Diego Buonanotte: “Con Holan y con Poyet no sabía de qué competía”
El volante de 33 años, ídolo de Universidad Católica, cumplió cinco años en Chile y ya tramita la nacionalización. El Enano revela que se acercó a Paulucci, el actual DT, para preguntarle de qué iba a jugar y que ya está enfocado en pelear el puesto con Fabián Orellana, como extremo derecho.
Diego Buonanotte (33 años) vivió las Fiestas Patrias como un chileno más. El volante de Universidad Católica lleva más de cinco años en el país y hace rato tramita la nacionalización. “Ya envié todos los documentos requeridos. Fue difícil conseguir toda la información que pedían. Ahora estamos esperando los pasos a seguir”, confiesa a La Tercera.
Se viene Melipilla…
Es un partido sumamente importante para nosotros. Una final. Después de un fin de semana lindo, donde compartimos el festejo con nuestros amigos chilenos, ya estamos preparados y enfocados en Melipilla. Si ganamos, sería nuestro tercer triunfo consecutivo, con un cuerpo técnico nuevo, así que estamos muy entusiasmados.
Con Poyet no pudieron hilar tres triunfos seguidos en el torneo, ¿por qué?
Siempre es importante ganar cuando estás en un equipo grande como Católica, pero también es importante el funcionamiento y la idea. Cuando eso funciona y se gana, uno lo disfruta mucho más, porque sabe que va por el camino correcto, que hay preparación y trabajo para que el día del partido suceda lo que se planteó en la semana. Eso se festeja el doble. En estos dos últimos partidos con este cuerpo técnico nuevo hemos encontrado eso que veníamos trabajando hace mucho. Por algún motivo, con la idea de Gustavo (Poyet) no pudimos enganchar lo que veníamos haciendo hace tiempo, por cuestiones de cambios, de ideas, que son todas válidas, porque acá nadie tiene la verdad. No nos fue bien y ahora vamos encontrándonos con el equipo que fuimos anteriormente.
Es primera vez que ve salir a un DT de la UC a mitad de torneo, ¿qué le produce?
Es feo. Me había tocado en otros equipos, pero no en Católica. En 2017, la ida de Mario (Salas) fue cuando se terminó el torneo. Fue distinto. Ahora, tampoco es exclusivamente culpa del entrenador. No es que se tenga que ir porque es el culpable máximo. Acá todos somos culpables. Cuando se va un entrenador, personalmente -hablo de Diego Buonanotte y no de mis compañeros-, siento tristeza, porque los jugadores también somos responsables. Los que entramos a la cancha somos nosotros, más allá de una idea que no acomoda o de si se trabaja más o se trabaja menos. Como jugador me siento mal. No es lindo que un entrenador se quede sin trabajo, pero a veces tienen que suceder esas cosas para que haya un clic. En este caso, la cosa ha ido mejor. No es porque sea Gustavo. Es porque el equipo ya venía con una idea y no pudimos enganchar con Gustavo, que tiene sus formas y que son válidas, pero que no resultaron.
A Ud. lo dirigió en Grecia…
Sí, yo sabía cómo trabajaba. Estuve con él. Con Gustavo siempre tuve una muy buena relación, de respeto y de buen trato. Que después quiera o no que uno sea parte del equipo titular, o que esté más presente en la cancha, eso ya pasa a otro plano, porque él, seguramente, tenía los argumentos para no utilizarme. Eso lo respeto mucho. Ya que después compartas algunas decisiones, obviamente, no las compartí, porque uno quiere jugar, pero siempre en el marco de una muy buena relación. Es feo que se vaya un entrenador, sea el que sea. Aunque te ponga o no te ponga, aunque tengas una mala relación. Es feo que se vaya. A mí no me gusta, porque también me siento responsable. A lo mejor el mensaje no nos llegó, o a lo mejor no supimos interpretarlo. Ya está. Dimos vuelta la página. Hoy estamos de vuelta por el camino en el que veníamos acostumbrados y que nos sienta más cómodos, que es la idea que tienen Cristian, Jaime y Rodrigo.
