El 25 de noviembre de 2020, el corazón del mundo se detuvo. No es exageración. Un paro cardiorrespiratorio terminó con la vida de Diego Maradona, una existencia llena de ruido y carente de paz. Incluso después de su muerte. Hasta ahora, cada uno de los que lo rodearon, pero que escasamente se preocuparon de que estuviera bien, tironean para quedarse con algo de su legado. No es poco. Cualquier objeto que haya usado o haya tenido el mejor futbolista del mundo en el siglo XX, según dictaminó un sondeo de la FIFA, que lo equiparó en la votación con Pelé, vale millones. Muchos millones. El Napoli vendió miles de camisetas con su cara, pero tuvo que dejar de hacerlo. Hoy, en el Mundial, se siguien viendo imágenes de su rostro. Y hasta el técnico transandino, Lionel Scaloni, lo invoca. Es primer torneo planetario, eso sí, que se juega sin su presencia en cualquiera de sus formas.

El botín de la herencia (la material, al menos) es tentador y hasta podría asegurarse que alcanza para todos, por más que el sentido común lleve a preguntarse qué tan legítimo es que algunos reclamen su parte. El italiano Stefano Ceci, uno de sus laderos, por ejemplo, detenta los derechos de su marca y, a través de una tienda virtual vende gorras, poleras y hasta recorre el mundo con una réplica dorada del pie izquierdo de la leyenda.

Hay algo, eso sí, que resta por aclarar: las circunstancias en que falleció el capitán de la selección argentina que levantó la Copa del Mundo en el Mundial de México, en 1986. Más allá, obviamente, de las que consigna el parte médico, que se remite al momento en que su corazón dejó de latir.

La justicia argentina, al menos, busca responsables. Hay ocho personas ligadas al círculo que acompañó a Maradona en la última etapa de su vida que fueron acusados por haber cometido un “homicidio con dolo eventual”. En su mayoría, se trata de profesionales de la salud que estuvieron vinculados a la custodia del exfutbolista. La nómina la encabeza el neurocirujano y médico de cabecera Leopoldo Luciano Luque (41) y la integran, además, la psiquiatra Agustina Cosachov (37); el psicólogo Carlos Ángel “Charly” Díaz (30); la médico coordinadora de la clínica Swiss Medical, Nancy Edith Forlini (53); el coordinador de enfermeros Mariano Ariel Perroni (41); los enfermeros Ricardo Omar Almirón (39) y Dahiana Gisela Madrid (38); y el médico Pedro Pablo Di Spagna (49).

Todos esperan por un eventual juicio oral. Si son condenados, se exponen a penas que van entre los ocho y los 25 años de cárcel.

Maradona, en su paso por la banca de Gimnasia y Esgrima.

Todos en lo suyo

Por el momento, todos los apuntados siguen en lo suyo. El sitio argentino Télam siguió la pista de cada uno de los profesionales y auxiliares. “Luque sigue como neurocirujano en el Hospital El Cruce de Florencio Varela y en el porteño Hospital Alemán; Cosachov en su consultorio privado y en un hospital del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires; el psicólogo Díaz en distintas ONG de tratamiento de adicciones y también con pacientes privados; Forlini sigue trabajando en el Swiss Medical Group; y Di Spagna como parte del cuerpo médico del plantel de futbolistas del club Huracán, por nombrar algunos ejemplos”, consigna la publicación.

“Hace ya seis meses que el juez de Garantías 2 de San Isidro, Orlando Abel Díaz, luego del requerimiento del equipo de fiscales que instruyó la causa, elevó el expediente a juicio oral, pero las defensas de los ocho imputados apelaron aquella resolución y desde entonces la causa está bajo el análisis de la Sala III de la Cámara de Apelaciones y Garantías de San Isidro”, añade el medio en relación al proceso.

Télam agrega otro dato. “El último movimiento del expediente fue que el defensor de Cosachov, Vadim Mischanchuk, solicitó ante la Cámara lo que técnicamente se denomina audiencia del artículo 447 del Código Procesal Penal bonaerense, y que se realiza para mejorar en forma oral los argumentos de su apelación, en la que pidió el sobreseimiento de la psicóloga y, en su defecto, un eventual cambio a una calificación más benigna para su clienta”, explica. “A este pedido se sumó también el defensor de la enfermera Madrid, el abogado Rodolfo Baqué, por lo que antes de tomar la decisión de si manda a todos a juicio o no y si será con la imputación que a cada uno de ellos le hizo la fiscalía, la Sala III de la Cámara de San Isidro deberá fijar una fecha para esta audiencia”, añade, respecto de las maniobras.

