De Poyet a la fiesta comandada por Paulucci: la bitácora de la estrella 16
Desde el fallido paso de Gustavo Poyet hasta la espectacular irrupción de Cristian Paulucci. El camino hacia la gloria eterna estuvo lleno de obstáculos para Universidad Católica, pero una vez más el equipo cruzado sacó a relucir su jerarquía. Lo de la UC es historia pura.
Fue una mañana inusual en San Carlos de Apoquindo. Ese lunes 30 de agosto, Juan Tagle y José María Buljubasich llegaron temprano al complejo deportivo Raimundo Tupper para reunirse por última vez con Gustavo Poyet. Las horas del técnico uruguayo estaban contadas. Resultaba extraño, porque hace mucho tiempo que Universidad Católica no despedía a un DT.
Sin embargo, la derrota por 3-0 ante Palestino, en la fecha 19 del Torneo Nacional, caló muy hondo en el camarín estudiantil. No había vuelta atrás. La UC cambiaría de entrenador a mitad de temporada después de siete años. El último que cayó con el torneo en marcha fue Julio César Falcioni, en 2014.
Esta vez, el charrúa tomó la iniciativa. Apenas llegó al vestuario visitante del estadio Municipal de La Cisterna le comunicó su decisión al plantel. Luego, se lo hizo saber a la directiva. Se iba. Entendía que era necesario separar los caminos. Todos estuvieron de acuerdo. El estilo europeo y conservador del oriental jamás cuajó. La irregularidad del equipo y la tensa relación del cuerpo técnico con varios jugadores eran motivos suficientes para dar un golpe de timón. Así fue.
“En aras de lograr el tetracampeonato, ambos concordamos en que había que hacer un cambio”, explicó el presidente de Cruzados, en una conferencia conjunta con el gerente deportivo y en la que también estuvo presente un abatido Poyet. Fue un acto de diplomacia máxima que sorprendió, incluso, a los detractores del oriental. Pese a la crisis, el conjunto de la franja no se salía de los márgenes ni un centímetro.
“Hubo momentos en que me entusiasmé, pero no pudimos lograr una racha de victorias”, lamentó el extécnico del Betis, al que tampoco le fue tan mal. Pese a la mala imagen futbolística que dejó en su etapa final, logró cumplir con dos objetivos: ganarle la Supercopa a Colo Colo, con remontada incluida, y abrochar una muy meritoria clasificación a los octavos de final de la Copa Libertadores, cuando el Covid-19 y las lesiones diezmaban al plantel.
La apuesta por el estilo europeo no resultó, está claro, pero la salida del uruguayo marcó un antes y un después en la bitácora del tetracampeonato. Su adiós propició la llegada de Cristian Paulucci a la banca del primer equipo, donde fue secundado por Rodrigo Valenzuela y Jaime Rubilar. Con ellos se obró el milagro, la resurrección del cuadro de la franja, que firmó una recta final impresionante al mando del argentino, cuya única mancha fue el clásico ante Colo Colo, donde se quedó sin piernas.
Porque a diferencia de los títulos anteriores, esta vez la UC tuvo grandes obstáculos para coronarse. De partida, no hizo pretemporada. Fue tricampeón después de un 2020 extenuante; disfrutó de unas cortas vacaciones; volvió a los entrenamientos y a los pocos días otra vez ya estaba en competencia. La falta de fondo físico y de preparación se notó. Poyet lo pagó caro.
El gran mérito de Paulucci radica en que supo sobrellevar ese déficit con una idea de juego simple, ofensiva, acorde a la identidad del plantel. Un sistema de juego muy parecido al de Ariel Holan, el DT que más influyó en su estilo. De inmediato se vieron los resultados. Católica venció a Audax Italiano y se metió de lleno en la pelea por la parte alta. Luego, se impuso en La Granja, ante Curicó Unido, en otro duelo fundamental, donde el Flaco mostró una gran lectura del partido, por lo que recibió elogios de sus jugadores. Ahí se ganó la continuidad.
Buljubasich vio en su íntimo amigo al hombre indicado, a la persona ideal para seguir adelante y cumplir el sueño del tetracampeonato. Así se lo hizo saber al directorio. Y la mesa estudiantil lo apoyó, una vez más. Desde ese momento, se suspendió la búsqueda de técnico para darle la oportunidad al Pelado Termo, como le dicen cariñosamente los hinchas. Resultó ser un acierto histórico, la mejor decisión de 2021.
“Como dijimos en un principio, este cuerpo técnico era interino, por lo que iniciamos conversaciones con algunos entrenadores, pero, al mismo tiempo, es inevitable y lógico evaluar lo que está sucediendo en el día a día y en los partidos. Se vio un muy buen trabajo en la semana, el que se vio plasmado en los partidos. Por lo tanto, hay argumentos desde lo futbolístico, la metodología de trabajo y lo que se realizó en cancha que nos permiten ser optimistas de que los resultados que se dieron se puedan seguir dando”, señaló el Tati, el 15 de septiembre.