¿Cuál es esa idea?
Se asemeja mucho más a lo que era el trabajo de (Ariel) Holan, porque en la semana se trabaja muchísimo y te dan todas las herramientas para que llegues el día del partido con la cabeza clarita, con mucha información, aunque en la cancha resuelve el jugador.
¿El estilo ofensivo de Holan les acomoda? ¿Lo mejor es seguir esa línea en vez de cambiar?
Sí, tal cual. A lo mejor en este primer semestre nos costó, porque nos veíamos en una posición en la que no estábamos acostumbrados; de ganar y perder. Y ya veníamos acostumbrados a una línea y exigencia. El cambio se dio en el momento justo, porque todavía queda la segunda rueda. Ya ganamos dos partidos y estamos cerca. El líder es Colo Colo, lo que es una motivación extra para nosotros, el clásico rival de toda la vida. Se están dando muchas cosas que nos motivan. De hecho, el entrenamiento de hoy fue un espectáculo, porque trabajamos realmente lo que después sucede en el partido. Sin embargo, la idea puede ser muy estructurada, como la de Ariel, muy mecanizada, pero después, cuando los muñecos se mueven, la cuestión cambia. Ahí entra la impronta del jugador, de resolver con el movimiento marcado o de otra manera para el bien del equipo. Desde afuera uno ve esas pequeñas cosas, como cuando me tocó entrar ante Curicó Unido. Yo dije: “Acá tengo que aportar lo que trabajé en la semana, pero además algo mío, esa impronta que tengo para poder lastimar al rival”. Y se dio bien.
¿Qué les ha dado Paulucci y su cuerpo técnico?
Nos dieron todas las herramientas y el trabajo en la semana para tener claro lo que va a suceder el día del partido. No solo respecto al rival, sino también lo que tenemos que proponer. Después, uno resuelve dentro de la cancha, pero es importante tener las visiones del entrenador, que vea y que viva el partido, que pueda ayudar. Ya después es mucho de impronta y de creerse el cuento, de decir: “Somos Católica, tenemos que presionar arriba, tenemos que hacer el juego que nos gusta y que nos hace bien”.
¿Cómo proyecta la lucha por el título? ¿Les alcanzará el torneo para pillar a Colo Colo? Quizás perdieron mucho tiempo…
No. Está claro que será duro, porque un torneo largo es durísimo y el líder es un equipo súper importante en Chile, pero por la manera en que venimos tenemos que pensar solo en nosotros, en ganar, ganar y ganar. Creemos que en algún momento el que va arriba se puede caer. No tenemos margen de error. Si ganamos todos los partidos se dará ese espacio para volver a alcanzar la punta y no soltarla más.
¿La idea es que Colo Colo sienta la presión de tener al tricampeón detrás?
Sí, está claro. Y también está claro que nosotros estamos acostumbrados a esa presión, a vernos arriba. Nos gusta, así que queremos llegar a la cima. Después, lo que hagan los demás no nos tiene que preocupar. Lo único que puedo decir es que queremos ganar para meterles presión a los de arriba y poder llegar adonde queremos, que es alcanzar la punta.
Ud. ha sido parte de gestas muy importantes en la UC, ¿puede darse una nueva gesta con el tetracampeonato?
Seguro que sí. Hoy estamos retomando nuestro camino y estamos en condiciones de dar pelea hasta el final. La seguridad del entrenamiento y de las herramientas que nos están dando, nos genera esas ganas de decir que estamos en carrera y que vamos a dar pelea. Estamos con la fe intacta. Nos estamos preparando para lograr algo mucho más importante que lo que ya hemos logrado.
¿Qué resultado les conviene en el Superclásico?
Tenemos que pensar en nuestro equipo. En lo personal, voy a mirar el partido, porque es un clásico y es lindo para verlo, pero tenemos que pensar en la UC y nada más.
¿Se han planteado con el club hacer un contrato vitalicio, ahora que será chileno?
