La gran sorpresa de Qatar 2022 fue la selección de Marruecos. No solo por el excelente juego exhibido en la cita planetaria ni tampoco por ser la primera oncena africana en haber disputado una semifinal del mundo, sino más bien porque su director técnico, Walid Regragui, asumió tres meses antes el mando del equipo.

El técnico 47 años no tuvo más que 90 días para preparar a sus jugadores y su llegada al cargo fue en medio de la polémica. Su antecesor, Vahid Halilhodzic, fue sacado abruptamente por la dirigencia y no por malos resultados.

“Me quitaron mi orgullo. No puedo olvidarlo ni perdonarlo, porque debió haber sido la despedida a mi carrera de entrenador”, dispara el estratega francobosnio en el medio croata Tportal. ¿A que se refería el estratega de 70 años? A su despido. El cual se dio por la decisión de excluir al delantero Hakim Ziyech por supuestos actos de indisciplina, algo que no gustó para nada en la federación marroquí y que fue zanjado con el sobre azul para Halilhodzic.

De nada le sirvió al hasta entonces cerebro de los Leones decir que “no puedo llamar a un jugador como Ziyech aunque sea Lionel Messi. Puede arruinar el ambiente del grupo”. Tampoco escucharon cuando sostuvo que “por primera vez en mi carrera he visto un jugador que no quiere entrenar y dice estar lesionado, aunque las pruebas médicas demuestran que sí puede jugar”. Simplemente lo corrieron de su cargo y Regragui se encargaría de que la estrella del Chelsea volviera a la concentración.

Eso sí, el joven técnico no se olvidó de su antecesor a la hora de las declaraciones por el hito histórico que había obtenido, pero sus palabras no fueron bien recibidas. “El homenaje de mi sucesor no puede compensar mi amargura o lo que me perdí con esta competencia”, enfatizó el aludido.

Cabe consignar que no es primera vez que le pasa algo así a Vahid Halilhodzic. Sudáfrica se preparaba para ser el centro de la Tierra el año 2010 y el DT estaba a la cabeza de Costa de Marfil. De hecho había ganado 26 encuentros seguidos, pero en la Copa África pierde ante Argelia en los cuartos de final y es despedido a cien días de que la competencia iniciara y fuera ganada por España.

“Había que sacrificar a alguien y en la federación optaron por mí. Yo tenía el apoyo de los jugadores, pero en vano. Estoy harto del fútbol después de todo”, dijo en esa oportunidad. Pero el fútbol da revanchas y con el buzo argelino iría cuatro años más tarde a Brasil y caería en octavos de final con Alemania.

Resultado que lo llevaría a la selección de Japón, para prepararla para Rusia 2018. Aventura que en un principio fue bastante grata y que llevó samuráis azules a ganar muy bien su grupo en la clasificatoria asiática. Más, la historia volvió a repetirse y tras obtener malos resultados en los amistosos contra Malí (1-1) y Ucrania (1-2), otra vez fue cesado y otra vez se dijo que había lío con los jugadores.

Claro que esta vez no hubo una demanda como en esa ocasión, donde el polémico director técnico interpeló al ente japonés en tribunales y pidió sólo un yen en compensación, pues su idea no era ganar dinero sino limpiar su honor.

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