La interna del siempre noticioso día libre de la Roja
La Selección disfrutó de su primera tarde de descanso en suelo español a dos días de medirse a Colombia. La jornada de asueto, que tantos problemas trajo en el pasado al combinado nacional, se desarrolló sin grandes sobresaltos, pero concluyó con una nueva y misteriosa performance de Vidal en las redes sociales. La polarización y la lucha de egos persiste en el camarín de la Roja.
No tenía por qué suceder nada, pero ya había sucedido otras veces. Y con consecuencias tremendas. Desmanes, detenciones, sanciones ejemplares, federaciones retratadas, indultos históricos y hasta mediaciones desde la presidencia. Un asunto de estado, casi, aquellas jornadas libres de la Roja que terminaron en tragedia. No pasó esta vez nada parecido durante las horas de esparcimiento que Rueda entregó a sus pupilos en la concentración de La Manga, pero con semejante historial en la memoria, resultaba poco menos que inevitable no ceder, aunque solo fuera por un instante, a la desconfianza o el recelo.
Es cierto que no se trató, en rigor, de un día de descanso, sino de una tarde de asueto, pues la Roja saltó al césped de entrenamiento por la mañana para completar una liviana práctica privada en la que, por cierto, Reinaldo Rueda volvió a insistir con el mismo once tipo. Minutos después, en conferencia, Guillermo Maripán alzó la voz para manifestar su hastío. El suyo y el de todos. "Estamos colapsados después de dos años hablando del tema. Que en cada conferencia, que en cada nota, te pregunten por eso ya agota. La convivencia es buena. La convivencia está muy bien", sentenció el zaguero central al ser interrogado por la relación entre Vidal y Bravo, esa teleserie que nunca termina. No le faltaba razón al defensor, porque no había escuchado todavía, claro, el último hit que el volante del Barcelona estaba a punto de compartir en las redes sociales.
El tiempo de recreo arrancó tras el almuerzo. Una tarde de ocio que los seleccionados aprovecharon, lógicamente, de diferentes maneras. A las 16.15, hora local, el bus de dos pisos de la Selección partió con rumbo a un centro comercial situado en la cercana ciudad de Cartagena con apenas una decena de futbolistas dentro. Era el bus del recambio, con Maripán y Pulgar capitaneando una expedición que completaban Mora, Sierralta, Vegas, Christian Bravo, Niklas Castro y Miiko Albornoz. Instantes más tarde, emprendía la marcha una segunda van, mucho más pequeña en dimensiones, con Vidal, Medel y otros pesos pesados de la Generación Dorada abordo. No todos, por supuesto, pues Claudio Bravo disfrutaba a esa hora tomando el sol en la piscina del hotel Príncipe Felipe en compañía de los otros dos arqueros del equipo, Collao y Arias; mientras Alexis, por ejemplo, siempre más introspectivo, descansaba en su pieza. Una hora y media más tarde, con paso aletargado y acompañado del preparador físico Carlos Velasco, abandonaba las instalaciones del Resort Club La Manga el seleccionador Reinaldo Rueda, en un auto particular.
Pero de apenas tres horas de desconexión pudieron disfrutar finalmente los seleccionados, pues al filo de las ocho de la tarde, cuando el día comenzaba ya a declinar sobre el litoral murciano, el bus del recambio, el auto del seleccionador, la van de la Generación Dorada y Alexis Sánchez, caminando, realizaron su arribo al hotel de concentración. Allí, cerca de una treintena de hinchas chilenos, ya estaban aguardándolos. Maripán, Rueda, Medel y Vidal fueron los más aclamados, pero tan solo los tres primeros se detuvieron a firmar autógrafos y posar para las fotos con los fanáticos.
El Rey, en un gesto muy poco habitual en él, ingresó sin detenerse ni un instante en las dependencias del hotel. Una vez allí, volvió a disparar -o a insinuar- y a avivar el debate. Lo hizo, en esta ocasión, subiendo a las redes sociales un video cantando, en compañía de Orellana, el fragmento de una canción que interpreta su hermano. "No me interesa lo que puedan pensar porque mirándome a la cara no pudieron ni hablar", rezaba la letra en cuestión del grupo chileno de música urbana Street Dream Music. "Aquí no hay traiciones, somos todos hermanos", proseguía el volante en su cuenta de Instagram. Un mensaje encriptado en plena guerra fría con Bravo que llega, independientemente de su intención, en el peor momento posible.
Tampoco hizo su aparición en el lobby, pese a la tenaz insistencia de los hinchas, el propio Claudio Bravo, refugiado seguramente ya, a esas horas del día, en la habitación que comparte en la concentración de Murcia con -quién sino- Niklas Castro. Los dos versos sueltos de la Roja. Dos jugadores en busca de aceptación.
Una faceta en la que el joven delantero noruego-chileno, por cierto, parece estar tomando ventaja, gracias a la compañía de su nuevo confidente, Miiko Albornoz, y su experimentado compañero de pieza. "Los primeros días estuvo un poco cohibido, pero ya con el paso del tiempo mucho mejor. Se hizo amigo con el Miiko y ahí la cosa cambió. Él está contento por todo lo que está ocurriendo ahora, tomando su trabajo con responsabilidad y esperando el momento que se le brinde sin presionarse. Está muy cómodo y feliz con el gran capitán de nuestra Selección en su misma habitación. El inglés británico de Bravo es perfecto y Niklas lo domina muy bien", explicaba a La Tercera Miguel Castro, padre del jugador.
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