No, nunca pensé una cosa así. Hoy me veo en una situación muy linda y me siento muy bien. Mientras me sienta bien físicamente quiero seguir compitiendo al máximo nivel para seguir ganando cosas importantes. Después, el tiempo dirá. A la larga, el tiempo define todo. Hoy disfruto el momento, el día a día, que me siento bien y que, en los últimos partidos, cuando me ha tocado ingresar, lo he hecho de la mejor forma. Eso me da fuerza para seguir. A veces, cuando uno no entra, como que la cabeza funciona y empieza a pensar cosas raras, pero los últimos partidos me han demostrado que tengo que seguir por este camino, tengo que seguir entrenando, respondiendo cuando me toca entrar y demostrando que puedo jugar.
¿Pensó alguna vez que lo mejor era irse de la UC?
Cuando no juegas se te pasan muchas cosas por la cabeza, porque funciona a mil por hora. Y cuando yo me veo entrenar bien y después el fin de semana no me toca, es un golpe duro, aunque entiendas el porqué. Uno deja el análisis de lado. Entonces, entran esas angustias y esas tristezas grandes por no jugar ni un minuto, pero después, al otro día, me levanto, voy a entrenar y me veo bien. Y el verme bien me hacer decir “quiero seguir luchando”, pero también pienso que necesito jugar, porque quiero terminar mi carrera de la mejor forma. El partido con Curicó me dejó una sensación hermosa, una tranquilidad muy grande de que, a la larga, el esfuerzo y el compromiso por el club se pone por delante y es una recompensa. Eso equilibra la balanza y me da más fuerzas para seguir. Es muy difícil el día a día cuando no juegas o juegas a veces.
¿Pudo irse ahora?
Sí. Hubo varias opciones, pero a los 33 años uno ya no es un chico. No te puedes equivocar más. Me he equivocado en mi carrera por apresurado, por ganas de jugar. Cuando eres joven, tienes tiempo de reinventarte. En cambio, a esta edad, ya es muy difícil. Entonces, tienes que parar la pelota y pensar qué es lo conveniente y lo ideal. Por diferentes motivos, no se dieron esas opciones. Además, el cariño que uno tiene por la UC se pone siempre por delante.
Los últimos tres técnicos de la UC lo han relegado a la banca, ¿cuál es su autocrítica? ¿Es una cuestión de esquema, de físico, de nivel? ¿El 10 ya no existe o no se usa?
Primero, está claro que el sistema de juego no engancha con mi posición. Hoy jugamos 4-3-3, pero hay que recordar que cuando llegó Gustavo Quinteros el equipo jugaba 4-2-3-1. Yo me lesiono, antes de la Copa Libertadores, y el equipo tuvo que cambiar funcionamiento. Lo hablé con Quinteros y me lo dijo desde el primer día: cambió, el equipo empezó a funcionar y ahí perdí lugar. Era súper entendible lo que sucedió y lo que hizo Gustavo. Después, el equipo empezó a funcionar de memoria y ya me empezó a costar encontrar la posición. Fue el año en que más difícil la tuve. Después, con Holan mantuvimos el esquema. Ariel era más cerrado en su estructura, en su sistema y en su forma. Él quería dos extremos rápidos, que corrieran al espacio, que a lo mejor no fuesen tan técnicos, pero sí que tuvieran velocidad. El Gato Lezcano lo ha hecho muy bien y cuando me tocaba entrar, Ariel quería que hiciera lo mismo que él. Y yo le he dicho: “Ariel, no puedo hacer lo mismo que el Gato, porque no tengo la velocidad ni la potencia que él tiene”. Tengo otras características para jugar de extremo derecho, pero Ariel tenía sus formas y lo entendí, porque para eso está el técnico y respeto sus decisiones. Con Poyet pasó exactamente lo mismo. Daba otras libertades para que el extremo se pueda meter para dentro, para que juegue, pero por diferentes motivos la situación no se dio.
¿Y de qué va a jugar con Paulucci? ¿Espera más oportunidades?
