Una disciplina con un debate interminable: ¿es realmente deporte el boxeo? Una pregunta que aparece cuando un profesional fallece. Y luego se va nuevamente. Un juego en el que gana el que más conecte y aguante puñetazos. Así es la realidad dentro de un cuadrilátero. El reflejo de todo lo que se busca evitar en los deportes de contacto. Una “diversión” que colma las gradas y que aplaude al que más reparte con las manos, donde siempre se pone en juego la vida de los protagonistas. Llegando, como ya ha sucedido en múltiples ocasiones, hasta la muerte. Porque los casos de púgiles que han dejado de existir por culpa de esta guerra de 12 asaltos son muchos. Revisa una lista con una pequeña parte de la lista de púgiles profesionales que partieron tempranamente como consecuencia de las lesiones físicas (y/o mentales) sufridas durante un combate. Algunos casos obligaron a modificar las reglas.
Pedro “El Rockero” Alcázar
Una pérdida que despertó con fuerza el debate sobre las consecuencias de las disciplinas de luchas. El panameño Pedro Alcazar fue el campeón del campeonato Super Mosca de la Organización Mundial del Boxeo. En 2002, el también conocido como el Rockero se enfrentó a Fernando Montiel en Las Vegas, en la derrota que le costó ceder la corona. Tras el combate, los médicos lo evaluaron y lo declararon sano. Según ellos, no había sospecha alguna de cualquier tipo de trauma. 24 horas después, en el hotel donde concentró, se desplomó y debió ser trasladado de urgencia a un hospital. Fue la primera vez que un púgil murió luego de varias horas después de que compitió. Desde entonces, las organizaciones han aumentado las evaluaciones médicas posteriores a las peleas, realizándolas incluso hasta 48 horas después.
Duk Koo-Kim
La razón de por qué el Consejo Mundial de Boxeo disminuyó los asaltos de 15 a los 12 actuales. El surcoreano Duk Koo-Kim luchó profesionalmente desde 1978. Un buen historial de 12 victorias, un empate y una derrota le permitieron pelear por conseguir el título mundial en la categoría de pesos ligeros. Una oportunidad soñada que terminó costándole la vida. En el combate que se disputó en el Caesars Palace de Las Vegas, dominó a un contragolpeador adversario, Ray Mancini, quien lo aguantó bien y, finalmente, lo superó en la etapa final. Fue triunfo para el estadounidense por KO, en el round 14. Kim cayó en coma inmediatamente y, tras cuatro días, murió en el Hospital Desert Springs.
Johnny Owen
Otra vida que el boxeo mató tempranamente. Johnny Owen fue campeón mundial de peso gallo para Gran Bretaña, además de ser el primer galés en conseguir el título gallo para la Mancomunidad Brtiánica de Naciones. El 4 de septiembre, se enfrentó a Lupe Pentor, quien portaba el título de campeón mundial de peso gallo, en El Gran Auditorio Olímpico de Los Ángeles. Pero la lucha tuvo el peor de los finales para el apodado Gallo Biónico. En los 25 segundos del round 12, Pintor lo hizo caer de un derechazo, por lo que no pudo continuar. Owen no recuperó nunca más la conciencia y cayó en coma. En noviembre de ese mismo año, con solo 24 años, se confirmó su deceso. Desde 2002, existe una estatua suya en Merthyr Tydfil, la ciudad donde nació.
Billy Collins Jr.
La víctima de la conocida mundialmente como la “pelea más sucia de la historia”. El 16 de junio de 1983, Billy Collins Jr. saltó al ring del Madison Square Garden de Nueva York para enfrentar al Luis Resto, en la previa de la lucha estelar por el título de mediano ligero entre Roberto Durán y Davey Moore. El estadounidense, promesa de la disciplina en ese entonces, asomaba como el favorito para quedarse con la victoria, pero una siniestra jugada por parte de su rival lo dejó sin opción alguna. Resto añadió un vendado de yeso a sus guantes en el sector de los nudillos, lo que fue confirmado un tiempo después por la Comisión de Boxeo del Estado de Nueva York. Collins Jr. concluyó con el rostro deformado y el resultado, que había dado como ganador en un principio al puertorriqueño, se cambió a combate sin decisión.
Un desgarro del iris, que lo dejó con la visión borrosa, y la imposibilidad de volver a competir lo fueron destruyendo poco a poco. Los nueve meses que prosiguieron fueron una pesadilla para él y su familia. Se volvió alcohólico, razón por la que su esposa se marchó junto a su hija de la casa que compartían en Nashville. El 7 de marzo de 1984, Collins falleció a sus 22 años en un accidente automovilístico cerca de su hogar. Aunque pudo salir con vida del ring tras el combate ante Resto, ese día en el Madison su alma murió para siempre.
