Partidos como el de ayer son los que marcan las carreras de los grandes deportistas. Puede ser que la victoria de Nicolás Jarry (65º) ante el argentino Leonardo Mayer (45º) en el ATP 250 de Estoril no haya sido la mejor de su carrera en términos de ranking. Sin embargo, por el desarrollo y por las situaciones vividas en la cancha, este triunfo difícilmente lo olvidará el número uno nacional.
En la arcilla portuguesa, el crédito criollo enfrentaba a un duro rival, que ya lo había superado fácilmente en la primera ronda del Abierto de Australia de este año. Ahí, Jarry no tuvo respuestas ante la efectividad del servicio de Yaca.
Durante gran parte del encuentro en Portugal, parecía que la historia se repetía. De hecho, el transandino llegó a estar 6-3, 6-5 y 40-0. Es decir, con todo a su favor para lograr una nueva victoria. En total, tendría seis match points (cinco con su servicio). Sin embargo, fue ahí donde se cruzaron dos factores clave, sobre todo en un deporte tan psicológico como el tenis: la fortaleza mental de uno y la falta de jerarquía del otro para cerrar el pleito.
El Príncipe no sólo lograría devolver el quiebre y forzar un tie break, donde nuevamente salvaría otros dos puntos de partido, sino que, además, con esa misma fortaleza, daría el zarpazo en el noveno juego del tercer parcial, para quedarse con el paso a octavos de final.
Pero antes de ese desenlace, el match tuvo otra historia, en la que Jarry mostró su habitual estrategia de juego, apostando a los tiros ganadores, con el consiguiente riesgo de cometer muchos errores no forzados. Y, en efecto, el correntino lo aprovechó bastante bien durante el primer parcial, donde apenas cedió dos puntos con su primer servicio. Eso sí, Mayer mostró algunos indicios de lo que ocurriría después. Le costó bastante cerrar la manga, a pesar de su cómoda posición.
En el segundo capítulo, el santiaguino ajustó sus tiros y tuvo una mayor tranquilidad con su servicio. Pero bastó una desconcentración para que Mayer quedara con la primera opción para cerrar el duelo, la que no supo aprovechar.
Con su habitual cara de póquer, que tal como reconoció a La Tercera, la entrena para no darles pistas a sus rivales, Jarry mantuvo la tranquilidad y elevó sus números. Registró un 81% de primeros servicios versus 55% de Mayer. Un arma clave, que le permitió sacarse tres puntos de quiebre y luego sentenciar el encuentro.
El triunfo del chileno, por ahora, le permite avanzar hasta el puesto 62 del mundo. Mientras que si supera la próxima ronda, podrá acercarse por primera vez al grupo de los 60 mejores del mundo.
Pero además este éxito convierte al chileno en el jugador con más victorias en arcilla esta temporada, con 13, superando a Rafael Nadal. Eso sí, el número uno del mundo está invicto en esa superficie y el criollo ha perdido tres encuentros.
Asimismo, por décimoquinta vez en el año, Jarry juega un partido de tres sets, reafirmando la teoría de Marcelo Ríos, quien afirmó que debería ganar sus partidos con mayor tranquilidad, aprovechando el gran servicio que tiene.
En la siguiente ronda, su rival será el español Ricardo Ojeda Lara (206º), quien derrotó por 6-4 y 7-5 al local Frederico Ferreira Silva (263º). Eso sí, el hispano terminó con algunas molestias físicas, que podrían complicarlo mañana ante Nico.