Otra tarde para el olvido. Otra jornada de lamentos y errores. Una que vuelve a hundir a la U y que ya transforma el mal momento en una crisis profunda. Melipilla se llevó la victoria con un 3-0 contundente, desgarrando a un equipo sin alma ni convicciones. Ya son siete encuentros sin festejos para los laicos, alejados de todo y sin fútbol para pensar en una salida.
Los azules salieron a la cancha del Lucio Fariña y el calor fue el primer golpe que recibieron. Con una sensación térmica cercana a los 30 grados, el duelo de hoy no iba a ser un agrado para nadie. Además la cancha sintética aumentaba esa incomodidad. Los más críticos ya decían, “con este calor y en este horario (12 del día) no se puede jugar”. Pero pese a aquello, los equipos buscaron con todo en esos primeros minutos.
Fueron momentos de propuesta y entrega, pero también de mucho roce. El posible penal del minuto 18 una muestra de que las defensas dudaban mucho en las áreas y que a momentos las piernas llegaban tarde, posiblemente producto del sol que ya comenzaba a pasar factura.
Los jugadores se sentían ahogados, absorbidos por el caucho candente del recinto de la quinta región, pero no podían detenerse. En ambos lados se jugaban mucho. La U necesitaba airosamente salir del letargo en el que están sumergidos desde el superclásico. Melipilla por su parte obligado a sumar puntos para aliviar la tensión del descenso.
Y los locales fueron los primeros en castigar. Fue una jugada que se gestó desde su arco. Peranic metió un balonazo que recibió Zavala y ahí la U volvió a caer en una pesadilla. El 20 de Los Potros sacó una jugada de crack, dejando retratado a Osvaldo González y conectó un tiro imposible para De Paul. Celebración total entre los locales y miradas de preocupación entre los visitantes, unas que cada vez se repiten más.
El lío del minuto 42, por barristas que siguen sintiéndose con un rol que no ya va, fue suficiente para dormir esos últimos minutos del primer tiempo. Poco fútbol, pero lo suficiente para entender que la U ya no era la misma. Que el gol de Zavala había comprometido el subconsciente de los jugadores laicos. Los hinchas levantaban al equipo, pero en la cancha todo seguía inmóvil. Por eso el entretiempo podía ser un nuevo aire. Una charla medida, ajustar las piezas y salir a por el empate.
Pero aquello no sucedió. 15 minutos después la U siguió sin encontrar el rumbo ni la claridad. El gol de Sosa en los 50′, tras otro destelló glorioso de Zavala, la puñalada final. Un golpe del que no pudieron salir adelante. A momentos los dirigidos por Valencia buscaron un fútbol ofensivo, pero nuevamente se quedaron cortos. Es un bucle esta Universidad de Chile. Una repetición continua de los mismos errores de siempre.
El golazo de Vidangossy, cuando la U ya estaba mirando el reloj más que el arco rival, fue una muestra de lo que hizo Melipilla durante todo el día. Ataques eléctricos, directos, que siempre dejaron desconcertada a la defensa visitante y que mostraron lo peor del 4 azul. La tarde de Osvaldo González fue realmente para el olvido.
Así la maldición de la U sigue sumando capítulos. Ya son cuatro derrotas al hilo, siete partidos sin ganar y más de 300 minutos sin hacer goles. Un panorama oscuro, fuerte, decidor. Los azules siguen hundidos, mostrando su peor cara cada vez que salen a la cancha. Semana a semana. De vergüenza en vergüenza.