El calvario de Cocu

El exvolante holandés Phillip Cocu fue de esos jugadores que no necesitaron ganar todo para llegar a lo más alto de la competencia mundial, en clubes y selección. Su calidad y ascendiente en la cancha lo llevaron a ser capitán del Barcelona y tener el récord de más partidos jugados por el club blaugrana como extranjero, hitos sólo igualados por Lionel Messi. Por eso, a nadie le extrañó que Cocu se convirtiera en un excelente entrenador, logrando seis títulos en cinco años al mando del PSV. Sin embargo, aunque algunos piensan que es cosa de tiempo para que llegue a Barcelona, Cocu se lo ha tomado con calma. Al final de la temporada pasada, y siendo campeón de la Eredivisie, decidió dejar el PSV y aceptar la oferta del Fenerbahçe, donde juega (no mucho) Isla. Pero, ¿puede semejante currículum prepararte cuando decides que lo mejor es irte a trabajar al fútbol turco sin imaginar que te harán sufrir la teleserie de tu vida?
Aquí en Holanda nadie entendía que, después de ocho partidos de liga, Cocu y su Fenerbahçe marcharan en el puesto número 15 de la tabla, con cuatro derrotas, dos empates y dos triunfos. Hasta que el propio presidente del club, Ali Koç, reveló en la televisión turca un terrible descubrimiento: Cocu había sido saboteado por parte del staff técnico que ya estaba en el club antes de su llegada. El cabecilla fue el preparador físico Turgay Altay, furioso porque Erwin Koeman, asistente de Cocu, había asumido parte de sus funciones. Altay, y sus cómplices, Murat Ozturk y Alper Alsci, filtraron a rivales videos e información clave de jugadores, entrenamientos y partidos, además de borrar todo el historial estadístico de la temporada pasada. También mostraron su gustillo dramático cuando, para el clásico con Besiktas y en la Europa League, llevaron una alfombra al camarín, diciéndole a los jugadores que el rival ganaría y que con esa alfombra iban a "enrollar el cuerpo del entrenador y llevarlo a su propio funeral".
¿Quieren más? Los tres le ocultaron a Cocu la fatiga física de varios futbolistas, para que el DT los sobrecargara sin saber, arriesgándolos a lesionarse seriamente. Por supuesto, nada de esto funcionaba sin aliados en el plantel: Aatif Chahechouhe, Nabil Dirar y el ícono del club, Volkan Demirel, se sumaron al boicot. Finalmente, Koç supo de la conspiración y despidió a los tres técnicos traidores, separó del plantel a los jugadores involucrados y le dio todo el respaldo a Cocu para que ahora recomience en paz.
Cuando publiqué esto en Twitter, varios actores del fútbol profesional en distintos países me dijeron que estas cosas pasan "todo el tiempo, en todos lados" y, peor aún, que los dirigentes se enteran, pero prefieren ocultar todo y echar al DT. Por eso Koç ha sido valiente y ejemplar, en especial al denunciar la situación públicamente. Porque el fútbol se debe limpiar no sólo de los que roban. Lo que acaban de leer podrá sonarles increíble, novelesco y hasta gracioso, pero también es una forma arraigada de corrupción de la que pocas veces nos enteramos.
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