Es exactamente mediodía en Santiago, y Diego Rivas, peleador chileno de artes marciales mixtas, se encuentra colgado de su celular en una de las oficinas de un edificio ubicado en Vitacura. Responde alguno que otro whatsapp y sonríe. "¿Estamos listos?, pregunta. Su voz transmite sabiduría como si de una persona mayor se tratara, pero no. Tiene apenas 25 años y ya batió la pelea más trascendental de su vida: un cáncer. En conversación con eldeportivo, el peleador criollo habla sobre su regreso, la manera en que sobrellevó la enfermedad para mantener la ambición y motivación intacta y sin tapujos se refiere al dopaje dentro de su deporte.
Lo llaman Pitbull, ¿se identifica con el seleccionado chileno?
El apodo me lo colocó mi entrenador y amigo Jonatan Ortega hace años, cuando recién comencé, porque era muy emocional para pelear. Me enojaba y gritaba. No sé si identificado, pero sí es uno de los pocos futbolistas que admiro junto a Charles Aránguiz. Medel dentro de la cancha incluso ha arriesgado su carrera por el hecho de defender a su equipo. Me gusta la entrega y garra que tiene. Es admirable e intento imitarlo dentro del ring. Nunca se da por vencido.
¿Qué dice sobre su regreso a la UFC?
En realidad, fue un año bastante complicado, pero gracias a Dios estoy de vuelta. Mi pelea pasada no fue con el resultado que todos esperábamos (perdió ante el mexicano José Quiñónez hace dos meses). Ahora ya estoy enfocado nuevamente en los errores que cometí y siento que estoy listo para competir nuevamente. Sigo trabajando en lo que fallé y de las cosas malas estoy sacando lecciones.
Desde lo emocional, ¿cómo logró sobreponerse al cáncer para volver a competir?
Todo es cabeza y me considero muy fuerte en ese aspecto. Aunque me bajonee y me caiga, he aprendido a levantarme. Mientras esté bien de mente, todo lo demás andará bien. He tenido muchos obstáculos en mi vida. Y el haber tenido cáncer fue una prueba a superar que me puso Dios, o la vida, no lo sé. Pero aquí estoy de nuevo. Fue una pelea más que tuve que ganar y sin dudas que vencí.
¿Siente que hay un nuevo peleador dentro del octágono tras su enfermedad?
Sí, creo que he comenzado a valorar más a las personas y las cosas conseguidas. Muchas veces me nublo o ensaño con lograr algo, pero, al fin y al cabo, soy feliz con las cosas simples de la vida. Soy una persona que después de haber vivido todo lo malo que pasé, estoy más abierto a escuchar y aprender nuevas cosas. Pero siempre buscando querer aprender para mejorar.
Hablemos del dopaje, ¿existe en la UFC?
Sí, es muy común. No es secreto, la verdad, y tampoco hay que tapar el sol con un dedo. En todos los deportes hay dopaje y los deportistas están al límite. Las artes marciales mixtas no son la excepción, aunque siempre se está buscando que el deporte sea más limpio. Cuando salen casos de dopaje, muchas veces es porque los púgiles están mal asesorados. Hay muchas sustancias que están prohibidas, pero que no se saben. Entonces de repente cae más por la ignorancia que por la intención de doparse para mejorar su rendimiento.
¿Sintió estar compitiendo ante alguien dopado?
No sé si alguna vez me ha pasado, porque la verdad es que no me asusta pelear con alguien dopado. La cabeza es más fuerte que cualquier droga y cualquier sustancia que puedes consumir. No te sirve nada como deportista doparte si eres de cabeza débil.
¿En qué etapa del tratamiento de su enfermedad se encuentra?
El cáncer es una enfermedad que en cualquier momento puede volver. Entonces tengo que estar en tratamientos cada cierta cantidad de meses. Antes de irme a Estados Unidos, hice mi chequeo y estaba todo bien. Ahora que volví, todavía no lo hago. Pero próximamente me someteré a exámenes de sangre.
De cara al futuro, ¿tiene alguna pelea concretada?
Tuve la posibilidad de cerrar una en diciembre de este año, pero por temas personales no la voy a poder tomar. Quiero estar peleando sí o sí en febrero o marzo de 2018. No sé todavía el rival ni dónde, pero es la fecha que me propongo. Algo importante es que me mantendré en la categoría de 61 kilos.