No me refiero al programa evangélico que hace 35 años competía con Rex Humbard, El Club PTL o el fallido Jimmy Swaggart por la pantalla de la televisión en las mañanas del fin de semana. Este club no es proselitista, no puede serlo, no ofrece una recompensa celestial, ni su credo se basa en una interpretación tan rígida como elástica, si el oxímoron es atingente, de la Biblia. Predica con goles, cientos, de forma periódica y lleva multitudes, reales y virtuales, a su templo, en esto se parece a los telepredicadores. Pero los seguidores sólo pueden mirar y adorar la ñata contra el vidrio, como decía Discépolo, porque su único fiel y su único sacerdote se llama Lionel Messi. Y su pase está cotizado en 700.000.000 de euros.
La cifra, que deja la boca abierta, es la cláusula de recisión que establecieron de común acuerdo el jugador y el FC Barcelona, pensando que nunca se iba a utilizar. Y su pago está en disputa luego de que Messi anunciara, vía fax, que no sigue en el club, disgustado por la política de fichajes de Josep María Bartomeu y que Ronald Koeman comenzara a limpiar a sus amigos del camarín. Por detalles técnicos, acá un ejército de abogados de lado y lado comenzarán a descuartizar el contrato, la cifra puede bajar. Desde España se dice que Barcelona aceptaría tan solo 210.000.000 de euros por la salida de su máximo ídolo, campeón y goleador de la historia.
Messi ya está afuera, aunque renuncie Bartomeu como es su deseo, pero son pocos los que pueden contratarlo. El trascendido lo pone en el Manchester City, tal vez el único capaz de pagar su salario de 70.000.000 de euros anuales (además de la fortuna con que deberá indemnizar al Barcelona). Guardiola y el Kun Agüero, que ya sacó la camiseta 10 de su twitter, pretenden con el rosarino ganar lo que nunca han podido con la camiseta celeste: la Champions League. Incluso se habla de sumar a Neymar a la fiesta. El brasileño, recordémoslo, le costó cerca de 500.000.000 de euros al PSG. Es decir, sería otro camión de dinero su concurso. Qué lejos quedaron los tiempos en que el Vaticano ponía el grito en el cielo por los 50.000.000 de dólares en fichajes que hizo el Milan en 1992.
Ahora, esta sumatoria de nombres y números no garantiza nada. La política galáctica que instauró el Real Madrid hace 20 años (Zidanes y Pavones) será muy rentable en venta de camisetas y sumatoria de hinchas globales, pero no tiene correlación con lo que ocurre en la cancha. Lo demostraron el Olympique Lyon y el Bayern Múnich en la última Champions. Más que nombres rimbombantes y fichajes revulsivo que sacudan las redes, se necesitan jugadores alineados con el entrenador y que rindan en la cancha: buenos futbolistas antes que estrellas mediáticas. La formación que goleó 8-2 al Barcelona le costó al Bayern 100.000.000 de euros. Tres jugadores del Barcelona que han sido un menguado aporte, uno de ellos prestado al propio Bayern, (Dembelé, Griezmann y Coutinho) le costaron 350.000.000 de euros al club catalán. El City puede gastar mil millones de euros en su planilla la próxima temporada y aún así no pasar de cuartos en la Champions. Eso es lo lindo del fútbol.