¿Puede cambiar tanto un equipo de un año a otro? Sí. Absolutamente. Pero, ¿puede hacerlo abandonando la forma de juego más exitosa del último tiempo?
Hemos visto como muchas instituciones insisten, y machacan, en buscar réplicas de éxitos pretéritos. La U buscó y buscó un clon de Jorge Sampaoli hasta que llega a Hoyos, que está en las antípodas de ese espíritu. Colo Colo hizo lo propio después de Claudio Borgui y su historia es mas que conocida.
Cuesta abandonar lo que te hizo exitoso. Genera miedo abandonar la receta del éxito.
Pero la UC lo hizo y dejó atrás la historia reciente de Mario Salas apostando por un técnico distinto y que toma decisiones particulares.
Lo primero es la planificación de los partidos. Jugadores que tuvieron actuaciones destacadas pueden quedar relegados en el partido siguiente. No es fácil para el futbolista asumir esta posición. Hemos sido criados con el "caballo bueno, repite", por tanto asumimos que el triunfo nos respalda y cubre cualquier posible falla cometida.
Lo segundo es la frialdad que conserva para no salirse del libreto. Ayer Everton, con un jugador menos, insistió en presionar y encajonar a los cruzados en su propio campo. Normalmente esa provocación te lleva a tomar decisiones viscerales, pero no ayer. Los centrales jamás salieron de posición y pudieron sostener el orden defensivo al cual se apegan con fervor y devoción.
Ver a Diego Buonanotte como volante derecho es el ejemplo más claro de esto. Marcó muy cerca de Fuenzalida y nunca se tentó con jugar mas en el centro.
Hasta el minuto, los resultados respaldan ampliamente la labor del español. Con sólo un frente que cubrir, la UC se ve tan compacta como convencida. Nada los descontrola y nadie los saca de su libreto.
¿Cambiará cuando le pidan más? Es lógico pensar que jugando de local, y de mantenerse los resultados, el hambre de los hinchas aumentará y querrán ver mayor osadía. ¿Cederá? Por el momento seguiremos viendo una versión menos intensa de Católica, pero mucho más segura y, en especial, más convencida.
Aún queda mucho como para pensar en grande, pero el primer paso ya lo dio.