Un oro mundial es un objetivo difícil. Muy pocos lo consiguen y en Chile menos. De hecho, en la categoría Todo Competidor de la natación ningún deportista ha conseguido subirse al podio. El mejor resultado fue el cuarto lugar de Kristel Köbrich en los 1.500 metros durante el Mundial de Natación de Roma 2009.

En la categoría máster el medallero no está vacío, pero no hay oros. En 2017 y con 82 años Eliana Busch obtuvo dos medallas de bronce durante el Mundial de Budapest y el año pasado se quedó con la plata en los 800 metros en el Mundial de Gwangju de Corea del Sur.

Pero Alberto Peruga, que reparte su tiempo como padre de familia arquitecto y recientemente como presidente de la Fundación Chile en Forma y del club Team Elite, está convencido de poder convertirse en el primer oro mundial de la natación chilena. "De hecho por los tiempos que hago debería ser tres del mundo. En el último nacional que nadé hice 28′8′' en los 50 metros espalda, pero el tiempo no es oficial porque nunca he nadado en un mundial”, asegura con la calma que le da tener 15 récords nacionales en distintas pruebas.

Otro punto que lo tiene bastante confiado de lograr su objetivo es que para 2022 tendrá 40 años y será uno de los más jóvenes de su categoría - que es hasta los 44 - lo que le podría dar cierta ventaja física respecto a sus rivales. Además, hoy con 38 años dice: “Me siento mucho más fuerte que cuando tenía 20 o 25 años y también competía. Ahora tengo muchas más herramientas y no sólo físicas”.

Y es que Alberto Peruga nada desde los 12 años. En su etapa escolar entrenó en el Stade Français junto a Eduardo Cossio con quien tenía sesiones dobles y con quien aprendió “el rigor del deporte”. Al ver que tenía condiciones, se fue la nadar a Universidad Católica. “Ahí le competíamos de igual a igual al Stadio Italiano, ganábamos algunas postas y se puso entretenido”, recuerda.

A pesar de su evidente talento, nunca logró ser seleccionado nacional en sus categorías y es que competía contra nadadores que más tarde fueron parte de la generación dorada de la natación chilena como Giancarlo Zolezzi, Nicolás Rajzevic, Felipe Van de Wyngard y Rodrigo Olivares. Todos olímpicos. “Me tocó difícil, pero me levantaron el nivel, porque ganar algo en Chile en ese minuto era muy complicado”, aclara Peruga.

Cuando le tocó subir de categoría a Juvenil B, vino el punto de inflexión: debía competir contra niños hasta tres años mayores, por lo que dejó de ganar. Hecho que lo desmotivó y decidió dejar la natación para dedicarse a los estudios y preparar la Prueba de Aptitud Académica.

Ingresó a estudiar a la Universidad Católca. Una vez ahí, decidió regresar a la piscina y recuerda que tuvo “un retorno explosivo”. Nuevamente se vio las caras con sus viejos rivales, algunos como Zolezzi ya tenían los Juegos de Sídney 2000 en el cuerpo y se estaban preparando para Atenas 2004: "Y yo les peleaba las pruebas y todos quedaban bastante impresionados, porque era tan novato que cometía errores básicos, por ejemplo, en las salidas por mi falta de experiencia en competencias. Pero la verdad es que a pesar de que dejé de nadar nunca dejé de hacer deporte y eso me ayudó mucho”.

Siguió nadando por la universidad y por Cruzados hasta el 2010 donde también tuvo una etapa de triatleta cuando se cerró Santa Rosa de Las Condes. “Ahí aprendí que hay que invertir para ser bueno en el deporte, algo que me queda hasta el día de hoy”.

