Al margen de la importancia del partido ante Universidad Católica, una de las principales inquietudes en el equipo azul era la actuación del meta Martín Parra. La llegada del golero generó una de las polémicas de la temporada, cuando Diego López aún era el técnico de los azules.

Y es que la partida de Hernán Galíndez obligó a la llegada de un nuevo arquero. El mismo técnico uruguayo, en junio pasado, aclaró que Parra no tenía las características en sus requerimientos, ya que con 22 años no era el recambio del ecuatoriano.

Más tarde, el presidente de Azul Azul, Michael Clark, aclaró que el nuevo meta arribó como el tercero de la lista, después de Cristóbal Campos y el juvenil Pedro Garrido.

Con toda es carga emocional, el jugador oriundo de Talcahuano debutaba nada menos que en un Clásico Universitario, tras más de cinco meses sin entrar a una cancha, tras su salida de Universidad de San Martín de Perú.

Un inicio accidentado, con un Santa Laura repleto de hinchas azules. Los mismo que no se aburrieron de lanzar papeles al campo de juego, mientras algunos hinchas se trepaban en la reja. Sucesos que, seguramente, conspiraron para el nerviosismo del ex Huachipato.

Pero en el partido fue otra historia. La buena actuación de sus compañeros en el primer tiempo, le restó responsabilidad al propio Parra, quien solo tuvo que salir con los pies en una ocasión, remate que terminó con propiedad en un jugador azul.

Aunque tampoco se quedó en actitud y carácter. El joven meta no se cansó de ordenar a la última línea y gritó constantemente en las pelotas detenidas de los cruzados.

Así transcurrió la primera parte, en la que el golero no sufrió ningún tiro al arco y tampoco tuvo que salir de los tres palos, como producto de alguna jugada de riesgo del cuadro de la franja.

Un poco más de acción

En el segundo tiempo, la Católica insinuó un poco más para tratar de lograr al empate. Pero sólo se quedó en la intención, el propio Parra tuvo muy poco que hacer. Incluso, recién a los 48 minutos tocó su primera pelota en acción, cuando tuvo que bajar un débil tiro de esquina que llegó al área chica.

Algunos minutos más tarde debió salir de su arco cerca del borde del área para contener sin problemas en pase largo del rival. En líneas generales, el golero era un mero espectador del buen trabajo de sus compañeros de campo.

Después de eso, un par de tiros libres largos que el arquero tuvo que ejecutar cerca de su área. Cuando los de la franja apretaron en los últimos cinco minutos, el meta vio un poco más de acción.

Así ocurrió a los 87 minutos, cuando tuvo la única tapada de real riesgo en todo el encuentro. El fuerte y elevado remate de Fabián Orellana fue bien tapado por el futbolista de Talcahuano, quien se quedó la pelota en dos tiempos, pese sufrir un posterior calambre.

En la última llegada del adversario, el guardavalla se vio obligado a apurar a Fernando Zampedri en el achique, pero el argentino le pegó a un balón que se fue muy lejos al costado del arco local.

Una jornada con pocos sobresaltos que, de todas maneras, fue premiada en el final del partido, cuando la mayoría de sus compañeros corrieron a abrazar al otrora cuestionado meta de los azules.

El Deportivo