La fiscalía tiene su formación definida: el fiscal general de San Isidro, John Broyad, los fiscales generales adjuntos Patricio Ferrari y Cosme Iribarren y la fiscal de Benavídez, Laura Capra.

Si la Cámara de San Isidro confirma lo dispuesto por el tribunal, se sortearán los jueces que llevarán el juicio oral. Se estima que los alegatos no se realizarán antes del segundo semestre de 2023.

Maradona, en un duelo de Gimnasia y Esgrima de La Plata, el último equipo al que dirigió.

Responsabilidad

Para el juez de garantía Orlando Abel Díaz, los acusados faltaron a obligaciones esenciales, al no cumplir “con el mandato de actuar que la buena práctica médica colocaba en sus cabezas”. Consigna, además, que tuvieron en sus manos la posibilidad de revertir la crítica situación en que estaba Maradona y no lo hicieron.

La fiscalía considera, además, que el equipo médico de Maradona fue “deficiente”, “temerario” e “indiferente” y que, en resumen, sabían que el Diez podía fallecer en cualquier momento, pero no hicieron nada por evitarlo. Curiosamente, eso sí, los persecutores jamás pidieron la medida cautelar de prisión preventiva para los inculpados, quienes llegarán libres hasta el momento en que se produzca el eventual juicio.

En abril, en una entrevista con La Tercera, Guillermo Coppola, histórico representante del ex capitán albiceleste, prefirió la cautela a la hora de hablar de los procesados. “Yo soy de esa generación que no señala de lejos. No sé decir qué se está cocinando si no estoy dentro de la cocina, cómo es el guiso que se está preparando, qué le pusieron, si estoy en mi cuarto esperando que lo terminen. Entonces, diferencias: Diego en Cuba. Lito Pintos, periodista argentino, le hace una nota que me sorprendió y él dice “Guillermo deja de ser mi mánager y pasa a ser mi socio, al cincuenta por ciento”. Yo viví cuatro años en la soledad de Cuba. Después de Cuba y de todas las cosas que se hablaron de Cuba, Diego hizo La Noche del 10. El mejor Diego después del 86. Impecable. Eso fue después de Cuba. Listo. Porque hay muchos que también dicen “Cuba, Cuba, las mujeres” o viene la señora que declaró, que estuvo bien, si sintió que había sido, de alguna manera, maltratada. La justicia decidió otra cosa. Pero me refiero a ese Diego que genera esos amores y, por ahí, algunos odios. No conmigo, porque yo lo conocía y sabía. Me dices “lo mataron” y para mí la muerte de Diego es distinta. Significa otra cosa que para la mayoría”, planteó.

Entonces, ¿lo mataron? Es duro. ¿Se preocuparon? Es muy fuerte decir que lo mataron. El 30 de octubre lo vi como cansado. Sale a la cancha de Gimnasia un Diego que no podía caminar, que no podía sostenerse en pie. Eso critico. A aquellos que lo llevaron, que no se supo nunca quienes fueron. Si fue la publicidad, si fue el doctor Morla, quién fue. Al que mostró esa imagen al mundo. Yo ni muerto lo hubiese sacado así. Tal es así que llamé al presidente de Gimnasia indignado y me dijo: “Guillermo, no tuve nada que ver. Entiendo tu enojo”. Era imposible de mirar. Yo estaba contento que estuviera en la cancha. Incluso cuando fue a México y la gente lo cargaba por el “eeeehhh” que se le iba”, recordó.

Esa vez, también se refirió a la lucha por los bienes del Diez. “A las 96 horas de habernos separado, había devuelto poderes, contratos, había rescindido esa sociedad al 50 por ciento de la que participó. Hoy pelean por los derechos, por las firmas. Una camiseta se subasta. ¿Sabes cuántos elementos tengo yo que no me animaría a tocar? Serán mis hijos o los voy regalando. Porque no se lucra con la muerte de Diego. Es mi estilo. Otra edad, otra forma”, sentenció.

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