Novak Djokovic es el gran protagonista de este Open de Australia. Tanto dentro de la cancha, como fuera de ella, el serbio ha llamado la atención del planeta entero. Por un lado, lleva un rendimiento extraordinario a lo largo del evento que lo tiene como gran favorito y por otro, cada vez que se sienta frente a los medios deja, al menos, una frase para las portadas.
Ambos elementos se volvieron a repetir en la noche del lunes en Melbourne. Primero derrotó por 6-2, 6-1 y 6-2 a Alex De Miñaur en los octavos de final y después criticó fuertemente a sus detractores en la rueda de prensa. Esto último tras los contantes cuestionamientos a su lesión en la pierna izquierda durante el primer grande del año.
“Les dejo las dudas a esas personas. Que duden. Sólo se sospecha de mis lesiones. Cuando otros jugadores se lesionan, ellos son las víctimas, pero cuando soy yo, estoy fingiendo. Es muy interesante… No siento que deba demostrarle nada a nadie”, expuso el ex número uno del mundo.
Una frase que incluso profundizó: “No tengo necesidad de demostrar nada a nadie, pero dispongo de pruebas médicas, de ahora y de hace dos años. Cuento con resonancias y ecografías muy claras. No sé si lo mostraré en el documental que están preparando sobre mí, depende de cómo me sienta, pero no me importa nada lo que la gente opine”, remató.
Pero Djokovic no solo se quedó ahí. También abordó una de las grandes verdades a las que se ha visto expuesto con el paso de los años. Las diferencias que existen entre él, Federer y Nadal. Pese a estar los tres en lo más alto del tenis, al serbio siempre se le ha tomado con el rol de antagonista. Algo que obviamente también se ha apoyado de las constantes polémicas que ha tenido.
“En torno a mí hay una narrativa radicalmente distinta a la de otros tenistas, pero eso no hace más que darme fuerzas, me motiva aún más para intentar ser el mejor de la historia, así que no puedo más que agradecerlo”, concluyó el nueve veces campeón del Australian Open.