Si hay algo que caracteriza a la comuna de Pudahuel es el conflicto entre las distintas realidades que la conforman. Camine una cuadra en cualquier dirección y podrá observar cómo el panorama cambia de inmediato. Pasará de estar en un condominio acomodado a un barrio con casas desvencijadas y mal cuidadas; de una autopista de alta velocidad a una zona exclusivamente industrial; de bellos parques a potreros abandonados. Y fue allí, justo en el epicentro donde solo una vereda separa a los pudientes de los necesitados, que se crió Marcelo Allende (19), la joven figura de la selección chilena Sub 20.
Pese a cargar con un histórico apellido, Allende no goza de gran notoriedad en suelo nacional. Su pronta partida a México para unirse al Necaxa le privó a la fanaticada nacional la oportunidad de observar el talento que llamó la atención del mismísimo Arsenal inglés, equipo con el que estuvo entrenando casi siete meses entre idas y venidas. Sus actuaciones junto a la Baby Roja en el Mundial Sub 17 de 2015 son el registro más vívido de la calidad que posee con el balón, pero a casi cuatro años de aquel torneo, rozan el olvido.
Que Héctor Robles le haya confiado la jineta de capitán para este Sudamericano no es una sorpresa para quienes lo han dirigido. Porque al ser consultados por el muchacho bajo que apenas alcanza los 162 centímetros de estatura, moreno y de sonrisa afable, lo primero que destacan es su liderazgo innato.
"Es un líder natural, por su forma de ser", confiesa Miguel Ponce, entrenador que realizó el envite de llamarlo al proceso del 2015 pese a no haber participado en el anterior. "Es un chico muy respetuoso, un profesional, al que le sale tan natural presentarse como líder, a pesar de que no es extrovertido ni avasallador. Tiene tan claro lo que es jugar al fútbol, es tan profesional, que capitán o no va a liderar", añade.
Para Gustavo Huerta, entrenador que lo dirigió en Deportes Santa Cruz, Allende tiene "pasta de líder". "Es muy positivo. En el camarín tiene esa personalidad extrovertida, bien alegre, y eso lo lleva a la cancha a la hora de jugar. Cuando algún jugador se equivoca, va y lo levanta, entonces no es tímido, pese a que lo tuve cuando apenas 16 años. Ya mostraba tales virtudes", señala el actual técnico de Cobresal.
Pero es su madre, Cecilia Bravo, quien realiza el retrato más exacto de su hijo, aquel por el que aún llora en ocasiones, aunque ya no tanto. Echa de menos al niño que ilumina el hogar, por el que siempre recibe felicitaciones en la calle, aquel que vibra con los Vengadores de Marvel. Tanto, que para Halloween se disfrazó de Capitán América y tres de sus gatos tienen nombre de superhéroe: Thor, Grut y Tony. "Ama jugar por su país. Cuando escucha el himno se le infla el pecho. No le importaría jugar gratis por la Selección", afirma. Lamenta perderse su paso de adolescente a hombre, pero sabe que es lo que ama su hijo. "Un día me dijo: 'Voy a ser uno de los mejores jugadores de Europa', y yo le creo, por su humildad y su determinación", agrega.
No obstante, Allende se destaca por pertenecer a una clase de jugador casi en extinción: el que sobresale en los estudios. "Siempre fue el primero de su curso, desde primero a octavo básico. En sexto, sus padres lo querían llevar al Instituto Nacional, pero allí no iba a poder entrenar. Al final decidieron por lo que él quería. Es un jugador especial", cuenta César Pradenas, quien fue su profesor de educación física durante toda la enseñanza básica. La madre corrobora los dotes de su hijo en el colegio: "Marcelo siempre dice que si no hubiese sido futbolista, habría estudiado algo cototo, como medicina o derecho. Siempre le fue bien".
Ya sea por el patriotismo, el liderazgo o simplemente por los valores que derrocha, puede que la Rojita haya encontrado a su propio Steve Rogers en Allende.