Dos héroes para el final
Jaime Valdés abrió la cuenta en Concepción y entregó la calma a los albos. Jugó un partido en el que una vez más fue uno de los más importantes de su equipo. Octavio Rivero, uno que recién apareció para el final del torneo, aportó la segunda conquista colocolina. También otro imprescindible.
"Fuimos los mejores, le duela a quien le duela". Jorge Valdivia resumió en esta frase, corta y precisa, la sensación de éxito de un Colo Colo campeón. Ayer, eso sí, el Mago no fue el más destacado, como lo venía siendo en los partidos previos. Los mejores ayer fueron otros dos, muy claros, muy rotundos: Jaime Valdés y uruguayo Octavio Rivero.
Colo Colo necesitaba un desahogo ayer en Concepción. Los albos ya estaban enterados de lo que ocurría en Santa Laura, reviviendo de inmediato un fantasma que aún penaba tras la amarga pérdida del campeonato anterior, en la penúltima fecha frente a Antofagasta. Pero esa ya fue una lección aprendida. Ayer, en el Biobío, los albos sólo debieron hacer un poco de memoria de lo mostrado durante todo este campeonato para levantarse como campeones, ahora ya sin dudas.
Lo hicieron de forma soberbia. El primero en poner la situación en calma -si es que la hubo en algún momento- fue Jaime Valdés, uno de los hombres fundamentales de la 32ª estrella colocolina. De un primer tiempo mucho más opaco que lo acostumbrado, Pajarito corrió cuanto pudo para enlazar el mediocampo con la aertillería. Su figura, peleando y participando, generando asociaciones con Esteban Jorge Valdivia y Esteban Paredes, entregaron la seguridad de que, al menos, de seguir jugando así el desenlace sería favorable y ese ansiado gol llegaría. Y, paradójicamente, fue gracias a su penal donde se abrió el marcador y llegó la tranquilidad a los albos. Valdés, fuerte y sin titubeos, pateó tras la mano de Nicolás Baeza. Ante su tiro cruzado, el boliviano Lampe no tuvo oportunidad alguna.
Valdés es quizás el mejor jugador albo de todo el torneo, aunque Valdivia quizás fue el más desequilibrante. Estuvo presente durante prácticamente todo el campeonato, apenas faltó frente a Audax, en la décima fecha. Por eso es que ayer su figura fue fundamental para el andamiaje de su escuadra. Salió reemplazado a los 86' por otro histórico referente, Gonzalo Fierro, yéndose al banquillo con una sonrisa imborrable, la del goleador: su penal lo dejó junto a Esteban Paredes como los goleadores del equipo (eso sí, cuatro de los seis goles de Pajarito fueron desde los 12 pasos).
Desde un costado de la cancha, Pajarito, uno de los más veteranos del elenco albo, miraba casi como un padre mira a los niños jugar. Esa imagen será también imborrable.
Octavio Rivero fue el otro que ayer se transformó en figura. Paradójicamente, tras un convulso primer semestre e inicio de campeonato, el uruguayo reapareció en la duodécima fecha, frente a Unión Española, donde retornó a la titularidad. De allí no se movió y tal como en Concepción, siempre fue uno de los elementos incisivos del cuadro albo, atento siempre a cualquier oportunidad. Así fue ayer, cuando consiguió definitivamente entregar la calma a sus compañeros y a los 25.000 hinchas colocolinos presentes. Un fuerte remate, tras un pase de Valdés, lo elevó a la gloria, secundando a los dos goleadores de su equipo con cinco conquistas.
Rivero, estuvo apenas seis partidos de titular, pero consiguió mucho en muy poco tiempo. "Muchos dudaron de mi compromiso, pero respondí. Estoy muy feliz. No me salen las palabras. Quiero celebrar y nada más", dijo el atacante, que tuvo un rebelde inicio de temporada, pero que terminó revirtiendo todo para el final. "Esto es algo que soñaba desde que llegué al club. Este semestre pasé momentos muy difíciles, pero me pone muy contento haber podido revertir todo. Somos justos campeones", recalcó.
"Quienes se mantuvieron junto a mí y me ayudaron a levantar cuando lo pasé mal. Además estoy doblemente contento por el embarazo de mi mujer. Este es un triunfo del grupo, de todos nosotros y de nuestras familias", sentenció.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.