Pablo Carreño Busta se tira al piso y se cubre el rostro de la emoción. Tras tener cinco puntos de partido, por fin puede decir que es un medallista olímpico. Al otro lado de la malla, Djokovic lo espera cabizbajo. El número uno del mundo pasó de soñar con el Golden Slam a tener que vivir tres derrotas en menos 24 horas. Al mazazo de perder las semifinales del singles y del dobles mixto ayer, hoy tiene que sumarle la derrota por 4-6, 7-6(4) y 3-6 ante el español en el encuentro por el bronce.

El sueño de Djoko terminó de golpe. Ya sea por el calor incesante de Tokio, la presión de tener que ser invencible o el merito (y vaya que lo tienen) de sus rivales, la historia perfecta no ha quedado en más que una anécdota.

Nuevamente le toca terminar los Juegos como un actor secundario. Una postal no tan traumática como la eliminación en primera ronda de Río, pero igual de dolorosa por las expectativas. Más allá del morbo de ver nuevamente perder a Nole, lo cierto es que el de los Balcanes terminó fundido y dócil en Tokio. Algo que dentro de la cancha de tenis es mortal.

Si ayer ante Zverev comenzó a demostrar esas señales de desgano, hoy fueron visibles a kilómetros de distancia. Ese instinto asesino que ha dominado el circuito no apareció. Algo que Carreño Busta aprovechó de sobremanera.

El juego del español es perfecto ante rivales que solo le pasan la pelota. Un arcillero por excelencia, que lleva al cemento la misma fórmula del polvo de ladrillo. Trabajólico, inteligente y calmado. Siempre dispuesto a responder una bola más.

Ganó el primero por 6-4 y perdió el tiebreak del segundo de forma apretada, teniendo incluso en ese momento la chance de colgarse la que ahora es su medalla. Pero Tokio quería un tercer set y así se dio.

Uno donde Nole intentó despertar, pero no lo consiguió. Atrapado en su agotamiento, el serbio siguió sin pisar el acelerador. Luchó, pero no con la intensidad que nos tiene acostumbrados. Así fue como se quedó sin medalla en el singles tras perder por 6-3. Al igual que Londres 2012, el serbio se queda sin el bronce. Uno que no podrá ni conseguir en el dobles mixto, ya que tras su derrota decidió borrarse del encuentro.

Novak se lamenta la oportunidad perdida, aunque lo más probable es que tras la semifinal de ayer, su mente ya no haya estado en Japón. Para un ganador incasable como el serbio, la vida es el oro o nada. Él ya piensa en Nueva York y en la chance de poder ganar el Grand Slam calendario.

Pablo Carreño Busta por su parte vive el momento más feliz de su carrera. Llegó con un rol secundario en estos Juegos, sin siquiera tomar protagonismo tras la baja de Rafael Nadal. Pero demostró que con trabajo y humildad se pueden conseguir cosas importantes. Tiene su premio, uno que lo pone para siempre en los libros del tenis español.

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