Caminando con la ayuda de unas muletas, pero de buen ánimo, el piloto chileno Pablo Quintanilla realizó ayer su arribo al aeropuerto Santiago ligeramente rebasadas las ocho de la tarde.
Apenas 24 horas después de la pesadilla vivida en la última etapa del Dakar, del que terminó marchándose de vacío tras sufrir una aparatosa caída, fracturarse un tobillo y ser desplazado del podio por el indulto otorgado a Sam Sunderland, el sanantonino se desahogó en su llegada a Chile.
"Ayer fue el día gris, con mucho dolor, tenía el tobillo muy inflamado y ahora me voy directo a la clínica. Lo más probable es que tenga que hacer dos cirugías en el tobillo de reconstrucción", adelantó.
Luego pasó a criticar duramente el proceder de Sunderland, cuyo reclamó terminó sacándolo del podio: "Hay cosas que molestan, que no son justas, pero estoy contento con mi rendimiento. Todos sabemos lo que pasó, una actitud antideportiva que se sancionó, pero se le quitó la penalización al terminar la carrera, sabiendo la manipulación que había tenido con el iritrack. No corresponde. Las carreras se ganan corriendo, no por secretaría".
Y desclasificó su conversación con el piloto inglés: "Conversamos, me dio sus explicaciones y le dije que no las compartía. El deporte tiene que ser justo. Mostró arrepentimiento, pero se quedó sin palabras para justificar lo injustificable".