Dejar jugar o dejar golpear
Lo vivido en el clásico es vergonzoso, impresentable. Los jugadores no aportaron en nada al espectáculo. Mucha exageración, simulación, tratando de sacar ventaja de cualquier cosa.
Y agrego lo realizado por Roberto Tobar, árbitro internacional, que sin duda quedó en deuda. No supo conducir un juego que asomaba complicado por lo vivido durante la semana. Con una falta de concentración y un sentido futbolístico absolutamente desvirtuado, privilegió el dejar golpear sobre el dejar jugar al futbol.
Es sabido que cuando se concede un poco de libertades, los jugadores la transforman en libertinaje. Un mal del futbol que florece semana a semana. La falta de carácter del árbitro, la nula toma de decisiones en el momento oportuno. Un juez que en un partido muestra 13 tarjetas peca simplemente de falta de autoridad. Incluso de credibilidad.
Tobar se dejó contagiar por el descontrol de los jugadores. Y expulsa a Opazo, que no hace nada. Y no expulsa a Pinilla, quien golpea a Orión en el rostro. Un colegiado debe entender que el futbol es de roces, pero no de malas intenciones.
¿Qué queda para el arbitraje joven que mira como referente al que dirige un clásico? Así no crecerá el referato nacional.
Sólo una reflexión más. Si esto ocurre en un partido internacional, Tobar estaría en descanso durante bastante tiempo.
Actuación horrible.
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