Ahí está, más feliz imposible. Sonrisa tatuada y mirada fija hacia donde está ubicada su familia, su polola, la familia de esta y sus amigos. Son y fueron sus cables a tierra, los que apoyaron en los peores momentos al gimnasta, cuando parecía que todo se acababa. Ahí está Juan Francisco Raffo (28), erguido sobre el podio y con la medalla dorada que cuelga de su cuello. Tras casi mil días, innumerables intentos fallidos y una mochila repleta de frustración, está de vuelta para competir oficialmente.
"Ese día por fin pude decir: 'Estoy de vuelta'. Significa demasiado, solo buenas sensaciones. Sinceramente no lo esperaba, no era el objetivo", recuerda Raffo sobre el 5 de agosto pasado. El deportista ganó la competencia de all arround y anillas, en el Nacional de Gimnasia 2018. Pese a estar lejos de su mayor triunfo deportivo, simbólicamente es el más potente. Su vista está ahora fija en ser el acompañante de Tomás González en los Panamericanos de Lima 2019.
Unos objetivos que estuvieron pausados durante años. Deambuló largo tiempo Raffo por una nube negra y no lo pasó bien. Las duras lesiones en los hombros fueron su máximo escollo, lamentablemente fueron en músculos cruciales para realizar anillas, su especialidad. Así estuvo alejado por un largo periodo de lo que más le gusta hacer.
2014 era dulce, de hecho el mejor año que ha registrado Juano en su carrera. Tercer lugar en los Juegos Sudamericanos de Santiago, Cuarto en la Copa del Mundo de Gimnasia en Portugal y tercero en el Panamericano de Gimnasia de Canadá. Todas estas participaciones en anillas. Solo eran colores hasta que llegó el primer mazazo, en septiembre de ese año. Una lesión aguda en el hombro izquierdo lo llevó directo al quirófano. Los colores se cambiaron por una escala de grises.
Seis meses de recuperación y decidió volver, aunque reconoce que siempre fue con molestias. Participó en el Mundial de ese año y se reanudó la maldita pesadilla. ¿El protagonista? El otro hombro sufrió una tendinitis debido a las compensaciones y exigencias a las cuales se expuso en la recuperación de la primera lesión. "No fue una buena decisión ir a ese Mundial. El cuerpo no estaba bien", reflexiona Raffo. Meses después, se le cortó definitivamente el tendón, lo que lo obligó a tomarse una pausa, una que dio para largo.
Idas y vueltas en 2016, pero nunca una competencia oficial. A esto se sumó la pérdida de la beca Proddar, otorgada por sus resultados en 2014 y lo que significaba un ingreso económico importante para el deportista. Tiempos difíciles en los que Raffo decidió darle prioridad a su otra pasión, la medicina.
"El sexto año de carrera es clave. Ahí me decidí por darle prioridad a los estudios y los pocos tiempos libres los dedicaba a entrenar", comenta el gimnasta. Raffo cursó el internado en pediatría, medicina interna y otras especialidades. Mientras obtenía excelentes resultados académicos, su cuerpo respondía a las exigencias físicas de los entrenamientos.
"Fue un año de experimentación. De ver qué pasaba con mi anatomía nueva, ver si el cuerpo me respondía para darme la última oportunidad o si mi carrera deportiva profesional quedaba hasta ahí. La consigna que elaboramos junto a mi entrenador era 'dejemos que el cuerpo hable'", dice.
A principios de 2018, el cuerpo habló y lo hizo de forma esperanzadora. Juano se decidió a ir una vez más por la gimnasia y con todo. Tras finalizar exitosamente su sexto año de medicina en la Universidad de Chile, hizo los tramites y congeló. Le queda un año para terminar. Según sus planificaciones, si todo sale bien y no hay lesiones, en 2020 reanudará sus estudios.
Siempre combinó las anillas con la medicina. Permisos para ir a competir y licencias para tener una menor carga académica, fue parte del apoyo incondicional que le ha dado la universidad. "Se puede estudiar y ser deportista. Es muy difícil en este país, pero afortunadamente me han ayudado", se sincera Raffo, quien cuenta con un destacado desempeño académico. Pese a congelar, está yendo dos veces a la semana a hacer una pasantía en medicina interna al Hospital San Borja. Así mantiene el ritmo de estudio, pese a no recibir sueldo y tampoco sumar puntos para la universidad.
La lucha incesante sigue. ¿Será un renacer? Ojalá. Lo cierto es que Raffo tiene clarísimas sus metas y está enfocado en que nada las tuerza. Quiere ser finalista de anillas en el Mundial de Stuttgart 2019, participar de los Panamericanos y retomar sus estudios en 2020. Después de eso, sueña con llegar a Santiago 2023. "Siempre quedó eso de que la historia no podía terminar ahí", reflexiona.