¡Es un cagón! ¡Es un cagón el chileno! ¡Cagón!. Alexis Sánchez acaba de fallar su lanzamiento, el segundo penal del Inter de Milán en la serie que le costó la eliminación en los octavos de final de la Champions League y la provocación se escucha nítidamente. Tiene un acento algo extraño. Procura ser algo rioplatense, pero, en rigor, quien la pronuncia es un francés. Por añadidura, una de las figuras del Atlético de Madrid: el delantero Antoine Griezmann.

El europeo se disculpó por el exabrupto. Según Marca, después de haber quedado en evidencia, se contactó con el Niño Maravilla para ofrecerle disculpas por su comportamiento. El medio español consigna que el delantero galo le explicó que no pretendía provocarle, sino motivar a sus compañeros. No queda suficientemente clara la forma en que el seleccionado chileno tomó sus palabras.

Se cree uruguayo

La expresión ‘cagón’, al menos dicha de esa forma, no existe en el diccionario francés, el país en que nació Griezmann. Su origen hay que buscarla en el español, donde ni siquiera su acepción formal apunta al sentido que quiso darle el galo. Hay que remitirse al uso que se le da en la cultura latinoamericana, y originalmente en la rioplatense, para entender qué le quiso decir el francés al chileno. En términos simples, que le faltaba valentía para afrontar situaciones importantes. Por cierto, nada más alejado de la realidad, a la luz de sus innumerables méritos en la alta competencia. De hecho, por algo compartían el campo de juego en la competencia de clubes poderosa del mundo.

La explicación está en un conflicto de identidad de Griezmann, quien se ha asumido públicamente como ‘medio uruguayo’. “En 2009, conocí a Carlos Bueno en la Real Sociedad y empecé tomar mate todos los días, a merendar con dulce de leche, a escuchar música uruguaya y a mirar los partidos de Peñarol”, explicó a mediados de la década anterior, en una clara señal de la alta identificación que alcanzó con la cultura uruguaya. En esa escuadra del equipo donostiarra coincidió, también, con un chileno: Claudio Bravo.

Antoine Griezmann celebra la clasificación del Atlético de Madrid (Foto: Reuters)

Formalmente, Griezmann no tiene por donde sentirse uruguayo. Su padre es francés y su madre, portuguesa. Sin embargo, en 2014, cuando pasó al Atlético de Madrid, ese lazo se fortaleció. En ese vestuario colchonero se encontró con más charrúas, como Cristian ‘Cebolla’ Rodríguez, José Marías Giménez y Diego Godín. Con ellos, sumó nuevos ritos. El mate y el termo pasaron a ser parte de su outfit. De hecho, en el artículo lleva un adhesivo de Peñarol, la escuadra más popular del país oriental.

Sabe de historia

Griezmann no solo asimiló las malas palabras y las costumbres cuestionables del fútbol charrúa. También se interiorizó de su historia. “Recuerdo haberlo llevado de viaje alguna vez y ponerle la historia de Maracaná (el Mundial que Uruguay ganó ante Brasil en 1950) y no entendía cómo había sido posible. Además, Bueno le marcó las pautas de Peñarol. Después coincidió con Diego Ifrán, con el Chory Castro, luego en el Atlético de Madrid tuvo a Diego Godín y al Cebolla Rodríguez, y ahora sigue con Josema Giménez y el profe Ortega”, explicó, alguna vez, Martín Lasarte, quien le dirigió en la Real Sociedad.

Machete, por cierto, lo consideraba casi una distinción. “Se ha encariñado con la historia de nuestra tierra. Es un personaje muy querible, muy extrovertido, divertido, muy sano y dentro de esas cuestiones reúne ese uruguayismo, o algo rioplatense, para no ser tan pomposo, que lo hace diferente”, valoraba.

A Alexis Sánchez, en cambio, no debe haberle causado mucha gracia. Más allá de si aceptó, o no, las excusas que le presentó Griezmann después de su burla.

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