El Mundial de 1962 fue uno de los grandes hitos deportivos en la historia de Chile. Un evento cuya organización estuvo llena de sacrificio e inteligencia diplomática. Sin embargo, en el resto del mundo existen miradas mucho más críticas que, de alguna manera, representan la visión que tenían -y aún tienen- de la justa futbolística que tuvo a Brasil como campeón y al anfitrión tercero.
Una sesenta de años pasaron de aquella gesta heroica para el balompié nacional. Y así como acá se celebra, en países como Suiza también, aunque no por las mismas razones.
Así queda de manifiesto en el largo reportaje que le dedicó el diario Neue Zürcher Zeitung, medio de comunicación fundado en 1780, el que publicó un mordaz reportaje con el siguiente título: “Ataques y anarquía: hace 60 años se disputó en Chile el Mundial más duro e injusto de la historia”.
Un texto escrito desde la distancia, emotiva y geográfica, en el que se publicaron una serie de críticas a la organización y el desarrollo del tercer evento de ese tipo realizado en Sudamérica después de Uruguay 1930 y Brasil 1950.
“La Copa del Mundo de 1962, dos años después de un devastador terremoto, fue una hazaña casi imposible y al mismo tiempo el torneo de fútbol más feo jamás disputado, glorificado por el mago brasileño Garrincha, que debería haber sido suspendido en la final”, explicitó el mismo periódico en la bajada del texto.
“La Batalla de Santiago”
La Roja comenzó su rodar en la competencia con un triunfo 3-1 sobre los mismos helvéticos. Pero uno de los principales cuestionamientos que realizó el medio europeo fue al segundo partido de Chile, el triunfo sobre Italia.
“Para Chile, la victoria sobre Italia en la patrióticamente adornada ‘Batalla de Santiago’ significó un puente hacia una frágil normalidad luego de que dos años antes, el 22 de mayo de 1960, la tierra había temblado con una violencia sin precedentes (9,5 en la escala de Richter)”, publicó el Neue Zürcher Zeitung.
A renglón seguido, explicó que “el comentarista de la BBC, David Coleman, pronunció el veredicto más duro cuando anunció que se grabaría el partido: ‘Lo que están a punto de ver es la representación más estúpida, espantosa, repugnante y degradante del fútbol en la historia del fútbol’”.
Ni siquiera las virulentas crónicas escritas por periodistas italianos antes del comienzo de certamen quedaron fuera de la estricta mención del periódico suizo.
“Sólo dos periodistas del nuevo auge económico en Italia, Corrado Pizzinelli de La Nazione y Antonio Ghirelli de Corriere della Sera, contrapusieron la imagen de la resurrección chilena con su perspectiva despojada. La idea de celebrar aquí un Mundial era ‘pura locura’, según el Corriere. ‘La metrópoli de Santiago es un pantano asqueroso, los teléfonos no funcionan, un telegrama cuesta una pierna y un brazo, los taxis son tan raros como maridos fieles’”, se lee en el relato construido por le medio suizo.
Lejos de la TV
Era un mundo diferente, donde no existía la inmediatez de la televisión, mientras el mensaje se diluía por la distancia y la interpretación subjetiva sobre los principales eventos.
“Las imágenes en blanco y negro de Chile aparecieron en las pantallas de televisión europeas con un día de retraso; Las transmisiones directas en medio mundo aún no eran técnicamente posibles. Lo que sucedió en aquella Copa del Mundo, que se llevó a cabo del 30 de mayo al 17 de junio de 1962, sigue siendo una vaga tradición”, aseguró el diario suizo.
La “trampa” de Brasil
Ni siquiera el campeón Brasil de los ácidos comentarios del reportaje escrito en lengua alemana en el país confederado sin salida al mar.
“En 1962, la carrera del joven genio Pelé parecía haberse quemado y terminado. Y, sin embargo, Brasil ganó el campeonato mundial de fútbol con el fabuloso héroe popular de piernas arqueadas Garrincha (’Pajarito’)”, escribieron los helvéticos.
Una final injusta, según su parecer, ya que la figura del Scratch en esa Copa del Mundo no debiera haber jugado el partido definitorio donde la Canarinha venció 3-1 sin Pelé.
“Garrincha había sido suspendido para la final. Pero el presidente de la asociación brasileña, João Havelange, quien más tarde se convirtió en jefe de la FIFA, hizo su parte. Havelange era hijo de un traficante de armas, abogado y originalmente jugador de waterpolo antes de revolucionar la asociación mundial de fútbol, y fue condenado por corrupción en años”, aseguró el medio en lengua germana.