Maxim Dadashev
El expúgil Maxim Dadashev falleció a sus 28 años en julio de 2019 por un edema cerebral que sufrió producto de los golpes que recibió en la pelea ante Subriel Matías. El ruso debió abandonar de urgencia el MGM National Harbor de Oxon Hill para ser trasladado a un hospital. Y, luego de una cirugía que duró varias horas, no aguantó. Pese a que, a diferencia del caso de Collins Jr., no hubo trampa de su rival de por medio, sí fue la esencia de la disciplina, esa que apunta a moler al rival, la que provocó su deceso. Como ha sucedido con la mayoría de los casos.
Hugo Santillán
Dos días después de la muerte de Dadashev, Hugo Santillán dejó de existir. ¿El motivo? Nuevamente los puñetazos directo a la cabeza y sus efectos. Al argentino le tocó enfrentarse al uruguayo Eduardo Abreu. Pudo finalizar la pelea, pero cuando los jueces anunciaban el resultado, este se desplomó debido a un hematoma subdural tras recibir una serie de golpes. Fue trasladado a un recinto hospitalario de San Felipe. Se le sometió a una cirugía por un coágulo en el cerebro. Sin embargo, no pudo librarse de una insuficiencia cardiorrespiratoria que terminó por causarle un paro cardíaco. Otra muerte provocada por el boxeo, más que por sus competidores.
Francisco Bejines
Otro que pasó del ring al quirófano. Y del quirófano a la muerte. En 1983, el mexicano Francisco Bejines se midió con el estadounidense Alberto Dávila en la disputa del título mundial de peso gallo. Fue una pelea de 12 asaltos, que terminó con Bejines en el piso antes de que se marcara el final del último round. Varios golpes certeros por parte de Dávila terminaron con el azteca derrumbado. Intentó pararse, pero tambaleó hasta caer nuevamente. Desde ese momento, nunca más pudo volver a levantarse. Fue llevado de urgencia al centro médico en el que fue operado, sin embargo, la hemorragia cerebral desatada en su cabeza fue imposible de frenar. Falleció a sus 23 años.
Frankie Leal
Nuevamente un noqueo que terminó en lo peor. En 2013, el mexicano Frankie Leal falleció por un derrame cerebral que sufrió durante la pelea ante su compatriota Raúl Hirales. No pudo aguantar más que el octavo round, en el que dos golpes conectaron de lleno su cabeza. Apenas terminado el combate, fue trasladado a un centro médico y, posteriormente, el púgil pasó tres días en coma por las lesiones ocasionadas en el cuadrilátero, de las cuales no pudo recuperarse. Murió a sus 26 años.
Becky Zerlentes
La primera pugilista en morir luego de una pelea oficial. En 2005, la norteamericana Becky Zerlentes falleció luego de intentar recuperar el título de campeona de la liga femenina de boxeo estadounidense Women’s Golden Gloves, que forma parte de la liga amateur de la USA Boxing, que se adjudicó en 002. La profesora de geografía y madre de dos hijos dejó de existir a sus 34 años tras desplomarse luego de ser noqueada en el tercer round de la lucha ante Heather Schmitz, el cual se desarrolló en el National Wester Complex de Bender. Horas después, la también entrenadora de natación murió en uno de los centros médicos de esa ciudad.
Davey Moore
El estadounidense David Moore, campeón mundial de peso pluma, tampoco vivió más allá de su última pelea. El 21 de marzo de 1963, le tocó enfrentarse al cubano-mexicano Azúcar Ramos para defender el título. Sin embargo, Moore no pudo continuar más allá del décimo asalto, en el cual cayó tras recibir un golpe. Impactó su cuello contra una de las cuerdas inferiores del cuadrilátero. Aunque el estadounidense se puso de pie y pudo terminar la pelea, el juez tomó la decisión de darla por finalizada anticipadamente. Tras el combate, pudo dar una entrevista y aparentaba un buen estado, sin embargo, minutos después, se derrumbó en el camarín, cayendo en coma. Nunca más despertó y dejó de existir 75 horas después.
Patrick Day
El caso más reciente. Patrick Day murió a sus 27 años por las lesiones en la cabeza que le produjo una pelea ante Charles Conwell. El estadounidense, quien se desempeñaba en la categoría de superwelter, fue noqueado por su contrincante en el décimo round de la contienda que se llevó a cabo en el Winstrut Arena. Fue derribado en dos ocasiones. Pero fue la tercera la que lo obligó a ser sacado en camilla de inmediato. Cuatro días después, murió en el hospital Northwestern Memorial.