagina lo que le podría esperar. “Me gusta mucho el área comercial, obviamente de vinos que es lo que yo estudie, pero también amplío mis horizontes a otros rubros, ojalá al deporte o tecnología. Me gustaría trabajar en Adidas. Otro camino también sería trabajar en el IND o en el Comité Olímpico, tratando de hacer la mayor cantidad de reformas en el deporte chileno”, lanza, de alguna manera aterrizando, en un contexto y país donde poco se puede hacer sin apoyos; mucho menos en medio de una pandemia. El sueño olímpico se ve más lejano que nunca.