Siempre con un cambio de entrenador se genera una expectativa nueva, una ilusión, para todos los que no veníamos jugando. Y el que venía jugando quiere seguir demostrando que tiene que ser titular. Nos estamos exigiendo todos. Estamos mostrando una versión espectacular de lo que es el equipo como competencia interna. Hablé con Paulucci y le pregunté de qué iba a competir, porque con Ariel y con Gustavo Poyet no sabía de qué competía. A veces me ponían de extremo, otras de mediapunta, también de interior. Y nunca encontré la competencia mía. Ahora hablé con Cristian, con quien tengo una muy buena relación. Le pregunté de qué voy a competir y me dijo que de extremo por la derecha. Así que ahora estoy con la cabeza puesta en ser extremo por la derecha y en saber lo que tengo que hacer. De esa forma, se me hace mucho más fácil y mi cabeza está más clara.
Entonces va a tener que competir con Fabián Orellana, ¿cómo ve esa lucha?
Fabián llegó el lunes y recién nos vamos conociendo, nos vamos adaptando a lo que es como jugador. Es un extraordinario jugador, un excelente futbolista. Como digo siempre, yo en los entrenamientos me parto al medio, me rompo el alma para demostrar lo que soy, lo que tengo para darle al equipo. Después el entrenador tendrá que decidir. Obviamente hay una competencia muy grande y sí, pero eso hace que todos nos exijamos un poco más y podamos seguir creciendo como futbolistas.
¿Lo mejor era la continuidad de Paulucci y que no llegara otro DT?
La verdad es que Cristian, Jaime y Rodrigo, desde el día uno que les tocó asumir, hicieron un trabajo fantástico y lo siguen haciendo, pero después el club tiene que tomar las decisiones. El club tomó esa decisión de que sigan hasta diciembre y nosotros felices, porque los conocemos. Tenemos una relación muy buena. Son gente de bien, que eso en el fútbol es difícil de encontrar. Es gente de palabra, honesta, porque es un ambiente muy duro este. Cuando tienes gente de bien se hace mucho más fácil, porque sabes que no te van a mentir. Si Cristian llega a hablar contigo, va a venir y te va a decir pasa esto y esto, y va a ser así. No va a haber un mensaje por detrás. Eso se agradece, porque el jugador se entrega al conocimiento, pero también a la lealtad.
Termina contrato en diciembre, ¿le preocupa que no le hayan planteado renovar?
La verdad es que ya conozco al club. Sé cómo se manejan y es entendible también que el club no avance por diferentes motivos. Uno tiene que estar tranquilo, aunque es difícil. Para mí estos meses son claves, porque quiero demostrar, quiero jugar, quiero ganarme un lugar nuevamente. Hoy mi única meta es demostrarle a Cristian, Jaime y Rodrigo que pueden contar conmigo, que tienen que contar conmigo y esa es mi idea. Después, el tiempo dirá y se verá cómo sigue todo. No puedo decir mucho más, porque tampoco corresponde que diga nada ni que prepare una estrategia para seguir. No es mi forma. Hoy tengo una excelente relación con el club. El tiempo dirá. Sea lo que sea, tanto los directivos como yo vamos a querer lo mejor para el club.
¿No le incomoda que los hinchas coreen su nombre hasta en los primeros tiempos?
Siempre lo hablo con mis compañeros. Ellos me dicen que salude, pero a veces me genera un poco de vergüenza. Primero, me genera felicidad y orgullo. Eso está claro. Soy la persona más feliz del mundo cuando la gente canta ni nombre, pero después, obviamente, me genera un poco de vergüenza. No sé si saludar o no, si reírme o ponerme serio. Es una situación difícil, pero está claro que me llena de felicidad. Hoy lo valoro, pero el día que no juegue más lo voy a poder entender mejor. Hoy lo disfruto mucho y también me genera una presión interna de decir si me toca entrar tengo que demostrar por qué la gente corea mi nombre. Quiero devolverle todo el cariño a esa gente y la única forma en que puedo devolverle ese cariño es jugando bien al fútbol. Nada más.
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