La Sala de la Cámara de Diputadas(os) votará hoy el proyecto de ley que busca en un plazo de tres años conseguir contratos para todas las deportistas del Campeonato Nacional de Fútbol Femenino. Este es un hito histórico para un grupo que ha demostrado que merece, al igual que los hombres, el reconocimiento y valoración a su trabajo y entrega. Además, el proyecto permitiría a las sociedades anónimas deportivas acceder a recursos públicos para potenciar dicha rama. Actualmente solo un 4,4% de las jugadoras recibe algún tipo de remuneración en Chile.
De materializarse sería un hito histórico para el deporte femenino en Chile y abre la puerta para la profesionalización de otras disciplinas en el futuro. Lo concreto es que se daría estabilidad laboral y certeza a las jugadoras y clubes en sus inversiones, pero a nivel simbólico viene a reconocer la práctica del deporte en igualdad de condiciones y da una señal positiva sobre el rol que las mujeres juegan en nuestra sociedad. Es una forma de “nivelar la cancha” hacía arriba, reconociendo que el futbol femenino debe ser profesional, y puede como el masculino atraer a la ciudadanía, como lo han demostrado la excelente actuación de la selección femenina y la última final del campeonato nacional, jugada a estadio lleno en Santa Laura.
Pero, la desigualdad no sólo se vive en el fútbol sino en el acceso transversal al deporte y la actividad física en Chile. Aproximadamente una de cada 4 personas se declara inactiva, y los porcentajes son mayores en los quintiles de más bajos ingresos. La pandemia sólo ha agudizado esta realidad. Es hora de hacer un giro social.
Sin duda, tenemos que seguir potenciando el alto rendimiento, con el hito más relevante e inmediato en los Panamericanos y Parapanamericanos 2023, y por qué no aspirar a otros mega eventos deportivos como la Copa Mundial Femenina de Fútbol 2027. Nuestro fútbol está en un estado de desarrollo ideal, donde un evento de esta magnitud y su legado podría reducir la brecha de Chile con la elite mundial. Además, estos eventos incentivan la participación de la ciudadanía en diferentes deportes, por lo que deben ser entendidos no solo como un evento aislado, sino como parte de un proyecto país de transversalización y fomento del deporte en todo nivel y territorio.
Sin embargo, para esto, se requiere cambiar el paradigma y crear una política nacional que acerque la actividad física y el deporte a las comunidades y territorios que más lo necesitan. Para ello es crucial ampliar la mirada sobre el deporte y avanzar a una institucionalidad que tenga una perspectiva de género, que reconozca las distintas etapas del desarrollo humano y los espacios en los que nos desenvolvemos (regiones, urbano-rural, casa-trabajo, infraestructura, etc.). Esta aproximación requerirá del desarrollo de un Sistema Nacional de Deporte con un rol de liderazgo del Ministerio del Deporte, pero integrando los esfuerzos y herramientas de las regiones y sus particularidades (geografía e identidad), por medio de los Gobiernos Regionales, instituciones de educación superior, colegios, municipalidades, organizaciones de adultos mayores, empresas, llegando a las personas.
Esta mirada también requiere integrar el rol de otras instituciones públicas, como el Ministerio de Salud, Mujer, Desarrollo Social, Trabajo y particularmente el Ministerio de Educación donde tenemos enormes desafíos por la presencia de trastornos alimenticios, obesidad e inactividad. Asimismo, esta visión multisectorial se hace aún más necesaria hoy cuando la pandemia nos ha dejado clara la necesidad de trabajar en conjunto para atacar los determinantes sociales de la salud.
El énfasis en la perspectiva de género es fundamental. Una propuesta sería evaluar una legislación similar al Title IX en Estados Unidos, donde se prohíbe la discriminación por razón de sexo en los programas educativos que reciben ayuda financiera federal, lo cual podría ampliarse a otras instituciones receptoras.
Hay muchas cosas que mejorar en el deporte, como la transparencia y gobernanza en las Federaciones, la transición al retiro de nuestros atletas, el sistema de competencias a nivel escolar y universitario, la implementación del protocolo de acoso y abuso sexual y discriminación, y otros. Sin embargo, si no ampliamos nuestra mirada difícilmente podremos avanzar al ritmo que Chile necesita.
Podemos seguir en la inercia de proyectos focalizados o utilizar el deporte como lo que es, un instrumento único de integración social. Este cambio de paradigma no ocurrirá de la noche a la mañana, pero estoy convencida que se pueden dar pasos hacia estos cambios con una ministerial enfocada en democratizar los espacios y la actividad física, una agenda legislativa realista y un trabajo intersectorial en los próximos años. De momento, de aprobarse hoy esta iniciativa, la pelota pasa al Senado, quienes deberán ratificar y transformar en Ley este proyecto, como un nuevo paso hacía un deporte más inclusivo en nuestro país, y un reconocimiento al trabajo y esfuerzo de miles de deportistas que han llevado el nombre de Chile a lo más alto.
*Camila García Pérez
Comité Ejecutivo Sindicato Mundial de Futbolistas (FIFPro) y World Players Association (WPA).
Directora Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino, ANJUFF.