De vender planes telefónicos a darle una plata a Chile: la singular historia del medallista Hugo Catrileo
El maratonista remató en el segundo puesto en la competencia pedestre panamericana. Mientras celebra su éxito, recuerda su historia de sacrificios con El Deportivo.
Hugo Catrileo está tan feliz como ajetreado. Desde que obtuvo la medalla de plata en el maratón de los Juegos Panamericanos, su teléfono no ha parado de sonar ni de recibir mensajes. De esos aparatos sabe de sobra, porque forman parte de su historia personal, que contará en esta nota a El Deportivo.
Antes, eso sí, repasa una jornada inolvidable para su carrera y para su vida. Lo hace con orgullo, pero también con un dejo de decepción. Aspiraba a más, pero sabe que, igualmente, entrará en la historia del deporte nacional con la misma energía con la que pudo cruzar la meta. “Quería el oro. No se logró, pero vamos a seguir trabajando. Tenemos las ganas y la disciplina para seguir intentándolo”, explicó después de cruzar la meta, cuando también extendió su felicidad al pueblo mapuche. Que hable en plural tampoco es casual, pues en todo momento comparte los méritos con sus compañeros en el Team Chile y con el staff que los respalda. Lo hará, otra vez, en estas líneas.
El otro plan
Catrileo se define ahora como un maratonista profesional. Está, en efecto, dedicado ciento por ciento a la actividad, porque tuvo que dejar el empleo que tenía, que le reportaba ingresos que, finalmente, contribuían a financiar los gastos que le genera el dpoerte. “Fue un trabajo muy bueno, pero no estaba produciendo y tuve que dejarlo. Me concentré después de eso en el maratón”, revela antes de especificar a qué se dedicaba.
Su anterior trabajo también tenía que ver con planes, pero no deportivos. “Trabajaba vendiendo productos de Movistar, en Salesland. Servicio de hogar, wifi, teléfonos. Me acogieron bien. Vendía planes cada a casa”, explica. “Me echaron porque no chamullarle a la gente”, bromea respecto de las condiciones en que se produjo su salida de la firma. “Estoy agradecido de la empresa y de mi jefe”, dice, aclarando que no hay rencores después de que tuvo que firmar el finiquito.
Contradictoriamente, no utiliza demasiado los servicios digitales que alguna vez promovió. “Trato de cuidar mis cosas personales. No comparto mucho en redes sociales. Uso Instagram, claro, pero básico. Posteo solo lo deportivo. Lo personal me lo guardo para mí, para los míos. A la gente le interesa ver al payaso, pero yo no soy de esos”, sentencia.
Antes, también en la búsqueda de recursos, ejerció otras actividades comerciales: cosechó papas y vendió confites. “Eso se hace en el campo. Uno aprovecha el tiempo de cosecha para que nos ayuden a nosotros los viejitos. Vendía confites, pero no nos decía para no preocuparnos”, reveló su madre en su momento más feliz. Catrileo es oriundo de Puerto Saavedra.
Ansiedad y emoción
Catrileo repasa las características de la competencia. “Fue una carrera bien estratégica, que se planteó bien. Una segunda media maratón bastante más rápida. Mejoré mi marca, que es importante, pero me quedó el sabor amargo de no haber conseguido lo que quería. El objetivo era pelear por el oro. Di lo que pude, pero no alcanzó”, lamenta, en esa mezcla de sensaciones encontradas con la que quedó.
Luego, explica el sentir colectivo que ha manifestado después de la consecución del logro. “Hubo un trabajo en equipo. Es una medalla que se refleja en mí, pero que de todos lo que integramos este equipo, porque eso somos. Trabajamos Víctor Belmar, con Matías Silva, Matías Sepúlveda y los auspiciadores. Hay todo un equipo. Matías Silva llegó cuarto, pero hizo un trabajo importantísimo para que pudiera lograr la medalla. Es suya, también”.
En el mismo sentido, profundiza que lo más alto podio era el objetivo grupal. “Hace bastante tiempo que venimos con ese hambre. Entrenamos para estar en los primeros lugares. Sabíamos que (Cristhian) Pacheco venía fuerte, pero también que le podíamos dar pelea”, sostiene. Del rival más fuerte se había informado convenientemente. “Como en todos los deportes, se estudia a los rivales. Sabemos los resultados anteriores a la competencia, la consistencia de los competidores en sus respectivas carreras. En esos datos uno se basa para la planificación. Sabíamos que estábamos todos parejos. Que iba a ser una carrera apretada. Y lo fue”, refleja.
También revela como fue su espera. “La jornada del sábado fue levantarse temprano, para aclimatarse a la hora. Desayuno y dormir, porque en la noche se duerme poco. En la tarde ya no pude. En la noche previa a la carrera desperté cada una hora y a las 4 ya estaba en pie. A las 21 horas comí pastas y partí a acostarme, pero, de verdad, no pude dormir. La ansiedad en momentos como este es demasiada”, resume.
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