Dos Jerusalén. Uno antiguo y otro nuevo. El moderno y judío, celebrando un día festivo por ser la sede del Giro de Italia en su primera vez fuera Europa; el otro, antiguo y palestino, con su parsimonia habitual de viernes, como si al otro lado de la muralla nada ocurriera.
Con esa dicotomía, aunque con completa tranquilidad, se corrió la primera etapa del Giro, que enfrentó al pelotón a una contrarreloj de 9,7 kilómetros en un circuito dentro de la ciudad bíblica.
Y allí, todo comenzó como había terminado el año pasado. El holandés Tom Dumoulin luciendo la tricota de campeón mundial de contrarreloj fue uno de los últimos en largar y, al terminar, como muchos esperaban, celebró: llegó dos segundos más rápido que el mejor hasta ese momento, el australiano Rohan Dennis (ver clasificación).
Desde hoy, Dumoulin vestirá la maglia rosa del líder general. Y es posible que la calce por varias etapas más. El cuestionado Chris Froome, favorito por excelencia, pero resistido por su reciente positivo por salbutamol, sufrió una caída en el calentamiento. El golpe lo resintió mucho, al punto de dejarlo 21º, a 37 segundos de la punta.
"Esto es todo lo que deseaba, la maglia rosa y un buen montón de tiempo respecto a los rivales", señaló el joven Dumoulin, de 27 años. Respecto al circuito, cargado de ascensos, aseguró: "Sabía que estaba preparado para el Giro, pero no estaba seguro de ganar. El circuito fue muy duro, ideal para mí".