Penoso, subvalorado, ninguneador. Ese es el trato que reciben los directores técnicos nacionales en el medio. Participan de este prejuicio muchos hinchas, periodistas, analistas, jugadores y dirigentes. Principalmente estos últimos, que son los que, en definitiva, pueden expresar y hacer efectiva su mala opinión de los estrategas chilenos. Claro, porque son ellos los que deciden no contratarlos.
Terminada la cuarta fecha, leyó bien, apenas cuatro partidos oficiales, ya echaron a un técnico y, por supuesto, chileno. Erick Guerrero cometió varios pecados en este mes. No le sacó rendimiento al equipo, apenas ganó un partido y lo que es peor, nació en nuestro país, porque si venía de otro mercado, le habrían dado más crédito. Si tuviera el verso de varios de los que han venido desde el Río de La Plata o algún impresionante currículum como jugador en el pasado, todo sería distinto.
Si no, díganme... ¿Cuál es la gran trayectoria que tenia Martín Palermo para hacerse cargo de un equipo que alguna vez fue grande, como la Unión Española? ¿Y los méritos como estratega de Gabriel Milito para conducir a O'Higgins? Que alguien me aclare: ¿Cuáles son los antecedentes tan demoledores y exitosos de Nicolás Larcamon para llegar a dirigir un equipo de la Primera División de Chile? ¿Y los de Cavalieri y Ameli?
La lista es larga y lo seguirá siendo, mientras el fútbol chileno siga siendo tierra fértil para representantes y empresarios, que aprovechan la gran ignorancia de nuestra clase dirigente, en la mayoría de los casos. Hay otros, más dramáticos todavía, donde la irregularidad es tan grande que el intermediario y el directivo son lo mismo. Esto es posible porque varios representantes se hicieron dueños de clubes para hacer crecer sus negocios. Increíble, irregular, impúdico, pero esa es otra historia.
Lo más importante de ésta es que en este medio histérico ya echaron a un técnico y cómo es habitual, el cesado fue confirmado con fuerza hace un mes. Su salida habla de la nula convicción en su contratación y la escasa disposición de los dirigentes para apoyar su trabajo y aguantar las críticas. Aunque el reemplazante de Guerrero sea un DT local (Miguel Riffo), lo normal es que las autoridades de los clubes prefieran escudarse en su despido y acordar indemnizaciones. Sobre todo si el que sale es parte de ese grupo de ignorados, denostados, subvalorados y poco vendedores técnicos nacidos en Chile.