Veinte de julio de 2015, Toronto. Mientras Chile se alistaba para sus mejores Juegos Panamericanos, un dopaje lo manchaba. Carlos Oyarzún, una de las cartas para hacerse de un podio en el megaevento, marcó positivo por EPO (del tipo CERA) en un control realizado en la villa olímpica. Nuevamente, los pedales ensuciaron al deporte nacional. Finalmente, fue sancionado con un castigo de cuatro años.

Es triste, pero el dopaje y el ciclismo han estado ligados de cerca prácticamente desde el comienzo de la actividad en Chile. Ni hablar del mundo. Conocidos son los relatos que cuentan cómo antes, sin los medios que actualmente existen, muchos recurrían al veneno para ratas, aprovechándose de la estricnina que contiene, para pedalear más y más fuerte. Desde el principio, ya todo estuvo mal. Así lo relata Peter Tormen, uno de los mejores pedaleros de la historia chilena: "En los 60, también en los 70, muchos ciclistas utilizaban este elemento, en cantidades mínimas, porque los dejaban activados".

Por ello es que ahora, con los positivos de Constanza Paredes Martínez y Andrés Silva Zambrano, ambos miembros del equipo nacional que en menos de un mes iba a representar al país en Lima 2019, el COCh decidió desligarse oficialmente del ciclismo, protegiéndose de un escándalo que solo aumenta.

Para muchos, la desafiliación de la Federación Ciclista de Chile (Fecichile) del olimpismo nacional es la muestra clara de que el deporte tocó fondo en el país; para otros, es solo una arista más de la podredumbre que existe en él.

De hecho, desde 2012 hasta ahora la lista no ha hecho más que estirarse. Son 25 los resultados analíticos adversos que recaen en el ciclismo, siendo la disciplina que lidera la lista negra del deporte nacional.

Lo que terminó de hastiar al COCh fue que de los dos positivos que han aparecido, ambos son entrenados por los jefes técnicos de la Federación. Paredes es pupila de Pilar Gallardo, mientras que Rafael Aravena es el coach de Silva. Ambos fueron puestos en el cargo por el vicepresidente de la Fecichile, Sirinio Saavedra, un reconocido entrenador -con cinco episodios de dopaje en sus entrenados-, quien además es cónyuge de Gallardo. Con los antecedentes sobre la mesa, el directorio del Team Chile no tuvo muchas opciones.

De hecho, en el equipo nacional que se pensó para Lima, seis deportistas tuvieron (o tienen) un historial manchado por el consumo y tenencia de sustancias prohibidas. Antonio Cabrera, las hermanas Aranza y Paula Villalón, además de Denisse Ahumada, son los otros. Ellos, eso sí, ya cumplieron sus castigos.

Pese a que el presidente de la Federación, Germain Pérez, exigió el lunes la remoción de Gallardo como jefa técnica de la delegación nacional, su voz fue desoída con insolencia. Aunque quiso poner mano dura, fueron los propios deportistas quienes amenazaron con bajarse de los JJPP si es que la medida se llevaba a cabo.

Ante ese escenario, Pérez, un hombre que poco entiende del oscuro mundo de la ruta y la pista (proviene del BMX) no tuvo más remedio que recurrir al COCh.  "Voy a pelear aunque me cueste el cargo, yo me desmarco de toda esa gente (ligada al dopaje)", comentó ayer a La Tercera.