Este viernes comienzan los Juegos Olímpicos de París. Esta vez, la espera será menor, considerando que, por culpa de la pandemia de Covid-19, Tokio 2020 terminó realizándose un año más tarde. Como sea, se trata de un evento altamente esperado por todo el mundo: es el que el compite mano a mano en importancia al Mundial de fútbol como el que genera mayor interés entre los millones de aficionados en el orbe. De hecho, por su origen y trascendencia, no es impropio señalarlo de antemano como el más tradicional de la actividad física.
La Ciudad Luz tiene varios desafíos. Naturalmente, el más importante es estar a la altura de las circunstancias, lo que implica ofrecer las más altas comodidades y condiciones de trabajo posible a los 10.500 exponentes de las distintas disciplinas que bregarán por las medallas, el símbolo de la máxima gloria a la que puede aspirar un deportista. De esa cifra, 48 serán chilenos. A la remera Antonia Abraham y al tenista Nicolás Jarry les corresponderá el honor de encabezar al Team Chile y de portar el pabellón en la ceremonia inaugural. A nivel internacional, la gran figura será el estadounidense LeBron James.
Por el Sena
París promete innovar desde el comienzo. De hecho, por primera vez en la historia, la ceremonia de apertura no se realizará en un estadio. En esta oportunidad, las delegaciones pasarán en unas 100 embarcaciones por el cauce del río Sena, uno de los atractivos más emblemáticos de la ciudad, considerada una de las más hermosas del mundo y que, históricamente, ha servido de inspiración para los más connotados artistas. El desfile culminará en otro de los hitos de la capital gala: la Torre Eiffel, que, por cierto, hace un tiempo luce los anillos que representan a los cinco continentes. Vale decir, comprende un trayecto de seis kilómetros, entre dos puentes: el de Austerlitz y el de Iéna. Ahí se desarrollarán los actos artísticos, que incluirán música y danza.
Por cierto, se tratará de espectáculos de alto nivel. El show fue diseñado por el director francés Thomas Jolly, quien se rodeó de grandes talentos, como Fanny Herrero, guionista de la serie de televisión francesa Call My Agent!, la autora de best-sellers Leila Slimani y el célebre historiador Patrick Boucheron. Unos tres mil artistas entrarán en escena en una apuesta que pretende reflejar los contrastes culturales del país organizador. Una de las secciones comprenderá un homenaje a la catedral de Notre-Dame, en reconstrucción después del incendio que sufrió en 2019. “Tienes el cielo, tienes puentes, tienes agua, tienes orillas, tienes mucho espacio para hacer poesía”, dijo Jolly, hace pocos días, a los medios de comunicación. Eso sí, los detalles han sido celosamente guardados.
La organización del acto en un espacio abierto supone una ventaja considerable: se espera la asistencia de unos 320 mil espectadores. 100 mil de ellos se agruparán en las tribunas que fueron instaladas en las respectivas riberas. Los accesos son particularmente costosos. Fluctúan entre los 90 euros para la categoría D y los 2.700 que cuesta ubicarse en la exclusiva categoría A. El resto, observará el espectáculo desde la parte más alta posible, con el objetivo de buscar una adecuada visibilidad, aunque menor a la de los privilegiados que accederán a la zona oficial.
Alerta máxima
Ese dato se transforma, paralelamente, en un desafío: el de brindar las máximas condiciones de seguridad al espectáculo, frente a la siempre latente amenaza de atentados. En Francia, aún está fresco el recuerdo de los ataques terroristas del 13 de noviembre de 2015, una sucesión de actos que se produjeron en la capital y en Saint Denis, que costaron 130 vidas y dejaron, además, 415 heridos. La autoría fue reivindicada por el Estado Islámico. Ese día, en el Stade de France, se medían Francia y Alemania, con la asistencia del mandatario galo François Hollande y el canciller alemán Frank-Walter Steinmeier. Ambos fueron evacuados del lugar. Hollande se dirigió de inmediato al ministerio del Interior para encabezar un gabinete de crisis.
“El riesgo cero no existe y es importante hacer todo lo posible para minimizar ese riesgo”, puntualizó Emmanuel Macron, el actual presidente francés, respecto de las medidas de precaución que se planificaron con la finalidad de que la ceremonia se realice con normalidad. El plan consideró la elevación de las alertas terroristas a su más alto nivel, lo que se traducirá, entre otras medidas, en la disposición de un perímetro antiterrorista en torno al sector donde se realizará el desfile. La revisión partió varios días antes de la ceremonia y considera el registro de los edificios contiguos. Además, se desplegará un contingente de francotiradores en posiciones estratégicas.
En el agua también habrá medidas de seguridad. Personal de la gendarmería local custodiará las respectivas embarcaciones, escolta a la que se sumarán efectivos de la armada del país anfitrión.
La ‘burbuja’, que considera los espacios terrestre, aéreo y acuático, contemplará la participación de unos 45 mil efectivos de seguridad locales. Habrá, además, aporte externo: España, por ejemplo, enviará más de 300, entre policías y guardias civiles.
Para hacerse una idea, Francia decidió cerrar el espacio aéreo en un radio de 150 kilómetros en París, con el objetivo de evitar ataques por esa vía. Habrá, también, vigilancia antidrones. Los únicos autorizados para traspasar el cerco serán, naturalmente, las aeronaves destinadas a las labores preventivas. En los últimos años, Francia ha detenido a unas 1.500 personas por delitos vinculados al terrorismo. Hace dos meses, se detectó a uno que pretendía actuar ante el paso de llama olímpica y a otro que preparaba un ataque en el estadio Geoffroy Guichard, en Saint Etienne. Dos motivos más que suficientes como prestarle la mayor atención a eventuales amenazas.