Por entre los muros del Centro Deportivo Azul, una vez más, se cuelan los cambios que Alfredo Arias haría para enfrentar a Colo Colo mañana. Desde que llegó por la ventana a Universidad de Chile, el técnico uruguayo ha utilizado 24 jugadores y cuatro esquemas distintos en ocho partidos (además de perder la mitad de esos partidos y recibir 18 goles). A esta altura, donde solo la inercia lo mantiene en el puesto, el entrenador uruguayo juega a los dardos a ciegas: probó todo lo que se puede probar, buscó todo lo que se puede buscar y le pasó la camiseta a todo quien se la pudiera calzar. La dinámica: titular, tribuna, banca, titular… ha sido una constante. El domingo pasado Pablo Parra entró como solución en la segunda etapa contra Coquimbo Unido, cuando estuvo a un pelo de quedar fuera de la citación. Ahora dicen que Rodrigo Echeverría será titular en el clásico, después de estar como suplente varias fechas y hasta Ángelo Henríquez volvería al equipo cuando se suponía que había perdido todas las opciones luego del empate contra Everton.

Nada es absoluto con Arias. Ni los jugadores, ni el sistema, ni las convicciones. Universidad de Chile no busca un sistema, una forma o un sentido de juego, no hay espacio donde el técnico plasme sus "ideas". Ante la realidad aplastante, Alfredo Arias apenas intenta sobrevivir y el equipo sumar puntos.

Lo de mañana es el lance final: todo o nada. Ganándole a Colo Colo existe una remota posibilidad de salvar la expedición y no volver a Montevideo completamente apaleado. La verdad es que el entrenador está sentenciado. Claro, si le gana a los albos y después a Iquique, por ahí la dupla Goldberg-Vargas firman un indulto que lo haga llegar a la segunda rueda. Aunque no es ningún secreto que Sergio Vargas quiere sentarse en la banca más temprano que tarde. Y hay otro tema con Arias, como si faltaran, su nombre y trabajo están ligados directamente a los malabares de Sabino Aguad. Sacarse ese estigma es imposible.

Alguna vez la gente de Universidad de Chile deberá transparentar, con números en la mano, las esculturas de humo, le robo a Giovanni Papini la metáfora, inventadas por Aguad. Desde las zancadillas a Ronald Fuentes, pasando por los jugadores que "le trajo" a Kudelka sin que se los pidieran y culminando con el desembarco de Arias a espaldas de Carlos Heller, el ex gerente técnico hizo, deshizo, puso y sacó con total impunidad. Y tanta audacia difícilmente haya sido por puro amor a la camiseta azul. Hay cosas muy singulares, a modo de ejemplo, un millón de dólares costó el hoy cortado Sergio Vittor. Ahora, Aguad tenía espaldas y esas espaldas siguen cómodamente recostadas en las poltronas del directorio de la U.

Desde 2013 que Universidad de Chile no le gana a Colo Colo en el torneo nacional. Todos los partidos son distintos y todas las rachas se rompen. En contra de lo que dice la tabla, no hay una diferencia sideral entre ambos equipos. A los albos lo embocan por arriba todas las semanas y siguen dependiendo de Jorge Valdivia y, en menor medida, de Estaban Paredes. No es ninguna quimera derrotarlos, bien lo demostró la Universidad Católica de Quito o complicarlos como Unión La Calera o Palestino. Pero se necesita correr mucho, pensar más y tener la cabeza ordenada. De correr, la U corre, y bastante. A la hora de pensar ya empiezan los problemas. La cabeza ordenada ya tiene otro precio, impagable para Arias en este momento.

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