El atletismo, en su afán de continuar superando marcas imposibles, nuevamente vive días de reinvención. En los últimos 13 meses se han registrado las cinco mejores marcas masculinas de la historia del maratón, con el récord del mundo oficial de Eliud Kipchoge incluido (las 2.01'39" de Berlín, el año pasado); Brigid Kosgei pulverizó en Chicago la aparentemente imposible plusmarca Paula Radcliffe, intacta por más de 16 años; y el propio Kipchoge consiguió acallar a la ciencia al completar los 42 kilómetros 195 metros en menos de dos horas. Todos con zapatillas de Nike como el calzado de las hazañas.

Por eso muchos miran con descrédito este robusto, blando y colorido modelo. Mientras algunos ven en las Vaporfly 4% y las Vaporfly Next% -los modelos de las grandes marcas- un síntoma más de la imparable evolución de la tecnología, otros lo catalogan como un salto irreal y demasiado grande, confirmado por las marcas. Y la IAAF está estudiando su legalidad, así como la de todo el calzado de carreras de calle.

El modelo de la firma estadounidense posee características que podrían ayudar demás. Son de las más livianas: apenas 184 gramos cada una. Además, la capacidad de volver a su forma original, gracias a la espuma Pebax (de nombre comercial ZoomX), devuelven un 87% de la energía empleada en cada pisada. Su forma, con 40 milímetros de grosor en el talón y 31 en la punta, además de una placa de carbono en el centro para dar rigidez a las articulaciones y los dedos, que mejoran la eficiencia de tobillo, son las grandes innovaciones.

La revolución de las Vaporfly llegó en 2017, cuando Kipchoge preparaba el primer intento de bajar de las dos horas en un maratón. Fue la respuesta de Nike al Boost o aumento (una espuma de poliuretano termoplástico del modelo de Adidas) que devolvía más energía en cada pisada. La empresa norteamericana contraatacó con un modelo que algunos miran como un exceso.

Y ante esto, la IAAF aún no tiene respuestas. El reglamento señala que todos los calzados son legales siempre que estén al alcance de todos y que no entreguen ventajas ni ayudas calificadas de injustas a sus portadores. Pero no cuantifica qué es justo o injusto, entre otras razones, porque carece de medios para controlar el interior de todas las zapatillas en las carreras y el retorno de energía que podrían proporcionar.

Este modelo, eso sí, no es el mismo con que el impresionante Kipchoge logró frenar el crono en Viena en 1.59'40". El que utilizó el 12 de octubre pasado ni siquiera tienen nombre oficial, aunque trascendió que la denominación comercial que recibirá será Alphafly. Y son aún más innovadoras, con 10 milímetros más de suela y tres placas de carbono. Esas aún no están en venta, aunque con ellas se consiguió una marca no válida, por ahora miran con distancia esta polémica.

Para ayudar en esa decisión, el especialista Geoffrey T. Burns, de Michigan, ha propuesto en un artículo publicado en el British Journal of Sports Medicine una sencilla medida: ya que en la mediasuela está la magia que regala el efecto palanca-resorte, propone limitar su grosor, como ya ocurre con las zapatillas para los saltos de altura y longitud. Además, para que no se deban eliminar ninguno de los récords conseguidos, ofrece como solución limitar el grosor de la suela a los 40 milímetros, el mismo de las Vaporfly 4%, con el que Kipchoge y sus camaradas han conseguido unas marcas impresionantes. Así, argumenta el académico, si un atleta baja de dos horas en un maratón legal no estará todo el mundo otra vez señalando sus zapatillas, sino solo su capacidad.

La IAAF ya pudo tomar medidas en marzo de 2017, cuando empezó el debate. Allí, prometió tratarlo en el Comité Técnico para ver si se necesitaban cambiar las reglas, pero nada se modificó. El presidente Sebastian Coe aseguró que estaban trabajando en el asunto, asegurando que "probablemente antes de final de año haya una respuesta sobre ello", aunque en ningún caso quiere circunscribir el problema a Nike.

Mientras la entidad continúa estudiando una posible solución a este debate, que podría llegar en los próximos días, la competencia no ha tenido más remedio que responder al ingenio, con varias marcas presentando y poniendo a la venta sus modelos con placa de fibra de carbono. La primera fue la francesa Hoka, cuyas Carbon Rocket y Carbon X de a poco adquieren fama; luego, llegó New Balance y sus FuelCell 5280; más tarde Sketchers con sus Speed Elite y el mes pasado fue el turno de la china Li-Ning y sus Fei Dian.

Pese a todo, las de Nike cuentan con el gusto popular, siendo una de las zapatillas de running más vendidas el último año, pese a su alto precio. Las Vaporfly 4% cuestan en Chile $179.990, mientras que las Vaporfly NEXT% alcanzan los $199.990.

En Chile, el debate parece claro. Los expertos concuerdan en que, más allá del calzado, los resultados obtenidos con ellas son mérito innegable de sus portadores, no al revés. Matías Silva, campeón de los 10k del Maratón de Santiago de este año, dice que las zapatillas son totalmente legales. Las usa, de hecho: "No creo que exista alguna zapatilla que haga que el atleta corra mejor. Lo que un atleta busca es que sea cómoda y liviana. Claro que es una tremenda innovación de Nike, pero al final lo que importa es el deportista. Kipchoge, por ejemplo, es un atleta excepcional, y creo que la zapatilla solo es un accesorio que complementa, entrega confort, cuida el pie y las articulaciones del atleta".

Opinión experta

"Las otras marcas se tienen que poner al día, porque los atletas están prefiriendo las Nike y en el caso de que no aprueben la fibra de carbono en el mercado están las sin, que igual son las mejores para correr en calle", dice Luis Montenegro, coach del Nike Run Club.

Por ahora, en la carrera por desarrollar el calzado más beneficioso para el deporte la está ganando Nike. Eso, hasta que la IAAF diga lo contrario.