El recuerdo latente de 2010
Así comenzó la operación remontada del conjunto de la precordillera. Una increíble racha de siete victorias consecutivas posicionó a la UC como el único escolta de un renovado Colo Colo, que luego de pelear el descenso ahora era el exclusivo líder.
Solo dos puntos separaban a ambas escuadras cuando llegó el partido decisivo del campeonato. Una verdadera final anticipada. El Cacique recibió a la escuadra de Paulucci en el estadio Monumental, el domingo 24 de octubre.
Los cruzados sorprendieron en el primer tiempo, a través de Diego Valencia, pero se quedaron sin piernas en el complemento y sucumbieron ante el insistente acoso del elenco albo, que igualó a través de Pablo Solari y que luego, en el último minuto, celebró un triunfo de campeonato, gracias al resistido Javier Parraguez.
Los de Gustavo Quinteros daban un golpe de autoridad al campeonato. El equipo de Macul le sacaba cinco puntos de ventaja a los de la franja, a falta de solo seis fechas para el final. Una diferencia decisiva, muy importante. Así las cosas, todo parecía perdido para Católica. Un escenario calcado al del 2010.
De poco sirvió la extraordinaria actuación de Sebastián Pérez, quien le contuvo un penal a Iván Morales y luego bloqueó el rebote, cuando el segundo tiempo recién comenzaba. El Zanahoria es otro hito del tetracampeonato cruzado. Un arquero del que se dudaba que pudiera estar a la altura de Matías Dituro, pero que, sin embargo, hizo olvidar al excelente meta argentino, quien partió cedido al Celta de Vigo, a mediados de año.
Sin embargo, tal como ocurrió hace 11 años, Colo Colo cayó en desgracia y la UC le dio caza. Esta vez no fueron Diego Cagna ni sus ganas de dormir, sino que el Covid-19; el mal manejo interno de los protocolos de pandemia; las nominaciones por Eliminatorias y la falta de jerarquía. Todos estos factores le pasaron la cuenta al Cacique, que fue incapaz de resistir la presión de la penúltima fecha, que se jugó en simultáneo. El conjunto de Quinteros no estuvo a la altura y perdió por 0-1 ante Unión Española, mientras la UC sí cumplía la tarea ante Huachipato, en San Carlos de Apoquindo.
Increíble y coincidentemente, la historia del 2010 estaba destinada a repetirse. No obstante, mientras en el Monumental se quejaban porque se les aplicaba el reglamento ante Audax Italiano, los cruzados eran el único equipo enviado a cuarentena tras ser considerado contacto estrecho por el solo hecho de estar en la cancha junto a un contagiado albo.
Aquello casi le costó el campeonato al cuadro de Paulucci, que debió sudar sangre en su visita a Rancagua. En un duelo heroico, en el que desbordaron coraje y jerarquía, los universitarios derrotaron por 1-3 a O’Higgins, sin siquiera haber entrenado y anotando los tres goles en los últimos 11 minutos del partido. “¡Vamos que tenemos huevos! ¡Qué huevos tenemos!”, gritó el Flaco cuando Valencia sentenció el partido en El Teniente.
Justamente, fue eso. Una demostración de fuerza, una seria advertencia. No sería fácil derribar al, en ese entonces, tricampeón. Ni siquiera los errores de Roberto Tobar ante Santiago Wanderers pudieron abatirlo entonces. Los universitarios volvieron a demostrar su fortaleza ante La Serena, pese a un brote de coronavirus que diezmó al equipo y que causó numerosas bajas, incluso, unas pocas horas antes del partido. Al final, se impusieron por 0-2, con mucha clase y estirpe. Por si fuera poco, entremedio, un nuevo título, la Supercopa 2021, en penales, también con bajas, ante un exigente y digno Ñublense.
A la UC comenzó a salirle todo, mientras que a los albos cada vez les costaba más. Pérez, José Pedro Fuenzalida, Alfonso Parot, Marcelino Núñez y el imprescindible Fernando Zampedri llevaban las riendas de un equipo que no decayó, pese a todas las adversidades. Por eso, cuando Alejandro Chumacero anotó el gol de la ventaja para Unión en el Monumental, la precordillera estalló de felicidad. Los cruzados quedaban con la primera opción de alzar la copa.
Y lo consiguió ante Everton, al igual que en 2010. Esta vez fue en el estadio Sausalito, que se tiñó de azul y blanco para un partido que será recordado como uno de los más importantes de la historia del club de la franja y también del fútbol chileno. Merecido premio para un equipo que supo sobreponerse a 19 fechas con un técnico que nunca cuajó, que luchó palmo a palmo contra un Colo Colo que se sintió campeón antes de tiempo y que llegó a sacarle ocho puntos de ventaja en la fecha 22. Todo lo anterior le da un sabor especial y único a este título, y lo convierte en inolvidable, en uno de los favoritos. La estrella 16 de la UC se disfrutará por siempre.
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