“Debe revisarse...”: lo que dice el contrato sobre cómo la Universidad de Chile podría quitarle el nombre a Azul Azul
El vínculo entre la casa de estudios y la concesionaria del club se estableció el 2007, bajo la rectoría de Víctor Pérez. Carolina Coppo, exdirectora de la sociedad anónima, analiza la complicada situación que gatilló las maniobras de Michael Clark.
La Universidad de Chile está preocupada. Las últimas operaciones financieras que cambiaron la propiedad de Azul Azul y que dejaron a Michael Clark como dueño del 63% de las acciones de la concesionaria que administra a la U, están siendo estudiadas por la casa de estudios. Al ser requerido por la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), el presidente de la sociedad anónima informó que pagó US$ 5.719.483 por los papeles que lo transformaron en el máximo controlador del cuadro estudiantil.
Durante esta semana, la rectoría llamó a sus dos directores (Andrés Weintraub y Héctor Humeres) a reuniones de urgencia para recabar información sobre la salida de Sartor -sancionada por la Comisión del Mercado Financiero- y el ascenso del ingeniero comercial.
¿El objetivo? Estudiar si dicha venta y compra no afecta los valores de la Universidad de Chile y, eventualmente, retirar el patrimonio más valioso que tienen: el nombre y los símbolos de la institución.
Se trata de una facultad que la casa de estudios posee desde hace 17 años y que hizo pública en la sexagésima séptima edición del plenario del Senado Universitario, el cual se realizó el 24 de abril de 2008.
¿Cómo se determinó dicho vínculo? Bajo la rectoría de Víctor Pérez Vera, se le encargó al decano de la Facultad de Derecho, Roberto Nahum, elaborar los “Términos y Condiciones para la participación de la Universidad de Chile en las actividades del Fútbol Profesional”.
Contrato que se comenzó a escribir el 12 de enero de 2007 y que se concretó en el acuerdo con Azul Azul el 15 de mayo del mismo calendario. La idea de la universidad era “la suscripción de acuerdo de uso de nombre y símbolos entre la Universidad de Chile y la sociedad concesionaria y la participación accionaria de la Universidad de Chile en la sociedad concesionaria a través de la suscripción de acciones preferentes que den derecho a elegir miembros del directorio (2)”.
Lo primero cobra especial relevancia, ya que la universidad podría dejar a la sociedad anónima que hoy controla Clark sin denominación y sin las clásicas insignias que la caracterizan. “En el acuerdo se estipulará la exclusividad del derecho que se confiera a la sociedad concesionaria para usar el nombre y el empleo de los símbolos correspondientes”, se manifestó en el documento público.
Allí también se lee que “la Universidad de Chile pueda autorizar el uso del nombre y los símbolos a terceros para objetivos distintos de aquellos relacionados con la actividad del fútbol profesional y sus actividades anexas, desarrollados por la Sociedad Concesionaria, o utilizarlos ella misma en actividades diferentes de aquellas relacionadas con el fútbol profesional”.
Y recalca: “La Sociedad Concesionaria deberá en todo momento, durante la vigencia del acuerdo, desarrollar e implementar las medidas necesarias para resguardar, frente a terceros, su derecho exclusivo al uso del nombre y los símbolos”.
¿Cómo Azul Azul puede perder a la U?
En los “Términos y Condiciones”, la Casa de Estudios establece claramente las “Causales de Término Anticipado del Acuerdo por parte de la Universidad de Chile con Azul Azul”. De hecho, quedó escrito que la universidad “se reserva el derecho privativo a ponerle fin a la unión en forma unilateral, sin más trámite que el envío de una carta certificada al representante de la Sociedad Concesionaria”.
Claro que, para ello, deben existir algunas causales. Una de ellas es la “insolvencia o quiebra de la sociedad concesionaria” y otra es “fusión o división de la sociedad concesionaria, sin el consentimiento de la Universidad de Chile”. Esto último es lo que estudian exhaustivamente, en relación a la operación de Clark con Sartor, cuestionada por la CMF.
Sin embargo, lo que se mira con más detención es que esta compra de acciones pueda enlodar el nombre de la universidad, ya que la casa de estudios puede quitarle el nombre y sus símbolos cuando estos se usen “de una manera tal que atente contra los principios y valores” de la misma.
También podrán ser quitados si hay “incumplimiento grave por parte de la sociedad concesionaria del contrato de concesión, modificación del contrato de concesión sin el consentimiento de la Universidad de Chile e incumplimiento en el pago del precio convenido”.
Otras razones son “si la sociedad concesionaria le da permiso a terceros para el uso del nombre o los símbolos para un fin distinto de las actividades relacionadas con el fútbol profesional y sus actividades anexas, sin la autorización previa y escrita de la Universidad de Chile o la violación de los derechos de la Universidad de Chile respecto de su participación preferente bajo los estatutos sociales o pactos de accionistas, según corresponda, de la sociedad concesionaria”.
La voz de una exdirectora
Llegó el año 2016 al directorio de Azul Azul, a través de uno de los cupos de la universidad, y renunció el 29 de diciembre de 2022. Carolina Coppo, docente de la casa de estudios, aborda la conflictiva relación que sostiene la Universidad de Chile con la sociedad anónima deportiva.
“Me preocupa muchísimo el futuro de la U, como a todos quienes queremos al club”, afirma en conversación con El Deportivo. Por lo mismo, sentencia que se debe reexaminar el vínculo entre ambas instituciones.
“Quizás debe revisarse en el sentido de incorporarle incentivos para que la concesionaria dé cumplimiento al contrato en todos sus aspectos, no solo en lo que dice relación con el pago del royalty, sino en cuanto a hacer uso del nombre y distintivos de la Universidad de Chile con respeto a sus valores y principios”, expresa la abogada.
”De todas formas, pienso que el contrato debe ser atractivo para que existan inversionistas que compran las acciones de Azul Azul, en caso contrario, si el convenio para el uso del nombre y distintivos se complica mucho o establece obligaciones muy gravosas, puede transformar la participación como concesionaria en algo poco atractivo”, advierte.
Ante la consulta sobre si los últimos acontecimientos ponen en riesgo el vínculo entre ambos estamentos, Coppo responde: “Eso depende de las decisiones que tome la universidad luego de informarse en detalle de lo que ha ocurrido y de observar, imagino, las resoluciones que tome la CMF. Se obtendrán conclusiones respecto a si ha habido de parte de Azul Azul un incumplimiento al contrato”.
Determinación que se resolverá durante los próximos días, ya que Clark llamó a un directorio extraordinario para explicar cómo se hizo del control de compañía y, tanto Andrés Weintraub y Héctor Humeres, asistieron. Por lo mismo, ahora se reunirán con la comisión que se formó para estudiar el caso e informar a la rectora Rosa Devés.
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