Tras varios años retirado y después del nacimiento de su primer hijo decidió volver a entrenar fuerte: “Cuando lo levantaba de la cuna y lo tomaba en brazos me dolía demasiado la espalda y me sentía un viejo y caché que necesitaba volver a nadar y a hacer deporte”. Su retorno a las competencias fue en 2017, donde su principal objetivo era conseguir algo en el Sudamericano, si bien hizo algunos récord nacionales en su categoría no ganó nada y eso lo motivó a irse a entrenar con los juveniles de su club, el Estadio Español.

Ahí se reencantó con la natación. Se unió a un grupo de velocistas jóvenes que dirigía Álvaro Covarrubias: “Es discípulo de Ibrahim Zaldívar, experto en sprinters y que me entrenó en mi época universitaria, donde conseguí un gran nivel. Álvaro tenía una metodología similar y me encantó. De hecho, mejoré mucho ese año con él”.

Para probarse y ver cómo había mejorado entrenando con nadadores veinteañeros decidió ir a competir al Sudamericano de Argentina: “Todavía sentía que me faltaba entrenamiento, así que fui muy metódico. Me arrendé la mejor pieza del hotel en el que me quedé, para poder llenar el jacuzzi con hielo y darme tinas heladas. También me preocupé de que la piscina del hotel fuera bastante grande para poder soltar una vez terminadas las pruebas, ya que en los torneos máster generalmente cierran la piscina y no se puede nadar para recuperar y botar el ácido láctico que ahora, como estoy más viejo, produzco por montones. Además, elegí bien mis pruebas”.

Le fue bastante bien y recuerda: "En un minuto, los argentinos ya no me querían y se acercaban a las graderías a increparme por estar ganando en algunas pruebas. Hasta me pegaron codazos y me decían que me relajara un poco”.

Con el estallido social de octubre tuvo que bajar un poco su intensidad de entrenamiento, ya que muchas veces su club cerraba temprano y no alcanzaba. Es por eso que decidió probar en el Nado Sincronizado Mixto junto a Doraly Cárdenas, destacada nadadora sincronizada venezolana y entrenadora del Estadio Español. Ahí se puso otro objetivo que la pandemia sí derrumbó: clasificar a unos Juegos Olímpicos. Con la cita de los anillos por primera vez como una posibilidad en su vida, Alberto Peruga se entusiasmó y se puso a practicar rutinas sincronizadas a las 7 de la mañana: “Ir a unos Juegos Olímpicos siempre ha sido un sueño y como en Chile el dueto mixto está partiendo y Doraly, que tiene mucha experiencia, me dijo que creía que podríamos alcanzar el nivel de los duetos que habían acá, entonces en su minuto lo vi súper factible”.

A pesar del cierre obligado de las piscinas, Alberto Peruga nunca perdió de la mira el sueño mundialista. No consiguió seguir entrenando con su compañera por zoom: “Practicar una rutina de nado afuera del agua y sin mi compañera no lo resistí”. Así que decidió convertir el living de su casa en un gimnasio para estar a punto a penas pudiera regresar al agua y seguir con la medalla de oro en el torneo de Japón como objetivo principal.

Para esto tiene un estricto plan del que tratará apegarse al máximo. El primer objetivo es ser campeón en los ODESUR Master Santiago 2021, programados para el próximo 10 de marzo.

Después de los Juegos Suramericanos planea seguir entrenando duro para Fukuoka 2022, en donde aún no define con totalidad sus pruebas, pero se estaría inclinando por los 200 metros, ya que siente que está débil en las vueltas y en 100 metros eso podría ser fatal.

Sin embargo, hace algunas semanas el bichito de las Aguas Abiertas comenzó a picarle y estaría pensando competir también en esta modalidad para “homenajear al Tiburón Contreras, su carrera y elevar la natación en tema de marketing y publicidad”. Esto tendría una preparación paralela y viajaría cuanto antes a España para probarse en el Estrecho de Gibraltar y luego en el Estrecho de Magallanes.

Aguas abiertas o piscina olímpica. Sólo hay una cosa clara: Alberto Peruga luchará por un oro mundial en Fukuoka 2022 como sea.