En la final más larga en la historia de Wimbledon, que supera a la mítica definición entre Rafael Nadal y Roger Federer; Novak Djokovic se corona campeón del Grand Slam inglés tras 4 horas y 57 minutos de tenis absoluto. Un enfrentamiento que deja a Federer como perdedor del título, pero que confirma, otra vez, por qué es uno de los mejores jugadores de la historia. Y Djokovic, cómo no, el gran vencedor de una batalla que lo reafirma como en mejor jugador de la actulidad. Los cinco sets, con parciales de 6-7, 6-1, 6,7, 6-4 y 12-13; le dan a Nole otro título en la Catedral, que se definió por primera vez con un tie break tras un empate a 12 en el último set.
Primer punto del partido y Federer clava un ace como si se tratara de una declaración de principios, un demostración de lo que haría y daría con su saque. Y así fue: recién en el cuarto set, cuando ya tenía dos quiebres a su favor, vino a ceder recién su servicio. Antes, en las anteriores tres mangas, ni siquiera le dio la oportunidad a Djokovic de disfrutar de un punto de quiebre.
Y pese a esa solidez, Federer siempre se vio batallando para empatar el partido. Durante la primera manga, contenidos pero juiciosos y asertivos a la hora de golpear, ambos jugadores llevaron la definición al tie break, donde gana quien comete menos errores. Y allí, donde cada error es un punto en contra, Nole obtuvo la ventaja al no cometer ninguno.
En la segunda manga, Federer arrolló a Djokovic. Como si de una metáfora se tratara, en el primer quiebre del suizo, el serbio se fue al suelo, precisamente lo que le sucedió en el juego. Con una claridad pasmosa, el número dos del mundo confirmó el quiebre y volvió a arrebatárselo de inmediato, quedando 3-0 arriba. Cerraría el set con un inapelable 6-1 que lo devolvió al partido y emparejó el marcador.
Lo igualado del encuentro volvió a transmitirse al marcador. Como una copia de la primera manga, el tercer set se desarrolló sin tregua, y por sobre todo, sin quiebres. El tie break asaltó los nervios de los espectadores, la mayoría fanáticos de Federer, cuando vieron que su ídolo fallaba inexplicablemente los primeros tiros, y le decía en bandeja la ventaja a Nole. Como sucedió al comienzo, nuevamente los errores no forzados de Federer marcaron la diferencia.
La batalla se encendió otra vez. Federer salió en busca del empate y dispuso de todo el repertorio de golpes maravillosos que tiene a su haber. Nuevamente le quebró el servicio en dos oportunidades a Nole, quien al sufrirlos, al igual que en la segunda manga, evidenció una ligera sensación de resignación. Logró recuperar un servicio, pero más por desidia de su rival que por méritos propios. Aun así, la manga se la terminó llevando Federer, dejando todo para el último set.
Como era de esperarse, fue totalmente distinto a todos los anteriores. Las piernas temblaban por el cansancio y la necesidad de arriesgar era perentoria. El primer golpe lo dio Nole al quebrar a Federer y acercarse al título, pero el jugador con más Wimbledon de la historia lo recuperó en el séptimo juego y emparejó la serie.
Desde allí continuaron, punto tras punto, juego tras juego, intento doblegar al adversario y evitando que la última manga se alargara demasiado. La inexistencia de tie break en el quinto set hasta un eventual empate a doce juegos, obligaba a definir rápido la final, pero los aces del suizo y el mayor resto físico de Nole lo hacían imposible.
Desde el 5-5 los juegos se alargaron, con ambos deportistas intentando quebrar al otro como fuera de lugar. El desgaste físico aumentó, lo que comenzó a provocar errores no forzados. Pese a la edad y al intenso partido ante Rafael Nadal, Federer se mostraba más entero, haciendo gala de la precisión de sus saques para evitar alargar demasiado sus juegos.
Así, poco a poco Djokovic comenzó a poner en peligro su servicio. El cansancio le hizo errar tanto en el juego quince que le permitió a Federer quebrar con un magnífico tiro cruzado. Después de cuatro horas, Federer tenía en sus manos lograr su noveno Wimbledon.
Y pese a los aces, y a dos puntos de partido, Federer perdió su saque y Nole recuperó el quiebre. El serbio respondió con genialidad a la brillantez del suizo, que falló al no saber asegurar el partido. Djokovic luchaba todo, y su saque no era tan potente como el de Federer, sus tiros si lo eran. Las devoluciones del multicampeón helvético empezaron a ser benignas para los intereses de Djokovic, quien confirmó el quiebre cómodamente.
Como una persecución sin tregua, el partido llegó hasta el empate 12-12. El primer tie break luego de un parcial de tal magnitud hacía su aparición. Y pronto comenzó a tomar ventaja Djokovic gracias a los errores no forzados de Federer. El destino de las dos definiciones anteriores parecía querer repetirse inexorablemente, ya que el buen juego de Federer no podía replicarse.
Y así ganó Nole la batalla más larga en la historia de Wimbledon: no fallando lo que falló Federer, dándole continuación a lo hecho en los dos tie break anteriores, golpeando la pelota como si en eso se le fuera la vida. Así triunfó Djokovic, así venció en una final para la historia.