Los abrazos de Arias con Espinoza. También de Larrivey con Sandoval. Un llanto de alegría de Cañete, que se seca las lágrimas de emoción. Junior Fernandes, el autor del gol del triunfo frente a Unión La Calera, recibe las felicitaciones. Cristián Aubert, el gerente general, se saca la mascarilla y canta el himno. Ya nada importa. La U, en diez minutos, logró salir del descenso y salvarse de toda amenaza de la B.

Nervios, problemas para conciliar el sueño. Imaginarse situaciones que podrían ocurrir durante el partido. Aliento, gritos y arengas. La U comenzó a vivir el duelo frente a Unión La Calera este sábado, casi 48 horas antes que se diera inicio al partido que se jugó en Rancagua. Sin pelota, sin cancha de por medio. Solo con hinchas, familiares y el descenso al acecho.

Fueron miles las personas que se apostaron en el portón del Centro Deportivo Azul para realizar un emotivo banderazo que, de alguna manera, les recordó a los jugadores todo lo que estaba en juego. No hubo espacio para rayados contra los jugadores ni tampoco contra la dirigencia. Solo estuvo permitido apoyar. Quizás, uno de los lienzos que más se lució, fue el mensaje que los miles de fanáticos querían transmitir. “No cuesta tanto hacer un gol. Pateen al arco de donde sea y dejen la vida en cada pelota. Ganen por esta gente”, decía la pancarta. Este último, al parecer, pareció ser la libreta que guió a los azules durante el encuentro.

Lo cierto es que en Rancagua el apoyo resucitó a un equipo que nunca quiso entregarse. Que pese a ir cayendo por 0-2, no perdió nunca la fe. En la llegada al estadio, los futbolistas, en su mayoría, ingresaron escuchando música. Quisieron aislarse de todo el ambiente, de toda la presión que los rodeaba. Ni siquiera los saludos de algunos dirigentes estudiantiles los hizo perder el foco. Vencer a La Calera era lo único que les quitaba el sueño.

“Es el partido más importante de la historia. Tenemos una gran responsabilidad, tengo una gran responsabilidad. Estamos represetando a muchos hinchas que están sufriendo por esta situación. Estamos confiados. Suena como una utopía por lo que hemos demostrado, pero la intención está en salir a buscar el partido (...) Estoy hace varios días con esa idea de ganar, de ganar. Esos riesgos tienen que ser asumidos. Tener carácter, personalidad. Y lo hemos hablado hasta en la charla técnica: ganar, ganar y ganar”, dijo Cristián Romero, en la previa al encuentro.

Y en la salida a la cancha, los aplausos se tomaron el camarin. “Vamos, esto es la U”, se escuchaba desde el camarin. Osvaldo González,quien asumió la jineta de capitán tras la lesión de De Paul, era el primero en salir a la cancha. El defensor, además, jugaba su último partido en el club.

Los altoparlantes intentaban motivar a los jugadores. Con canciones de la barra, grabadas a sonido ambientes. “Jamás te dejaremos, lo digo con orgullo”, decía la primera melodía, en la previa al inicio del duelo. Al mismo tiempo, Casanova y González se organizaban. Andía se tomaba la cara, en una señal de nerviosismo. Y Campos gritaba aleonando a sus compañeros.

A los 8′, los azules tuvieron la primera oportunidad. Luján, tras una gran jugada individual, remató al palo cambiado de Alexis Martín Arias. El argentino estuvo notable para enviar el balón al cornér. Desde Romero a Larrivey se tomaron la cabeza para lamentar la situación fallada.

Al momento de la hidratación, los jugadores azules aprovechaban la pausa para preguntar por los resultados que se jugaban en forma simultánea. Andía, el lateral derecho de la U, era el más intrigado. Algo de calma le entregaba que Huachipato fuese igualando, hasta ese minuto, frente a Melipilla, en la Octava Región. En la vuelta, a los pocos segundos, el travesaño de Sáez, tras su remate frente a frente a Campos, provocó el primer susto laico.

El penal a favor de los azules, tras la mano de Christian Vilches en el área, provocó que hasta Cristián Aubert se parara de su asiento. Estiró las mano, como botándose los nervios. Cuando el juez decidió revisar la jugada, y anularlo, los reclamos estudiantiles no se demoraron en llegar. Al mismo tiempo, ayudantes de Romero miraban por celular el resto de la fecha que se jugaba en simultáneo.

Sin embargo, el gol de La Calera al comienzo del segundo tiempo devolvió todos los miedos al equipo laico. Junior, desde la banca, se tomó la cabeza. Osvaldo González y Andía, no podían creer lo que estaba sucediendo. El desastre comenzaba a escribirse. En la marquesina, los suplentes que no fueron citados intentaban superar la verguenza.

Los miedos se fueron acrecentando con el pasar de los minutos. La U se fue en búsqueda del empate, pero sin una idea clara. Desordenada, tal como ha sido todo el semestre. Un pase de Cañete, algo largo, para Luján. Y los gritos de desesperación de la banca conducida por Romero confundían más a los futbolistas azules que parecían desenfocados en el campo de juego.

El segundo gol de los cementeros, del Sacha Sáez, pareció lapidar a los estudiantiles. “Por lo menos terminemos bien”, gritaba un entregado Romero. Los azules, sin embargo, estaban lejos de querer entregarse. Más cuando apareció figura de Ramón Arias, quien descontó cuando quedaban diez minutos para el cierre del partido. El mismo defensor igualó y logró que los azules se fueran con todo arriba. Junior Fernandes, uno de los más criticados, convirtó el 3-2 definitivo.

Larrivey, emocionado hasta las lágrimas, reconoció lo duro que fue esta semana. “Fue una semana muy dura para nosotros. No hay mucho para festejar, es tiempo de reflexión. La gente nunca dejó de alentar. Son millones de hinchas que la vienen sufriendo hace tiempo. Para nuestras familiasque también están llorando en casa”, reconoció.

El festejo en la cancha acabó. Los hinchas, mientras lanzaban petardos fuera del estadio, eran acompañados por los cánticos que salían del camarín por un equipo que alcanzó a estar por varios minutos en la B: “Volveremos a ser grandes, grandes como fue el Ballet”.

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