Con un invicto de siete finales disputadas y todas ganadas, llegaba Novak Djokovic (2° y 1° a partir del lunes) al partido final de Abierto de Australia. Su instancia favorita, su zona de confort y donde no conoce la derrota. Y la octava no estaba para ser la primera. Ni siquiera con un Dominic Thiem (4°) hambriento por su primer título de Grand Slam. Y en un estadio con el público en contra, salvo por los ruidosos balcánicos.
En cinco irregulares sets de parte de ambos, el serbio fue más en los momentos calientes y cerró el marcador en 6-4, 4-6, 2-6, 6-3 y 6-4. Djokovic comenzó aplanando con un quiebre tempranero y cerró luego el primer parcial gracias a errores del de Viena.
Thiem se soltó y afinó a inicios del segundo. Con una cobertura de cancha impresionante, Thiem no se achicó. Aprovechó las desconcentraciones de Djokovic que se enfrascó con el juez de silla tras dos advertencias por demorarse en el servicio. A la segunda vez que el reloj llegó a cero, fue penalizado sin su primer saque. Al siguiente punto, el austriaco rompió para luego confirmar aquel break y hacerse del segundo set. Ahí ardió el serbio: en el cambio de lado le tocó las zapatillas al umpire de manera no agradable. "Te hiciste famoso, bien hecho", le dijo Nole irónicamente.
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Foto: AFP.[/caption]
El incidente que se generó el mismo, pareció comerle la cabeza en el tercer set. No fue el mismo y su tenis decayó, sumado a que el pupilo de Massú mostraba el altísimo nivel que ha desplegado esta semana. Dos quiebres consecutivos sin perder el servicio, le dieron una ventaja inalcanzable, que selló con un 6-2 a su favor.
El cuarto parcial parecía ser la instancia para que Thiem, aprovechando el bajón de Djoker, cerrara el partido y obtuviera su primer major, de paso entrando al top 3. Pero es en los momentos complejos cuando los mejores de la historia sacan a relucir su chapa de multicampeones. Un quiebre en el séptimo game le bastó para forzar la manga definitiva.
Djokovic apretó, quebró al comienzo y no soltó a un Thiem que no encontró la ventaja que había desperdiciado. Su octavo título en Melbourne estaba una vez más escrito. Y la vuelta al número uno del mundo, el premio añadido. Novak en Melbourne es imbatible.