De Los Trapenses a Tokio: la historia del Récord Guinness de la familia Lobo
Rodrigo y sus cinco hijos lograron una gesta única en marzo de 2023, al ser acreditados como el grupo familiar más numeroso en completar los seis maratones más importantes del planeta. Un viaje que duró ocho años y que les cambió la vida.
Completar un maratón ya es una tarea compleja. Llegar a la meta en los seis más importantes del planeta, una gesta para pocos. Hacer esto último, junto a tus cinco hijos, un hito reservado solo para Rodrigo Lobo (64 años). Y es que en marzo, él y sus descendientes se transformaron en la familia más numerosa en terminar los seis Majors de la especialidad, siendo reconocidos con un nuevo Récord Guinness.
Fue una tarea compleja, extenuante. Una que toma una gran parte de la vida, dice Rodrigo Lobo a La Tercera, poniendo de ejemplo a su hijo menor: “Cuando corrimos la primera estaba estudiando para la PSU, ahora está a un mes de dar el examen de grado”. En total fueron ocho años dedicados a recorrer las calles de Berlín, Nueva York, Chicago, Londres, Boston y Tokio.
Japón fue el país en donde el ciclo se completó, en donde fueron reconocidos por la organización internacional y en donde pusieron punto final a un proyecto que comenzó mucho antes que en 2016, cuando recorrieron las calles de la capital de Alemania.
“Yo corrí mi primera maratón cuando tenía 28 años y me gustó tanto que más adelante me hice socio de Santiago Runner. Iba todos los fines de semanas a correr con ellos, pero mi señora me dijo que tenía que empezar a hacer cosas con los niños. Así que comencé a salir con ellos. Primero íbamos a andar en bici o a pasear a los perros, hasta que un día comenzamos a trotar. Primero un fin de semana y después otro. Finalmente hubo un 5k (carrera de cinco kilómetros) en Los Trapenses y los inscribí. Fue la primera vez que corrimos juntos, tuvo que haber sido en 2004 o 2005″, confiesa el padre de la familia.
Aquella experiencia en el sector oriente de la capital, marcaría con fuerza a sus hijos, Rodrigo (35), Tomás (34), Santiago (29), Agustín (28) y Raimundo (24). No soltaron más esa pasión compartida y tras uno años de preparación fueron a su primer maratón en el extranjero. Amsterdam 2014. Lo hicieron nuevamente los seis. Un año después, caería Viena, con todos diciendo presente.
Pero en 2016 esta pasión dio un giro de 180 grados. “Cuando terminamos Berlín y dijimos que podríamos seguir corriendo los maratones majors, mi hijo Santiago dijo que esto podría ser un récord. En un inicio queríamos correr los seis, los seis maratones en seis años”, lanza Rodrigo.
Y aquella iniciativa se transformó en objetivo. En 2017 cayó Nueva York y un año después, Chicago. Pero la planificación inicial sufrió una modificación, ya que decidieron descansar en 2019 y volver en 2020 para atacar Tokio, algo que no se concretaría por la pandemia.
“Obviamente dejamos de correr, pero tenemos una casa con patio grande que da hacía una quebrada. Ahí hicimos un circuito en donde cruzábamos por un río, algo como 250 o 300 metros”, cuenta sobre sus días de cuarentenas. Algo lógico para todos, menos para Guinness, quien ese año incluso les mandaron un correo preguntando si iban a seguir con el proyecto u optaban por abandonar el récord.
Algo que no estaba en los planes. En octubre de 2021 recorrieron Londres, en 2022 Boston y en marzo de 2023 se enfrentaron al último desafío: el maratón de Tokio. El más nuevo de la categoría, pero uno de los más esperados por lo exótico de su circuito.
El día del hito
A las 3 horas y 27 minutos de carrera, Raimundo Lobo cruzó la meta del maratón de Tokio. Después, a las 4:12, lo hizo su papá y tres de sus hermanos. Finalmente, a las 5:47 de carrera, Agustín completó la carrera y consiguió el Guinness. Momento de felicidad total, pero que no estuvo exento de nerviosismo.
Esto, ya que a Tokio, uno de los Lobo llegó lesionado. “Rodrigo en el último largo de entrenamiento le vino un edema óseo en el tobillo, la puerta de entrada a la fractura por estrés. El doctor nos dijo que la lesión era delicada e hicieron una especie de convención entre seis traumatólogos. Tres dijeron que podía correr y otros tres que no podía. Él tomó la decisión de correr con con antinflamatorios y analgésicos”, admite su padre.
Pero el mayor de los hijos no lo dudó. No iba a perderse el reto final. “Partimos corriendo juntos Rodrigo, Tomás, Santiago y yo. Nos fuimos juntos durante un largo tramo, después Santiago se escapó y yo me quedé con Tomás y Rodrigo, viendo si estaba bien, dando instrucciones de los remedios. Fue una carrera muy estresante, porque no sabíamos qué iba a pasar. Hasta el final tuvimos la preocupación de saber si podíamos lograr el récord”, agrega.
Y aunque durante el desarrollo del maratón, ese grupo se fue dispersando según los ritmos, cuando quedaban 30 metros para la meta, Rodrigo padre vio como tres de sus hijos los esperaban para cruzar la meta. Uno ya había terminado hace más de media hora. Al otro le quedaban más de una para sumarse a los festejos. “Llegamos los cuatro abrazados. Nos sacaron hartas fotos, nuestra señora nos pasó la bandera chilena”, recuerda.
Dentro del libro
El padre de los Lobo admite que estar en los Guinness es todo un proceso. Que antes de lograr la hazaña en Tokio, le pidieron una serie de documentos para confirmar la gesta. Registros de nacimiento, libreta de familia, pruebas de que corrieron todos los Maratones y que lograron concluirlos.
Y es que tal es la la prolijidad de las instituciones, que ni siquiera pudieron compartir con la encargada de certificarlos una vez logrado el hito. “Queríamos invitarla a comer con nosotros, pero fue imposible. De todas maneras nos entregó los certificados y dio un discurso en una celebración que tuvimos en el piso 30 de un rascacielos en Tokio”, rememora Rodrigo.
Al final de la conversación con La Tercera, Lobo afirma cuál es el mayor significado que tiene para él su proeza. “Me encanta siempre manifestar mi gran cariño por la institución de la familia, es algo que está menoscabado y es algo super importante, porque ahí está parte de la felicidad del hombre. Uno recibe y da mucho amor. Es la instancia más importante para entregar el amor”, manifiesta con convicción.
Fue ese el motor que lo llevó a dejar las salidas de fin de semana con los amigos a trotar, para transformarlas en las primeras expediciones familiares con sus hijos. Fue ese el motor que apareció en Los Trapenses y el que los llevó al Récord Guinness en Tokio.
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