Fue hace tres años cuando Diego Moya (20) se dio cuenta de que el triatlón era lo suyo. Lo entendió en el Mundial Sub 23 de Cozumel, México, en 2016. "Me fue mucho mejor de lo que esperaba y me di cuenta de que me quería dedicar a eso", recuerda. Pasó el tiempo y hoy es uno de los triatletas con mayor proyección y mejores resultados de su edad. Su último logro fue el 13º puesto en el Mundial ITU Sub 23 del año pasado, realizado en Gold Coast, Australia.
Al inicio, Moya solo se dedicaba al atletismo y la natación: corría en el colegio y nadaba en el club Mapocho. Pero le faltaba la bicicleta. Por eso, con apenas 10 años llegó al club Triatlón UC. Y con el apoyo de su familia, su pilar fundamental, no paró más.
Largo y esbelto, es actualmente uno de los mejores nadadores de la disciplina en Chile. Pero no siempre fue así. En unos Panamericanos, su rendimiento en el agua fue tan malo que perdió la clasificación a los Juegos Olímpicos de la Juventud. Ofuscado, buscó formas de mejorarla. Las encontró de intercambio en Australia, donde aprovechó la oportunidad y entrenó con un equipo de natación de alto rendimiento, con quienes se convirtió en un nadador excepcional. Su estilo queda a la vista en la piscina del club precordillerano, pues se desliza con elegancia y sutileza. Sin embargo, dice disfrutar más de la bicicleta.
Pese a la proyección que en él recae, Diego prefiere no apresurar sus objetivos. Aunque sueña con repetir hazañas que solo Bárbara Riveros ha logrado. "No me estoy proyectando para Tokio 2020, los míos son los Juegos de 2024, donde iré a competir y no solo a participar. Espero estar entre los primeros cinco", afirma.
Lima 2019 es por ahora su nuevo objetivo. Y sus aspiraciones son claras. "Quiero ser el mejor chileno, y terminar entre los primeros ocho ó 10", cuenta, esperanzado. Para ello, deberá superar a los experimentados Felipe Barraza y Gaspar Riveros. "Aunque ellos tengan seis años más, en las carreras que hemos estado juntos, hemos estado al mismo nivel. En realidad todo puede pasar, uno nunca sabe y uno puede ganarle a otro", dice.
Pese a que los especialistas ven en Diego al futuro triatleta de Chile, él prefiere no pensar mucho en lo que otros piensan: "Distrae y puede jugar en contra. Yo sigo con mi entrenamiento y me preocupo de la alimentación. No hace bien llenarse de humos. Me gusta demostrar con logros".
Sin mucho tiempo para la vida social, entrenando desde las 6 de la mañana, Moya está convencido de que sus sacrificios valdrán la pena. Si bien en sus planes de este año están los Panamericanos, su verdadera meta será el Mundial de la modalidad, que se realizará en agosto en Suiza.
Recién aterrizado en Rosario, donde representará al país en los Sudamericanos de Playa, aspira a continuar su temporada en el extranjero. Europa está en su itinerario. Allí se codeará con los grandes exponentes de la disciplina y encontrará el roce deportivo que le falta. Por condiciones no se queda. Ya supera a Felipe Barraza, el gran triatleta chileno, en el nado.