El brasileño Paulo Moreira da Costa hace casi dos años llegó a Chile para tomar el timón del proyecto del vóley playa, que hoy se consagra con un inédito oro obtenido por los primos Marco y Esteban Grimalt. Espigado, fuerte, de sonrisa amplia y un conocimiento único de todo el circuito mundial, Paulao es uno de los grandes motivadores de la tercera presea dorada nacional estos Juegos Panamericanos.

"Sin duda que él es fundamental. Nos ha entregado muchas herramientas que han dado grandes resultados, lo que se ha sumado a lo que hemos trabajado con nuestros anteriores técnicos", reconoce Esteban Grimalt tras su histórico triunfo. Y es que con Paulao, la historia chilena en este deporte parece haber renacido.

Desde que tomó al equipo nacional de vóley playa, a mediados de 2018, ha comenzado a buscar nuevos exponentes de la disciplina, pero es con los primos Marco y Esteban Grimalt con quienes más se nota su mano. Bronce en Río 2016 con el equipo de Italia, el ex voleibolista ha conseguido motivarlos para llegar incluso a ganar una fecha de Copas del Mundo, la de Doha, en Catar, en marzo pasado.

Sus claves son varias. Jorge Pino, presidente de la Fevochi, las enumera: "Él conoce a todos los técnicos y jugadores del circuito mundial, lo que es clave para poder planificar los torneos. También trajo la tecnología, que era algo que no existía antes; ahora podemos ver videos de los rivales. Y tercero, que como es tan conocido, con él podemos hacer concentraciones con las mejores duplas del mundo". Paulao está llevando a Chile a codearse junto a los mejores del mundo.

De un discurso ganador, positivo, pero también trabajólico y estudioso hasta el cansancio, el brasileño es uno de los referentes de la disciplina a nivel mundial. Llegó en el verano de 2017, invitado a un proyecto en el que no solo se incluían a Marco y Esteban Grimalt, sino un trabajo profundo en todas las divisiones de la disciplina. No fue tarea sencilla. Tras su bronce en Río 2016 junto a la dupla italiana, fue el equipo chino el que decidió contar con sus servicios, y del gigante asiático, el Team Chile decidió atraerlo.

"Después de muchos intentos, conseguimos llegar a él. Fueron al menos 15 correos los que le enviamos, hasta que terminó aceptando", confiesa Pino. Lo que más le atrajo del país fue la presencia de la dupla que hoy tocó la gloria. "Paulao conocía a los primos, por el Circuito Mundial. A él le dijeron que Chile era un país serio, donde se pagaba al día, y además le quedaba muy cerca de Brasil y su familia", añade el dirigente.

Y desde su arribo, solo alegrías está cosechando la disciplina. Además del título en la Copa del Mundo de Doha, en Catar, su trabajo se ha visto reflejado en todas las categorías.

Este año, ha conseguido dos participaciones mundiales sub 19 y 21, además de los Juegos Olímpicos de la Juventud del año pasado en Buenos Aires, el sexto lugar de las damas obtenido aquí, en Lima. "No es que venga a desarrollar el trabajo de una sola dupla, sino de todo el voley playa chileno", aclara Pino.

Eso sí, antes, Eduardo Garrido trabajó con el binomio nacional desde 2012 a 2017, de quienes los primos no se olvidan.

"Esto es solo felicidad"

"Ahora vamos a festejar en el avión, porque no da tiempo para hacerlo en otro lugar. Vamos a Viena", cuenta el entrenador. No es mentira. En la misión de llevar a los Grimalt a unos nuevos Juegos Olímpicos, el brasileño no les da descanso y enfrentarán juntos la Copa del Mundo de Austria.

"Esto es solo felicidad, pero no es solo mío. Ellos ahora son más maduros, son mejores, y estamos trabajando siempre en fortalecer no solo la parte física, sino también la mental", reconoce el propio Paulao.

Sobre la charla que tuvieron antes de enfrentar a los mexicanos Roberto Ontiveros y Juan Virgen, los campeones de Toronto 2015, comenta: "Hablamos de la táctica, pero sobre todo de traspasar la energía positiva, confinaza, que es lo que vale en una final, esas ganas de querer ganar. Ellos las tuvieron y lo demostraron hoy".

El efecto Paulao comienza a tomar fuerza. Con él, los primos Grimalt parecen otros. el voley playa puede soñar.