Volvió a Pedreros 11 años después de su partida, con 11 años más de fútbol en sus botas y 11 años más viejo. Pero necesitó tan solo seis meses para demostrar que no se equivocaban quienes pedían su regreso. Porque Jorge Valdivia (34), elegido por los capitanes y técnicos de Primera como el mejor jugador chileno del Transición en la encuesta realizada por La Tercera, consiguió ser determinante en su primer semestre. Su sonrisa, la sonrisa de la liga, le cambió la cara a Colo Colo. Y su talento lo devolvió al éxito.
Pero a pesar de su categoría, eran muchas las dudas que suscitaba en un principio su teórico rendimiento. Tal había sido el terremoto mediático provocado además por la noticia de su repatriación, a mediados de año, que las primeras réplicas motivadas por su llegada dejaron temblando incluso las estructuras de la institución. Óscar Meneses, gerente deportivo del club, fue removido de su cargo por demorar la tramitación de la llegada de su pase antes incluso de que el Mago llegara a pisar un terreno de juego. Su estridente salario (de unos 100.000 dólares mensuales) sacudió también los cimientos del mercado. Todas las suspicacias se vieron disipadas en el momento en que el volante volvió a enfundarse la elástica del Cacique. Sucedió el 23 de julio, en la Supercopa y ante Universidad Católica, exactamente un mes y un día después de su presentación oficial. Al aplastante triunfo 4-1 de su equipo Valdivia contribuyó con dos asistencias y una efectividad en el pase del 100%. El show acababa de empezar.
"Futbolísticamente mantiene intactas sus características principales, el sentido de profundidad que tiene, siempre pensando en la habilitación entre líneas, en ese pase filtrado, y esa conducción que hace muy díficil quitarle la pelota. A eso ha ido sumando conceptos tácticos, porque si bien él no marca, sí que retrocede y se ubica en posiciones donde normalmente el contención rival no puede recibir el balón". El responsable de tan detallado análisis de la evolución de su juego es Fernando Díaz, gerente deportivo de Unión Española, pero también primer técnico en el profesionalismo del Mago de Macul. Allá por el año 2003, en Universidad de Concepción, el lugar donde empezó todo. "Pero cuando llegó a Concepción era un poco igual que ahora, genial en la cancha y extrovertido fuera de ella. Esa singularidad más o menos la mantiene", advierte.
Una singularidad, parafraseando al Nano Díaz, que en poco menos de un mes revolucionó Pedreros. "Físicamente me siento mejor que nunca", proclamaba el propio jugador en agosto, tras contribuir con goles (ante O'Higgins y Palestino) al alza del Cacique en el torneo. Pero la mejoría del conjunto albo con el devenir de las jornadas no venía sólo de la mano del repunte futbolístico del centrocampista, sino de su paulatina asunción de jerarquía al interior del camarín.
Convertido en la voz oficial del vestuario; en el irreverente animador de los entrenamientos (capaz incluso, a pesar de su indudable atracción mediática, de terminar una práctica y, por ejemplo, hacerse el muerto); y en el interlocutor frontal y espontáneo que tanta falta le había hecho a Colo Colo (y probablemente a todo el medio); la dimensión de Valdivia comenzó a crecer exponencialmente. Y a tornarse más cercana y accesible para el hincha. Porque no fue en el terreno del ilusionismo donde mejor supo moverse este semestre Valdivia, sino en el de la ilusión. "Jorge siempre ha sido igual en su forma de ser, muy directo, diciendo siempre lo que piensa. Es una persona súper honesta que no se anda nunca con rodeos. Su trayectoria ha fortalecido esa personalidad. Y ahora está de vuelta en su casa, en el club de sus amores, y se le nota partido a partido que juega muy feliz", sentencia al respecto Miguel Riffo, compañero del Mago en su primera etapa en el Cacique.
Una felicidad, la que subraya Riffo, traducida además este semestre en unos números inapelables desde todo prisma. Porque se dijeron muchas cosas a propósito de Valdivia antes de su llegada (que venía de un fútbol escasamente competitivo o que no estaba para jugar un partido completo, por ejemplo), pero el fútbol terminó por contestarlas. Tal vez sí aquello de que entiende e interpreta el juego de una manera distinta. O de que sigue pensando más rápido que el resto.
Porque el 10 de Colo Colo fue, con las estadísticas en la mano, el tercer jugador que más partidos disputó de todo el plantel del Cacique este semestre (13), superado sólo por Orión y Barroso; y uno de los siete integrantes del equipo que tuvo acción durante más de 1.000 minutos de juego (1.094 concretamente). Además, de los 12 duelos que inició como titular (sólo fue suplente en una ocasión) nueve de ellos los jugó completos. "Jorge ha sido el aporte que Colo Colo y que todo el fútbol chileno esperaban. Jugadores como él elevan el nivel del campeonato. Cambió a Colo Colo en el que sentido de que siempre va a haber gente que lo va a ver jugar porque el equipo, con él, va a jugar de un modo más ofensivo, que a la gente siempre le gusta. De hecho Colo Colo ahora es un equipo con Valdivia y otro sin Valdivia", manifiesta Díaz.
Y no le falta razón al ex futbolista y estratega, pues más allá de los guarismos referentes a sus minutos de competición, resultan mucho más elocuentes los números relativos a su incidencia directa en el juego de su equipo: un 73% de duelos ganados (más que Baeza o Zaldivia, por ejemplo, pese a no ser un jugador de corte defensivo); un 77% de acierto en los pases dentro de un total de 557 (superado sólo por Baeza y Valdés); 32 asistencias realizadas (es decir, más que ninguno), y 73 faltas recibidas (o lo que es lo mismo, más del triple que Paredes -22-, el segundo jugador más castigado de su equipo). "Yo creo que él y Valdés fueron los jugadores más importantes de este torneo", culmina Fernando Díaz.
Pero no sólo dentro de la cancha terminó por hablar alto y claro el 10 colocolino este semestre, quien tan pronto se sacaba una asistencia imposible de la manga para salvar a su equipo de un aprieto, como se detenía delante de los micros y las cámaras para disertar sin tapujos sobre cualquier tema. Para tildar de "estupidez" la tarjeta que Gamboa le había mostrado en Iquique (acusación por la que terminó siendo denunciado ante el Tribunal y posteriormente absuelto); para pedirle "más respeto" a Palermo, luego de barrer a su equipo del Monumental y recuperar la punta; para hacer añicos el legado del último seleccionador ("Pizzi no me dejó nada"); o para proclamar tras lograr con Colo Colo el 12° título oficial en clubes de su carrera: "Somos los mejores, le duela a quien le duela". Ayer mismo volvió a enzarzarse en una pelea tuitera con Barticciotto a propósito de las elecciones. Pese a proponer el voto por Piñera, no votó. Estaba de vacaciones en Estados Unidos.
También fue el más amonestado del campeonato (7 amarillas).
Seis meses le bastaron a Jorge Valdivia para volver a reinar, para ser de nuevo profeta en su tierra. Para ganarse al hincha con su imprevisible discurso, su extraña naturalidad y su franqueza. Y para reivindicarse, claro, sacándose otro título de la chistera.